Quentin Tarantino es conocido por su destreza cinematográfica, y por la profunda relación que mantiene con la música. Las bandas sonoras de sus películas son tan icónicas como las mismas escenas que las acompañan, fusionando géneros que van del rockabilly de los años 50 al soul de los 70, pasando por el pop de los 80.
Este estilo musical anacrónico y ecléctico es parte esencial de lo que define la estética de Tarantino, creando una atmósfera única que se convirtió en una de sus señas de identidad dentro del cine.
En una entrevista con la revista Uncut, Tarantino compartió una lista de sus proyectos musicales favoritos, revelando cómo la música influyó en su vida y su obra.
Entre sus elegidas se encuentran compositores célebres como Bernard Herrmann y artistas del folk como Phil Ochs, además de las primeras grabaciones de Elvis Presley. “La música no solo complementa, transforma lo que toca”, expresó en esa ocasión el reconocido cineasta.
El disco que Tarantino considera su favorito es Blood on the Tracks de Bob Dylan, lanzado en 1975. Este álbum, que fue un cambio radical en la carrera de Dylan, representa un punto de inflexión en la vida del propio cineasta.
Durante sus años de juventud, especialmente entre los 18 y 25 años, Tarantino se sumergió en la música vieja, desde el rockabilly hasta el folk. Fue a los 25 años cuando descubrió a Dylan, un hallazgo que, como él mismo menciona, le “voló la cabeza”.
Blood on the Tracks es considerado por muchos como la obra maestra del segundo periodo de Dylan, y es precisamente esa transición entre sus primeros discos complejos y sus composiciones más limpias y directas la que Tarantino valora especialmente.
Según el director, este álbum es la culminación de esa evolución, un disco que se adapta a su momento personal, encarnando la maestría de un artista maduro.

Además de su amor por el disco completo, Tarantino tiene una relación muy especial con una canción en particular de Blood on the Tracks: Tangled Up in Blue. Esta canción, que abre el disco, se ganó el lugar de su favorita absoluta.
Lo interesante de esta elección es que, a pesar de que Tarantino admite que puede parecer una “trampa” por estar incluida en su álbum preferido, lo cierto es que considera que es la pieza que más lo impacta. “Es una canción cuya letra te invita a escribir tu propia interpretación, un juego constante entre el oyente y el autor”, afirmó el director.
Aunque al principio Tarantino pensaba que otras canciones de Blood on the Tracks, como If You See Her, Say Hello, tenían mayor poder, con el paso del tiempo llegó a la conclusión de que Tangled Up in Blue le ganaba por su capacidad para ser disfrutada una y otra vez.

La conexión de Tarantino con la música es tan fuerte como la que mantiene con sus propias películas. En muchas de ellas, la música no es solo un complemento, sino un personaje más que da forma a la narrativa y a la atmósfera. Desde Pulp Fiction hasta Kill Bill, cada banda sonora es un reflejo de su visión cinematográfica, donde la música no es solo un telón de fondo, sino una extensión de su propio estilo artístico.
En este sentido, su admiración por un álbum como Blood on the Tracks no es solo una cuestión de gustos personales, sino un reflejo de cómo la música se fusiona con sus historias.
Al igual que Dylan, Tarantino tiene la habilidad de hacer que sus obras, ya sean visuales o sonoras, sean el resultado de una conversación constante entre los elementos que las componen.
“La música y el cine son dos lenguajes universales que, cuando se combinan, pueden contarte la historia de un alma”, concluyó el artista.

En definitiva, la elección de Tarantino de Blood on the Tracks y Tangled Up in Blue como sus favoritos es más que una simple preferencia. Es un testimonio de cómo la música, al igual que el cine, tiene el poder de transformar, de generar conexiones profundas con momentos cruciales en la vida, y de seguir siendo una fuente de inspiración y reflexión durante toda una carrera artística.