
A las enfermedades más prevalentes del mundo les cuesta despojarse de sus propias paradojas. Por eso persiste este mantra, que a la vez ayuda a concientizar: más del 90% de los accidentes cerebrovasculares (ACV) se pueden prevenir. Y en esto están trabajando -con buenos resultados- los expertos neurocientíficos, los pacientes, los Estados y los sistemas de salud de todo el globo.
Al respecto, el doctor Pedro Lylyk, el referente argentino e internacional más importante en neurocirugía endovascular, introductor del stent intracraneal -técnica que tomó de “sus amigos los cardiólogos”- explicó en diálogo con Infobae que el ACV, en términos sencillos, “es un exceso de sangre que genera una hemorragia y forma lo que se conoce como infarto cerebral”.
Lylyk precisó: “La mejor noticia que ofrece este tiempo es enseñarle a la gente que vivir bien implica comer y nutrirse bien, y hacer ejercicio. Así estaremos preparando al corazón y el cerebro para los 80, 90 o 100 años”.
La prevención se apoya en la identificación y el control de factores de riesgo, entre ellos la hipertensión arterial, que ocupa un lugar preponderante. En el caso argentino, esta condición afecta a una de cada tres personas, lo que la convierte en el principal factor asociado tanto al ACV isquémico como al hemorrágico.

Según el neurólogo Robert D. Brown Jr, experto de la Clínica Mayo, un accidente cerebrovascular isquémico se produce cuando “el suministro de sangre que va a partes del cerebro se obstruye o reduce. Esto evita que el tejido del cerebro reciba oxígeno y nutrientes. Las neuronas cerebrales comienzan a morir en minutos”.
En cambio, el ACV hemorrágico se produce cuando un vaso sanguíneo del cerebro tiene un derrame o se rompe y causa un sangrado. La sangre aumenta la presión en las neuronas cerebrales y las daña.
Lylyk continuó: “Las imágenes que tenemos adentro del cerebro son imágenes intravasculares. Imagínese que yo pongo un tubo que tiene un milímetro, y que tiene una cámara consigo, y voy mirando si el trombo que está ahí es un trombo con mucha plaqueta, con poca plaqueta; si tengo que aspirarlo, o si tengo que triturarlo. Y eso lo aprendimos de nuestros amigos los cardiólogos y lo hemos adaptado al cerebro”.
La actualización sobre estos temas será el eje de la Cumbre XXXIV Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo (SIMI) 2025, que se celebrará en Buenos Aires del 23 al 25 de septiembre, bajo la dirección de Lylyk, neurocirujano y director del Equipo de Neurocirugía Endovascular Radiología Intervencionista (ENERI).

El impacto del ACV no se limita al paciente. El doctor Lylyk enfatizó que “un ACV provoca un impacto enorme no solamente en el paciente, sino en su familia y en la sociedad toda”. Además, subrayó que “si los Estados avanzan en la prevención y se crean unidades para el tratamiento del ACV, como ya lo hicieron países más desarrollados, pasará de ser la primera o segunda causa de muerte a ser la quinta o sexta causa".
Lylyk destacó la importancia de la educación y la actualización profesional para enfrentar los desafíos del ACV. “La educación de los más chicos -los hoy llamados Gen Z- es imperiosa para crear conciencia, que luego impactará en la calidad de vida de esos grupos poblacionales. Serán conductas transformadoras y con impacto social”.
En el caso de los profesionales médicos, también la actualización permanente es fundamental. Por eso, “cursos como el SIMI 2025, en el que vienen 21 profesores de todo el mundo y traen lo último en neurociencias, permite que la gente acceda a los avances más recientes”, afirmó Lylyk.

