Sandra Rossi, experta en neurociencia de alto rendimiento deportivo: “El verdadero nivel de un atleta se mide por su velocidad para volver a concentrarse”

hace 4 horas 1

En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, Sandra Rossi, médica especialista en medicina del deporte con un enfoque en neurociencia aplicada al alto rendimiento, explicó cómo el cerebro puede marcar la diferencia entre un deportista promedio y uno de élite. Desde su experiencia en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), contó cómo trabaja con atletas para medir y entrenar funciones cognitivas.

Además, reflexionó sobre cómo las herramientas mentales del deporte pueden aplicarse a la vida cotidiana: aprender a detenerse, ampliar la mirada y gestionar las emociones antes de reaccionar. También habló sobre la importancia del descanso, la alimentación real y las visualizaciones cortas como prácticas de enfoque y rendimiento. Finalmente, destacó el poder de la neuroplasticidad para transformar hábitos y la fortaleza mental necesaria para atravesar los altibajos del alto rendimiento.

Desde 2014, Sandra integra el cuerpo técnico de River Plate, donde trabaja entrenando el cerebro de los jugadores con software y técnicas que buscan mejorar la velocidad de reacción, la toma de decisiones y la concentración. Es médica especialista en medicina del deporte y una de las pioneras en neurociencia aplicada al alto rendimiento deportivo en la Argentina. Lideró el primer Laboratorio de Neurociencia Aplicada al Deporte del país, con sede en el CeNARD, donde trabajó con atletas de todas las disciplinas olímpicas.

Además, formó un equipo interdisciplinario integrado por ingenieros y doctores en neurociencia, profesores de educación física y licenciados en alto rendimiento, con quienes desarrolla programas para optimizar las capacidades cognitivas tanto de deportistas de élite como de ejecutivos de alto nivel. Participa activamente en conferencias y exposiciones sobre la conexión entre neurociencia, deporte y bienestar.

Medir y entrenar funciones cognitivasMedir y entrenar funciones cognitivas permite optimizar el rendimiento de atletas en disciplinas olímpicas y en competencias de alto nivel profesional (Imagen Ilustrativa Infobae)

—¿Qué significa ser entrenadora mental de deportistas de alto rendimiento?

—Soy médica especialista en medicina del deporte y me dediqué a la parte de neurociencia aplicada al alto rendimiento. Los médicos especialistas en medicina del deporte se dedican más a cuidar el cuerpo del deportista, que sus funciones biológicas, su músculo, su sistema cardiovascular esté óptimo y pueda llevarse al extremo máximo posible. En mi caso, empecé con una especialidad que no estaba en el país hace muchos años, en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, donde empecé a trabajar en un área que no se conocía hasta ese momento que se podía trabajar, que es la mente del deportista, las funciones cognitivas del deportista. A qué velocidad deciden, por qué deciden lo que deciden, cómo ven en su campo visual periférico, dónde apoyan su foco para tomar decisiones.

Es bastante común que uno cuando admira, por ejemplo, a un jugador de fútbol, lo mira jugar y dice: “¿Cómo hizo para poner la pelota en ese lugar?”. Ese era el lugar preciso. Entonces, todo eso que está detrás y que sucede como tras bambalinas, detrás del telón de lo que todos nosotros vemos, que finalmente es bueno que la pelota llegó a donde llegó, tiene una explicación y es como una maravilla. Es un poco eso de meterse en lo que es el mundo del cerebro, que es para mí tan apasionante. Todo el tiempo se aprenden cosas nuevas, todo el tiempo tenés datos nuevos. Y gracias a esos datos y a las imágenes que tenemos hoy en día, podemos entender mejor qué es lo que sucede ahí y cómo uno puede mejorar alguna de estas funciones.

—¿Cómo es una sesión tuya desde la primera vez que alguien te presenta a un jugador y qué es lo primero que hacés?

