La peor consecuencia de estas prácticas comerciales es la pérdida de confianza en el sector. (Composición fotográfica/Canva)Conforme se va acercando el día de rebajas más esperado del año, que este año culminará el viernes 28 de noviembre, los escaparates y las páginas web se llenan de promesas de descuentos irresistibles. Pero cuidado: la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha lanzado por otro año consecutivo una advertencia para desmantelar lo que define como una mentira generalizada: la mayoría de las ofertas, en realidad, no lo son.
La jornada, que empezó siendo un día de ahorro masivo, cada vez más sale a la luz como una estrategia de marketing sofisticada, que se basa en la manipulación de precios y el engaño al cliente. Según la OCU, solo existe una manera eficaz de protegerse: informarse bien y ejercer desconfianza proactiva. Una práctica que ellos recomiendan es empezar a monitorizar los precios de los productos deseados con mucha antelación para evitar caer en la trampa.
La organización ha analizado datos de años anteriores y encontró que la publicidad masiva no siempre cumple sus promesas. En su último estudio, examinaron más de 15.000 precios en 60 tiendas online de electrónica y electrodomésticos. Solo el 30% de los productos bajaron de precio durante el Black Friday. Lo más sorprendente es que el 43% de los artículos no solo no se abarataron, sino que subieron en comparación con su precio mínimo de meses anteriores. El 27% restante mantuvo su precio sin cambios.
Los datos recopilados demuestran que, para casi la mitad de los productos comprados en Black Friday, la compra resultó ser más cara. Y si bien los resultados pueden ser sorprendentes para algunos, la mayoría de los consumidores se muestran cada vez más escépticos en cuanto los precios con etiqueta roja.
La propia encuesta de la OCU demuestra que un 67% de los ciudadanos son conscientes de esta “invisible” subida de precios para que las rebajas parezcan más grandes de lo que en realidad son. La peor consecuencia de estas prácticas comerciales no es, como pensarían algunos, el daño al bolsillo del consumidor, sino la pérdida de confianza en el sector, generando una sensación de fraude generalizado.
Cabe destacar que este comportamiento de parte de las empresas es dudable no solo a nivel ético, sino también legal. Según la legislación española, en concreto el artículo 20.1 de la Ley 7/1996, de Ordenación del Comercio Minorista, siempre que se anuncie una rebaja, el “precio anterior” que se muestra debe ser el precio más bajo que ese producto ha tenido en los 30 días previos al inicio de la oferta.
Aun así, la OCU ha comprobado que muchos comercios siguen sin cumplir esta obligación. En lugar de usar el precio anterior real, calculan los descuentos a partir de valores arbitrarios, como el “precio de venta recomendado por el fabricante” (PVP), que en muchos casos ni siquiera ha sido el precio real al que se vendía el producto en esa tienda.
Esta práctica genera descuentos ficticios que confunden al consumidor y le hacen creer que está ante una oferta única, cuando en realidad puede estar pagando lo mismo o incluso más. Ante esta vulneración constante de la normativa, la OCU vuelve a pedir al Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 que actúe con firmeza. Reclama reforzar los mecanismos de inspección y control, e imponer sanciones ejemplares a las empresas que incumplan la ley, para frenar de una vez estas prácticas fraudulentas.
Un reciente artículo de The Guardian pone el poder en manos del consumidor, revelando algunas técnicas a seguir para notar tanto manipulaciones de precio, como estafas. Explican que la oferta puede llegar por correo electrónico o se puede ver en las redes sociales, publicada desde una cuenta creada recientemente.
El grupo de consumidores Which? afirma que los precios irrealmente bajos, que no coinciden con los de otros sitios, deberían ser una de las primeras señales de alerta. Cuando hacemos clic, es posible que encontremos un sitio web incompleto. Probablemente, tampoco tenga una política de privacidad, dirección postal ni una página “sobre nosotros”.
En lugar de pedir un pago con tarjeta de crédito o débito, suele solicitar una transferencia bancaria, que es el método preferido por las bandas del crimen organizado para transferir dinero. Los sitios web que piden pagos con criptomonedas también deberían ser motivo de alarma.
A menudo habrá un elemento de urgencia en la venta: el sitio puede decirle que solo tiene unos minutos para cerrar el trato, o afirmar que quedan pocos artículos en stock y que debe actuar de inmediato para asegurar uno. Desde el diario recomiendan máxima atención a la hora de comprar y no dejarse llevar por la impulsividad.
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