El avance de la tecnología médica ha transformado radicalmente la prevención, el diagnóstico y el tratamiento del accidente cerebrovascular (ACV), una patología que, lejos de limitarse a la población de mayor edad, muestra un crecimiento sostenido entre adultos jóvenes y mujeres.
La IA en particular ha impactado de manera decisiva en disciplinas como la neurocirugía y la cardiología intervencionista. El doctor Lylyk relató cómo la colaboración interdisciplinaria ha permitido adaptar técnicas y dispositivos originalmente desarrollados para el corazón al tratamiento de enfermedades cerebrales.
El empoderamiento del paciente a través de la tecnología es otra tendencia en ascenso. El neurocirujano Lylyk coincidió con el cardiólogo mundialmente reconocido Valentín Fuster -a cargo del área de cardiología del Hospital Mount Sinai en Nueva York y quien la semana pasada visitó Buenos Aires- en que “la IA y los diversos dispositivos permitirán que los pacientes puedan monitorear su propia salud vascular con tecnologías portátiles".

“Esto ya está ocurriendo. Hoy colocamos sensores dentro del cerebro sin abrir el cerebro. Y los vamos a ver cada vez más”, señaló el neurocirujano a Infobae, e insistió en que la detección temprana y la intervención rápida son claves para reducir la mortalidad y la discapacidad asociadas al ACV.
La prevención en edades tempranas es un aspecto que el doctor Lylyk considera prioritario. “Con los jóvenes y los chicos de edad escolar, nosotros tuvimos el mayor de los éxitos en la prevención del ataque cerebrovascular. Lo hacemos cada 28 de octubre, que es el Día Mundial del Cerebro, y hablamos con entre 200 y 500 chicos de escuelas de la Ciudad de Buenos Aires”, relató el especialista a Infobae. Según su experiencia, la información transmitida a los niños no solo beneficia a ellos, sino también a sus familias, ya que pueden identificar los síntomas de un ACV y actuar con rapidez.
“Si los Gen Z no arrancan ahora van a llegar tarde”, advirtió el especialista a Infobae.

El panorama epidemiológico revela que, entre 2015 y 2021, las tasas de incidencia de ACV aumentaron con mayor rapidez en mujeres de 15 a 49 años, fenómeno que podría estar vinculado a factores hormonales, el uso de anticonceptivos, embarazos complicados y el incremento de condiciones como la hipertensión, obesidad y diabetes.
Un estudio publicado en The Lancet Regional Health – Americas y en la revista Stroke de la American Stroke Association analizó datos de 38 países y territorios de las Américas, y reveló que en 2021 se registraron más de 1,1 millones de nuevos casos de ACV en la región, con un número absoluto de muertes que ascendió a medio millón.
Aunque las tasas ajustadas por edad mostraron una disminución general desde 1990, estos avances se han estancado en la última década, especialmente entre los menores de 50 años.

El doctor Lylyk advirtió a Infobae que “en los jóvenes, en quienes la incidencia es mucho menor, pero no por eso están exentos, la principal causa es el consumo de algunas sustancias perjudiciales, como lo son el cigarrillo, el alcohol y las drogas. Esto se demuestra al ver cómo aumentó significativamente la incidencia del ACV en estos grupos etarios juveniles”.
Lylyk agregó: Se debe pensar que hay un ACV agudo y hay pequeños ACV que se van formando en el cerebro de la gente y llevan a lo que llamamos un ACV crónico, que provoca en muchos casos un declive cognitivo muy importante, llevando a estos enfermos a la demencia vascular. Algunas de estas pueden ser tratables hoy en día.
El SIMI 2025 ha sido declarado de interés académico por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y es reconocido como referente internacional en la especialidad. La organización está a cargo de la Clínica La Sagrada Familia, el Equipo de Neurocirugía Endovascular Radiología Intervencionista (ENERI) y la Fundación FENERI, con el respaldo de instituciones y empresas del sector.