—Lo primero que hacemos es un testeo. Yo tengo una pantalla touch de 55 pulgadas donde se le presenta al jugador como unos juegos, si se quiere, donde él tiene que responder acorde a determinadas consignas. Estos testeos fueron hechos por científicos del CONICET con los que trabajo hace muchos años y donde juntos intentamos medir estas cosas que están por detrás y que son tan importantes, distintivas de los jugadores. Y lo que hacemos son unas mediciones de algunas habilidades que básicamente tienen que ver con el tiempo de reacción, cuánto demora el jugador entre que ve un estímulo y es capaz de reaccionar con su cuerpo. Es decir, él tiene que tocar la pantalla y suceden unos milisegundos desde que ve hasta que toca. Esos milisegundos es lo que marca su velocidad de reacción, a qué velocidad ve.

Si lo hacemos nosotras o la población general se testea en esto que te estoy contando y es el promedio del tiempo de reacción. Por ejemplo, 350 milisegundos. Imaginate un segundo partido en mil pedacitos, usaríamos 350 pedacitos entre que vemos y reaccionamos. Los atletas de élite usan 200, 230, 250 milisegundos. Es decir, son más rápidos entre que ven y deciden. Así y todo, esa no es una cualidad tan fundamental en el deporte. Hay otra que es más fundamental, que se llama control inhibitorio, que es otro test, que es ante estímulos que son reiteradamente positivos, es decir, yo veo y toco, veo y toco, veo y toco, hay uno en el que me tengo que frenar. Esa es la capacidad que tiene mi cerebro, mi mente, de frenarme cuando me tengo que frenar. Y para eso, el cerebro consume mucha más energía que para ir solamente. Entonces, aquel jugador que además de ser rápido puede frenarse, ya es un jugador un poco más interesante a nivel mental.

—Cuando decimos frenarse, ¿en qué situación podría suceder esto?

—Por ejemplo, en vez de correr y correr, poder frenar, volver a evaluar y decidir otra cosa. O cuando estaba por hacer algo, interpretar que eso no era lo adecuado y poder frenarse y recalcular. Hay una ventana muy chiquitita para cambiar de opinión, porque una vez que ya el cerebro tomó la decisión, como que no tenemos forma de frenarlo. Hay una ventana muy, muy, muy chiquitita donde uno puede intervenir y decir: “No, es mejor otra cosa”. Y eso probablemente evite que a lo mejor el jugador vaya y venga. Entonces, ese tiempo que desperdiciaría, lo puede utilizar mucho mejor. Es como un índice de una mirada más inteligente del jugador.

El entrenamiento mental mejora laEl entrenamiento mental mejora la velocidad de reacción, la toma de decisiones y la concentración en deportistas de élite y ejecutivos de alto nivel (Imagen Ilustrativa Infobae)

—¿Creés que el entrenamiento que hacés con deportistas, después esto se puede llevar a la vida más cotidiana?

—Mi objetivo fundamental es ese. En realidad, el tema de trabajar con un deportista y que él pueda tomar una decisión y poder frenarse en el momento adecuado, para mí, o por lo menos en mi deseo, no termina ahí. Porque son deportistas que tienen que enfrentarse, no sé, a una decisión con su representante o a una discusión, mismo con los árbitros, a decir: “Bueno, si yo pierdo la cabeza, probablemente pueda dejar con uno menos a mi equipo”. Entonces, el poder controlar esa emocionalidad o irracionalidad de las respuestas, te pone en otro plano en tu vida en general, no solo en el deporte. El deporte es parte del ser en ellos, es de lo que ellos trabajan.

Entonces, cuanto más afilado tengan este concepto de no solo poder frenar una acción motora, sino también poder frenar una discusión, poder poner su cabeza a lo mejor no en la dificultad, sino en lo que corresponde ponerla: en las oportunidades. Eso habla mucho de la madurez mental que tenga esa persona. Y no es solo en el campo de juego. El juego es donde uno expresa y donde se ve todo, pero fuera del juego, en los entrenamientos, en las conversaciones que tienen entre ellos, con los rivales, con el árbitro, uno pretendería llevarlos a ese nivel que para mí es hablar en un escalón superior. El poder entender mejor y por otro lado, que se pueda expresar mejor lo que vos tenés para ofrecer. Si estás todo el tiempo desbocado perdés el control de lo que sí corresponde. Perdés el control de tu cuerpo, de tus decisiones. Entonces, esa habilidad para mí es crítica en los deportistas de alto rendimiento.

—Hay varias cosas que trabajás con los deportistas: visión periférica, gestión de emociones. ¿Cuáles son las más importantes?

