La valiente gesta, también conocida como la batalla de Playa Girón, estuvo compuesta mayormente por jóvenes sin experiencia militar y fue una operación planeada para que contara con el apoyo logístico y militar del Gobierno de los Estados Unidos, que encabezaba entonces el presidente John F. Kennedy.
Crear una zona autónoma, fuera del control de la dictadura, y buscar el apoyo de la Organización de los Estados Americanos y otros países eran los objetivos de la operación planeada.
Sin embargo, para sorpresa de muchos, la orden de apoyo cambió en medio de la acción militar tras una confusa reacción internacional en la ONU por la participación de aviones estadounidenses. Esta inesperada maniobra condujo al fracaso de la incursión.
Dos días antes, el 15 de abril, un escuadrón de aviones, piloteados mayormente por cubanos exiliados, atacó varios campos de aviación militar para liquidar la fuerza aérea de Castro. El segundo ataque, programado para el 16, fue súbitamente suspendido.
“Nos dijeron que seríamos apoyados, pero cometimos el error de creer ciegamente que seríamos respaldados. Que tendríamos apoyo aéreo”, recapituló Julio González Rebull, miembro de la Brigada 2506, durante una entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS, quien mantuvo hasta el último momento de su vida en Miami la lozanía del joven de 23 años que se unió entonces a la fuerza militar.
No obstante, los brigadistas lograron avanzar hasta 10 kilómetros en tierra firme y tomar las localidades de San Blas y El Rincón, mientras enfilaban sus fuerzas hacia otras poblaciones.
Unas horas después, el 19 de abril, la Brigada 2506 tuvo que retroceder porque estaba prácticamente sitiada por las fuerzas de Castro.
De esta manera, unos fueron apresados, otros vagaron durante días por los densos manglares de la Ciénaga de Zapata hasta ser capturados.
Todos fueron tildados por Cuba de mercenarios, aun cuando participaron por convicción propia y no percibieron salario alguno.
“Si no hubo traición, hubo abandono. Teniendo en cuenta el poco armamento, la distancia y los escasos aviones que teníamos, no podíamos realizar esa acción militar solos. Sabíamos que sucedería lo que sucedió: Fidel Castro pondría toda su fuerza allí, artillería, tanques y miles de hombres contra los mil y pico que éramos”, resumió González Rebull.
Reflexión
Hoy, tras 64 años de la epopeya militar, muchos recuerdan la hazaña y reflexionan sobre su significación, legado y vigencia del ideal que la motivó.
El historiador y escritor cubanoamericano Víctor Andrés Triay recuerda como entonces una buena parte del mundo occidental admiraba el comienzo de una ‘nueva era’ en Cuba, cuando desconocía la represión autoritaria, la proscripción de agrupaciones políticas, sindicales y estudiantiles independientes, los fusilamientos, las expropiaciones y las nacionalizaciones que no fueron recompensadas.
Es imposible hablar de la invasión sin mencionar lo que sucedió antes, “desde el golpe de Estado de Batista (1952), la oposición y las luchas estudiantiles hicieron mucho por restaurar la democracia en Cuba”, recordó el historiador y escritor, autor de varios libros, entre los que destacan Operation Pedro Pan & the Cuban Children’s Program, Bay of Pigs: An Oral History of Brigade 2506 y The Mariel Boatlift: A Cuban American Journey.
En los años 1950 “todos aunaron esfuerzos para cambiar el sistema, pero terminó con la toma del poder por parte de Castro, que pudo avanzar con su guerrilla hasta llegar a La Habana y cambiar el panorama político-social con fusilamientos y encarcelamientos, ante los ojos del movimiento democrático”.
Esa etapa, de finales de 1958 a mediados de 1960, fue decisiva para establecer un régimen político social que transformaría la sociedad cubana por varias generaciones.
“Ese período está aún por ser estudiado a profundidad para saber qué sucedió y cómo sucedió”, sostuvo Triay.
Muchos cubanos fueron apresados a partir de 1959, otros tantos salieron al exilio para reunir fuerzas y surgió la idea de reclutar cubanos para establecer una guerrilla, que derivó en organizar una incursión militar.
La invasión de Bahía de Cochinos fue “un heroico esfuerzo para rescatar la democracia en Cuba, que eso fue lo que Castro prometió, pero terminó instalando su dictadura”, resaltó el historiador.
Sabemos que la organización de la invasión comenzó un año antes, cuando Dwight D. Eisenhower era presidente.
“Fue un año complicado, en el que hubo cambio de gobierno en Estados Unidos, y la organización de la invasión ya estaba en marcha”, rememoró.
El plan era “destruir la fuerza aérea militar de Castro, crear una zona libre y establecer un gobierno provisional, que sería reconocido por varios países” pero “creo que el nuevo presidente, John F. Kennedy, estuvo preocupado por el asunto de una invasión e hizo todo lo posible por mantener distancia”, planteó
Y al final, la Brigada no recibió el apoyo esperado y fracasó.
Regreso
En efecto, la mayoría de los miembros de la Brigada 2506 eran jóvenes, entre 18 y veintitantos años, y muchos de los que sobrevivieron lograron rehacer sus vidas en el exilio.
“Unos regresaron a Miami, otros fueron a otras ciudades, y recomenzaron sus vidas y formaron familias, que a su vez fueron exitosas”, expuso el historiador y escritor.
Del estudio, el trabajo y el tesón resalta como estos hombres rehicieron sus vidas y hoy son gente común de éxito, libres de culpas y fieles a sus ideales, que transitan por la vida con orgullo.
“Algunos ingresaron en la universidad y se hicieron profesionales. Otros se dedicaron a trabajar, se hicieron hombres de negocios o ingresaron a las fuerzas armadas de EEUU, donde estudiaron una carrera. Todos rehicieron sus vidas”, proclamó.
¿Colocará la historia a estos hombres en el lugar que merecen? “Cuando la verdad se pueda decir en Cuba, habrá incluso un monumento a la Brigada 2506 en la isla”, anticipó.
La Brigada 2506 honra la histórica gesta con un acto simbólico al pie del monumento a los caídos en Miami, el jueves 17 de abril, en Calle 8 y avenida 13, a las 5 p.m., y una misa conmemorativa en el teatro Tower, Calle 8 y avenida 15, a las 6:30 p.m.