Durante el congreso, especialistas de Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Turquía, Canadá y Argentina presentarán investigaciones de vanguardia, compartirán casos clínicos recientes y participarán en paneles interactivos junto a líderes internacionales.
El programa científico del SIMI 2025 contempla una agenda temática diversa. El martes 23 estará dedicado al stroke hemorrágico, con énfasis en nuevas técnicas para el abordaje de malformaciones arteriovenosas, aneurismas cerebrales y hematomas subdurales crónicos, así como experiencias en robótica, telerrobótica y simulación de procedimientos.
El miércoles 24, el eje será el stroke isquémico, con avances en trombectomía, neuroprotección, vasculitis cerebral, revascularización carotídea y neurocirugía mínimamente invasiva, además de temas de neurooncología y cirugía glinfática para Alzheimer.
El jueves 25, la agenda se centrará en neurocardiología, oncología y columna, abordando el tratamiento integral del síndrome cerebro-corazón, fibrilación auricular, enfermedades valvulares y endoprótesis de aorta, junto a módulos sobre enfermedades de la columna y cursos para profesionales de la salud.

Un ACV provoca un impacto enorme no solamente en el paciente, sino en su familia y en la sociedad toda. Mucho se trabajó sobre la prevención, y aún mucho más sobre el tratamiento, desde que se comenzó con inyecciones endovenosas de factores líticos que disolvían el coágulo, hasta modernos tratamientos que permiten hoy en día la aspiración del coágulo dentro de las arterias del trombo o el retiro del mismo por métodos mecánicos.
La identificación precoz de los síntomas es fundamental para reducir la mortalidad y la discapacidad. La Fundación INECO promueve la regla HaBraSo para detectar un ACV: pedir a la persona que repita una frase, que levante ambos brazos y que sonría, observando posibles asimetrías. Por su parte, la Federación Argentina de Cardiología impulsa el acrónimo R.A.P.I.D.O., que resume los signos de alerta: rostro caído, alteración en el equilibrio, pérdida de fuerza en brazo o pierna, impedimento visual repentino, dificultad para hablar y la necesidad de obtener asistencia médica inmediata.
El contexto epidemiológico muestra disparidades entre países y estratos socioeconómicos. En el Caribe, naciones como Jamaica, Haití y Venezuela presentan niveles elevados de incidencia y mortalidad, mientras que en América del Norte se ha logrado controlar gran parte de la carga del ACV. Los países con menor desarrollo experimentan una relación directa entre el aumento de incidencia y la mortalidad, mientras que aquellos con mayor desarrollo han conseguido reducir la mortalidad incluso con más casos, gracias a mejores servicios de salud.

El estancamiento en los avances del ACV no es irreversible. El estudio de The Lancet recomienda reforzar las estrategias de prevención primaria y secundaria, ampliar los programas de control de la hipertensión —como la iniciativa HEARTS de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)— y mejorar el acceso a redes coordinadas de manejo del ictus. Si se lograra incrementar el control de la hipertensión al 50% de la población, se podrían prevenir aproximadamente 120.000 muertes por accidente cerebrovascular en la región.
Lylyk volvió a dos factores novedosos que están impactando muy favorablemente en el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación del ACV.
- El Telestroke o TeleACV. Se trata de la posibilidad de hacer diagnósticos a distancia y tratar de la misma forma a los pacientes. Ya se está implementando en ciertas provincias argentinas como Mendoza, la provincia de Buenos Aires y la ciudad de Buenos Aires, entre otros.
- La robótica endovascular. Especialmente en países como Canadá y Argentina, de una extensión geográfica muy importante, la utilización de los robots puede cambiar la historia del ACV. No se necesita que el médico esté en el lugar, sino que se conecte el robot para tratar la patología a distancia.

No se puede dejar de nombrar la importancia que tiene la utilización de métodos como la Inteligencia Artificial o el Machine Learning, donde le enseñamos a diagnosticar a la computadora, lo cual acorta sensiblemente los tiempos del diagnóstico, logrando mucho mejores resultados. Hoy en día es un método utilizado. En Buenos Aires ya hay inteligencia artificial aplicada al diagnóstico del tratamiento en algunos centros.
También tienen una gran relevancia las nuevas imágenes obtenidas por endoscopía o por tomografía de coherencia óptica, que permiten ver la pared de la arteria, la pared del coágulo ver de qué tipo de coágulo se trata para mejorar la extracción del mismo.