—El control inhibitorio, este que te dije, es esta capacidad de frenarse. El poder del golpe de vista es el uso de la visión periférica. El deportista, cuanto más uso tenga de esa capacidad, cuando él pueda estar pendiente de la pelota y pueda percibir que algo aparece en su campo visual sin estar todo el tiempo moviendo la cabeza o cuando mueve la cabeza, de repente tomar un plano más grande, tiene más información para tomar decisiones. Si nosotras estamos enfocadas acá mirándonos, pero abrimos un poquito el plano y esa plasticidad, esa permeabilidad de meter otras cosas, puede tener una repercusión en la vida. Porque a veces uno va con su foco cerrado y como: “No, esta es mi razón y acá voy”. ¿Cuántas veces a través de una buena respiración honda uno puede ampliar un poco ese foco, esa mirada y ver cosas que no está viendo?

Entonces, esa visión periférica que es tan crítica en el deporte de alto rendimiento, en la vida tiene esta otra connotación. ¿A ver qué pasa si aflojo la tensión de mi mirada? ¿Qué pasa ahí? ¿Qué otras cosas veo, además de lo que considero y lo que tengo enfrente? Entonces, esto es una habilidad que es entrenable y voluntaria. Hay que tener esa conciencia de poder hacerlo. Una herramienta que uno puede utilizar, que está como a mano. Estamos diseñados para eso, estamos diseñados para abrir un poco. Los ojos son un gran aliado de la atención y es algo con lo que nosotros nacimos. Nosotros estamos diseñados para ligar la visión con la atención. Tenemos una capacidad biológica con la que nacimos que es espectacular. La visión guía la atención. ¿Cómo se da, cómo sucede? La realidad es aquello a lo que le presto atención. A lo que no le estás prestando atención es como si no existiera para vos. Es como si vos iluminaras esa parte de la escena a la que le vas a prestar atención y que va a ser parte de tu realidad.

Un equipo interdisciplinario desarrolla programasUn equipo interdisciplinario desarrolla programas para potenciar capacidades cognitivas en jugadores profesionales y personalidades empresariales (Imagen Ilustrativa Infobae)

—El otro día entrevisté a un científico que me decía que la mente, en realidad, es una composición de mente, ambiente y cuerpo, y que si cambia una, cambia el resto.

—Exacto. Y sí, aparte hay una interrelación completa de eso. Tendemos a pensar que la mente está como en una nubecita que nos acompaña en otro plano y, en realidad, somos una única cosa que interrelaciona e interactúa de forma constante. Por eso creo que en el último tiempo todo este cuidado del cuerpo que hay es un poco poner bajo la lupa algo que es tan importante para nosotros, pero no solo hablo de lo estético, sino de ese diálogo que hay entre el cuerpo y tu mente, y que no hay una sin la otra. Y no es que uno es más importante que el otro. Desde lo que sentís en la panza cuando algo no te cae, poder prestar atención a las señales de tu cuerpo, a las señales de incomodidad, que son una enorme brújula.

Te pueden decir mucho más que el análisis que está haciendo tu mente. Entonces, hacerle lugar a esa inteligencia del cuerpo, a lo que te está diciendo, a lo que está pasando. ¿Por qué no darle lugar también a eso? Que se puede llamar intuición, sexto sentido, como lo quieras llamar, pero que es muy concreto y que sucede y que está. Esas señales, que en el deporte son bastante bien conocidas, porque ellos sí están muy conectados con el cuerpo y con lo que les pase. Y muchas veces hacen cosas extraordinarias y le preguntas: “¿Y cómo lo hiciste?”. Y dice: “No tengo ni idea”. No solo porque lo tienen automatizado, sino también porque van como fluyendo con este pulso de que es automático y dejar que salga. Y van tomando decisiones correctas.

—¿En tu caso tenés alguna táctica que te sirva para poder escuchar o conocer mejor las señales del cuerpo? Sé que hay una conocida, por ejemplo, que se llama body scanning. ¿En tu caso hay alguna que creas que puede funcionar?

—Es bastante personal. A mí la que me funciona es esto de parar y respirar hondo, que no es otra cosa más que tratar de traer la mente, sacarla del lugar de preocupación. Porque cuando estás rumiando algo que no te gusta, estás como atrapado en un lugar que es cerrado y que, de hecho, se llama secuestro amigdalino, que es una estructura del cerebro que tiene mucho que ver con la emoción. Secuestra tu capacidad de pensar, de razonar, planificar o de armarte una estrategia. El poder salir ese ratito de ahí, apagar esta parte del cerebro y decir: “Me concentro únicamente en la respiración”. Es hacer un switch.

Y cuando te salís un poquito, tenés otra mirada. No encuentro nada que sea como mágico. ¿Viste que a veces estamos como muy desesperados en que tiene que ser instantáneo? Y a veces es un trabajo, es probar y probar. Son herramientas que uno va generando, que uno va aprendiendo y que las va haciendo más hábito, con la repetición y con entender qué funciona mejor. A mí me resulta mucho lo de la respiración, a otros el body scan, a otros salir a caminar, a otros salir a correr. No importa cuál sea porque soy una convencida de que no nos funciona a todos lo mismo, ni que existe la fórmula mágica. Tenemos que amigarnos un poco con los pequeños esfuerzos, con que las cosas que van a durar, las cosas que sirven, las cosas que te llevan a grandes objetivos, requieren de vos, requieren esfuerzo. Lo inmediato, por lo general, es muy poco sostenible.

La visión periférica y elLa visión periférica y el control inhibitorio son habilidades clave para la toma de decisiones rápidas en los principales deportes de alto rendimiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

—¿Hay un tema mental que es lo que hace la diferencia entre uno que llega al número uno y uno que está en el número cinco?

—Para mí, ahí está la clave. Porque vos pensá que técnicamente empiezan a parecerse mucho todos y hay un gran cuello de botella. Si lo llevamos al fútbol, hay millones de chicos que juegan al fútbol y hay cientos de miles que son cracks. Ahora, ese crack se ve cuando tiene que hacer eso mismo que hace en el potrero con presión, cuando tiene que tomar decisiones bajo presión. Y eso no tiene que ver con su habilidad técnica, porque claramente la tiene. Y no tenés idea qué cantidad de chicos he visto que uno los ve en inferiores y dice lo siguiente: “Este chico la rompe” y cuando llega a primera se acaba un poco el camino porque no lo logra o no puede. Para mí el alto rendimiento deportivo está muy marcado en todo lo que tenga que ver con su aspecto mental, con cómo él puede elaborar y tomar esas decisiones más allá del entorno y de la presión que tenga.

Son mentes realmente superiores que encuentran la respuesta exacta en el momento exacto, en el tiempo exacto y hacen con su cuerpo lo que tienen planificado y no lo que sale y pueden tener control de esas situaciones. Ahí para mí está realmente la diferencia y el gran cuello de botella, los que se lo bancan. Y por otro lado, los que aceptan que el alto rendimiento tiene mucho de perder. Es muy poquita la diferencia entre ese número uno y el número cien. Hay un reel de Federer que se hizo muy conocido, que indiscutiblemente ha sido número uno y él dice: “Gané el 54 por ciento de todos mis puntos”. Hay un 46 que perdió. Es mínima la diferencia.

Y ese que se banca y que dice: “Bueno, perdí, vuelvo, perdí, vuelvo, perdí, insisto”, y que no se queda en el lamento, puede seguir adelante y reposicionarse de nuevo en esta otra oportunidad, ahí se nota mucho quién sigue y quién no. Está el apesadumbrado, el que dice: “¡Ay! No, no pude”. Ahí ya hay una cabeza que no sé qué tanto lo puede sostener y creo que esa es la oportunidad de los chicos, no solo de los deportistas sino de aquel que quiera como destacar, de abrir un camino, de ser punta de flecha, de probar cosas nuevas. En esa fortaleza. Ahí creo que está la clave.

—Mencionaste dos palabras que son claves, que son presión y miedo, que creo que a veces pueden ser como los dos grandes paralizantes. ¿Cuáles son algunos ejercicios o cosas que se pueden hacer para trabajar o afrontar las cosas igual a pesar del miedo?

El miedo es hasta necesario, te diría, porque negar el miedo y decir: “Yo lo voy a hacer sin miedo o esto no me genera nada, no me genera presión”, estaríamos hablando de algo que está totalmente disociado de la realidad. Y el tema es poder hacerlo, poder llegar a tu máxima performance con miedo, con esa incomodidad y con esa presión. Es amigarse con esa situación. Poder incorporarla y no rechazarla, porque de hecho cuanto más se niega una emoción, más crece en el cerebro. Entonces, esa es la primera: tomar contacto real con lo que te está pasando y tomarlo como parte del entorno en el que vos te estás desenvolviendo. Yo siempre pongo este ejemplo.

Tu vida es como una moneda. Para el deportista, una cara de la moneda es ganar un montón de plata, ser conocido, posicionarme bien, que lo compren de un club europeo. ¿La otra parte cuál es? Le erraste un penal y te matan, quieren asesinar a tu familia. Hay sacrificio, por ahí no poder estar en el nacimiento de tu hijo o en la muerte de un familiar muy querido, porque estás entrenando, porque estás jugando. Ese precio está. Esa es la moneda completa. Acá está la moneda. ¿La querés? Si la agarrás, agarrás todo. Y ahí es donde uno tiene que ser muy sincero con uno para ver si está dispuesto a agarrar la moneda entera, porque normalmente tendemos a agarrar la parte que nos gusta. Y está implícito el lado B. Entonces, aquel que puede agarrarla con amor, todo eso, ese es el que creo que tiene como más chance de poder desarrollarse bien y plenamente, pero no desconociendo el lado B de las cosas.

La neuroplasticidad permite transformar hábitosLa neuroplasticidad permite transformar hábitos a través del esfuerzo, la atención focalizada y la repetición sostenida en la vida adulta (Imagen Ilustrativa Infobae)

—¿Cómo son, por ejemplo, las 24 horas previas a que un jugador juegue un partido que es para él muy importante? ¿Qué tendría que hacer o qué le recomendás vos desde lo que tiene que ver con gestión de emociones hasta alimentación y el sueño?

—En el alto rendimiento ya está bastante establecido. Así todo, no hace tantos años que se le da la importancia que tiene que tener la alimentación y el sueño, sobre todo. El sueño es el momento donde uno entra a boxes, donde vos llevás tu cuerpo y tu mente a reparar. Cuando algo le pasa al auto, necesariamente entra a boxes y se detiene para que aunque sea en tres segundos le cambien las ruedas o le hagan lo que tienen que hacer. Se requiere de ese detener para reparar. Lo mismo sucede en el sueño y todo tiene que ver con nuestra reparación, con nuestra puesta a punto. El cerebro de alguna forma te manda a dormir para que te quedes quieto. Y la vida, y sobre todo en Argentina, que cenamos tan tarde, perdimos mucho la conexión con nuestros ciclos circadianos, con lo que te marca cuál es el momento del sueño.

Cuando te vas de vacaciones o un día de campo, que empieza a cambiar la luz en el atardecer, cuando se pone más naranjita y demás, y prestás atención, los pajaritos se van a los nidos, todo se empieza a detener. Hay una calma ahí, todo empieza como a bajar. Entonces, el tema de las luces, de las pantallas, el cenar tan tarde. Si el sistema digestivo está con una comida pesada, le avisa al cerebro: “Mirá, tengo esto acá. Bancame. No te pongas a reparar ahora, porque primero tengo que digerir. Después viene lo otro”. Con ese “después viene lo otro”, para nosotros es como que no pasa nada. Estás durmiendo, no pasa nada.

En cuanto uno empieza a entender que ahí está como la clave de tu aprendizaje, de tu bienestar, de tu humor en muchos casos, de tu performance, de cómo reparaste tu cuerpo y que es algo que también nos es dado. Le sacamos lugar a esa reparación. Entonces, en las horas previas a una competencia o a algo importante para vos, es fundamental tratar de dormir y respetar eso. Comer livianito, que el sistema digestivo sea una alimentación, lo que hoy se llama alimentación real, que sea un alimento que vos lo veas y te des cuenta que eso es alimento, que no sea un ultraprocesado. Todo lo que le saque como trabajo a tu sistema digestivo va a permitir que el cerebro te ponga a descansar antes y que realmente se ocupe de lo que se tiene que ocupar. Es confiar en la naturaleza, en nuestros procesos biológicos y tratar de interferir lo menos posible.

La diferencia entre deportistas queLa diferencia entre deportistas que triunfan reside en la capacidad mental para soportar la presión y sobreponerse a las derrotas constantes (Imagen Ilustrativa Infobae)

¿Creés, por ejemplo, en las visualizaciones previas a hacer un gol, a patear un penal, a imaginarse o a planear una situación antes de que suceda?

—Sí, sí, claramente, y esto está muy demostrado. No todas las personas tienen la capacidad de visualizar igual. Hay algunos que les funciona muy bien y a otros que les cuesta un poco más. Aquellos que sí lo pueden hacer, es una práctica bastante recomendada sobre cosas puntuales y donde ya tenés una habilidad. No es que si yo me pongo a visualizar que pateo un penal, a mí no me va a salir seguro porque no tengo el plan motor aprendido.

Pero cuando uno visualiza activa exactamente las mismas áreas motoras que si lo estuviera ejecutando. No hay diferencias para el cerebro en eso. Entonces, de alguna forma es como volver a practicar o entrenar y a dejar como en la memoria este plan motor como al alcance de la mano. Lo tenés como muy fresquito porque lo acabás como de vivir. El cerebro realmente lo vive. Y hay muchas técnicas de visualización. Se está recomendando las visualizaciones bien cortas, de unos quince segundos, no más que eso. Y sobre una acción muy puntual. Eso parecería ser lo óptimo, o por lo menos lo que está demostrado últimamente científicamente que estaría como teniendo mejor impacto en la performance. Pero sí, es una buena práctica.

—O sea, sería, por ejemplo, imaginarme un movimiento concreto en el caso del deporte y eso repetirlo visualmente por quince segundos. ¿Hay una serie de repeticiones que uno tiene que hacer?

—Exacto. Sí, lo podés hacer muchas veces con ciertas pausas. Tiene que ser como una visualización profunda, muy vívida durante esos quince segundos y lo dejás. Y después otra vez y lo dejás. Y lo vas repitiendo las veces que quieras y necesites. Es importante, por lo menos para mí, desde mi mirada y conociendo el alto rendimiento desde adentro, si son deportistas de equipo, es muy importante la compañía, es muy importante el otro y es generar momentos de distensión porque en esas 24 horas previas no se puede inventar nada. Lo que está hecho, está hecho.

Lo que entrenaste, lo entrenaste. Ya está. Ahí es tratar de poner la mente lo mejor posible y descansar el cuerpo, nutrirlo bien, como mimarlo, porque lo que viene es un, es una batalla. Lo que viene es importante y va a requerir de tu máxima performance en todos los niveles posibles, mentales y físicos. Entonces, esos pequeños ajustes en el descanso, el distraerse, no estar todo el tiempo repasando las jugadas, porque eso gasta mucha energía. Cuando estamos visualizando, vos pensá que se están encendiendo neuronas en nuestro cerebro. Entonces, tampoco da estar todo el tiempo gastando esa energía vital. Lo ideal es llegar entendiendo que lo que tenías que hacer, lo hiciste. No pensar que en esas 24 horas va a estar la solución de esa competencia.

El alto rendimiento implica, entreEl alto rendimiento implica, entre otras cosas, afrontar el miedo o malos resultados (Imagen Ilustrativa Infobae)

—¿Cómo describirías la neuroplasticidad?

—La neuroplasticidad es la capacidad que tiene el cerebro de cambiarse a sí mismo. Y esto es algo que tenemos todos los humanos durante toda la vida, pero no es magia tampoco. La neuroplasticidad, para que ocurra, requiere de mucho esfuerzo cognitivo, de mucha atención y foco. No es que el cerebro cambia muy fácilmente, que yo decido cambiar y cambia. Se requiere de neurotransmisores específicos en el cerebro, de mucha repetición y foco para poder cambiar y modificar. La tasa de neuronas nuevas es muy bajita, eso sucede en las edades muy tempranas, cuando uno tiene muchas neuronas.

Después empieza lo que se llama la poda neuronal y el cerebro se va quedando con conexiones neuronales más fijas, ¿no?, que son tus aprendizajes, es a lo que vos más te dedicaste, a lo que vos más horas le das. Para cambiar, hay que debilitar algunas conexiones neuronales que estén muy fijas y armar una autopista paralela y va a requerir de un gran esfuerzo. Sí se puede, sí el cerebro es plástico, sí se puede cambiar, mejorar hábitos y mejorar otros, podés dejar hábitos que te hacen mal, pero va a requerir esfuerzo e incomodidad. Siempre cuando estés dispuesto a eso, la neuroplasticidad te va a acompañar y se va a generar una autopista que tiene que ser más fuerte de la anterior. Pero requiere de tiempo, tampoco es inmediato.

La neuroplasticidad requiere de foco, sobre todo después de los 25 años. Hasta los 25 años es un periodo donde el cerebro se modifica de una forma mucho más pasiva. No requiere tanto foco. Después, para el cerebro más adulto, que es a partir más o menos de esa edad, entre los 23 y los 26 años, que el cerebro madura, ahí, si vos querés cambiar algo, si querés aprender algo, incorporar algo, va a requerir de tu esfuerzo y del tiempo y la repetición, pero sobre todo de tu intención.

La neurona destaca por suLa neurona destaca por su capacidad de dar, recibir y sincronizar con otras, lo que define el valor esencial de la conexión en la neurociencia y la vida (Imagen Ilustrativa Infobae)

—¿Cuál crees que es el desafío máximo que enfrentan los deportistas de élite?

—Yo creo que el desafío máximo es la mente de uno contra uno. Porque ahí están esos diálogos… Gestionar y aceptar ese todo, esa moneda entera. El que acepta eso con hidalguía, con amor y la toma. Y cuando tiene que masticar barro, lo mastica, y después levanta la cabeza. Ahí para mí está el secreto de casi todo porque técnicamente se puede llegar. Hay mucha gente técnica, pero aquel que puede como transitar por todos los estados, el alto rendimiento, sea cual sea al que pertenezcas, es como una rueda constante donde vas a pasar por todos los estados necesariamente, donde vas a tocar la cima, donde vas a estar en el medio, donde vas a ir lo más abajo que te imagines.

No lo podés creer, empujás y otra vez volvés a pasar por abajo. El arte del alto rendimiento tiene que ver con qué velocidad tiene para pasar por los peores momentos, con qué velocidad sale, pero necesariamente pasa por todos los estados y creo que eso le da valor a las cosas grandes, a lo diferente. Es haber conocido todo, desde lo máximo, lo más alto posible, hasta lo que te duele a niveles pero increíbles. Ahí para mí está la clave. ¿Quién sigue agarrando la moneda? ¿Quién la sigue queriendo ahora que estamos acá y que más en el barro no podemos estar? A esos les tengo fe.

—Pasa en el deporte y en la vida

—Totalmente.

El miedo forma parte deEl miedo forma parte de la experiencia deportiva, reconocerlo y afrontarlo permite alcanzar la máxima performance y el equilibrio emocional (Imagen Ilustrativa Infobae)

—Sandra, te voy a hacer la última pregunta que le hago a todos los invitados y es que nos dejes algo para compartir, puede ser lo que se te ocurra, que en el último tiempo te haya llamado la atención, te haya sorprendido, algo que hayas visto o escuchado que sentís que vale la pena dejarlo acá.

—Mirá, hay algo que uso como rescate personal. A veces cuando no estoy del todo bien o me siento sola, recurro a esto que es una frase de un neurocientífico que es Santiago Ramón y Cajal. Y que él descubrió algo que yo digo: “Es para mí. Ahí está como la clave de todo”. Siento que nosotros estamos hechos de eso, de ese descubrimiento, somos eso que él describe. Y que es que la neurona en sí no tiene importancia por sí misma, o no es importante por sí misma. Lo que importa de la neurona es su capacidad de dar, de recibir y de sincronizar con los demás. Ahí está el valor de las cosas, ahí para mí está como el valor de la vida. Ahí está el área en la que yo me desenvuelvo, que es la neurociencia, que tiene que ver con estas capacidades, con el entendimiento del cerebro. Y recordarme esto me relaja, me da más ganas de compartir, de ser empático, de sincronizar con lo que tengo al lado, de poder dar lo que pueda dar, lo mejor que tengo para dar y estar abierta a recibir. Eso es algo a lo que recurro un montón y me gusta compartirlo.

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