La mexicana Gabriela Ramos (Michoacán, 1964) quiere reemplazar a Audrey Azoulay en las elecciones de octubre en las que se elegirá al nuevo secretario general de la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, para el período 2025-2029.
Egresada de Harvard, donde obtuvo una maestría en Políticas Públicas, Ramos trabajó para la Ocde durante 20 años y desde 2020 se desempeña en la Unesco como subdirectora de Ciencias Sociales y Humanas. Trabajó con los gobiernos del PRI y el PAN en México, y ahora el gobierno de Claudia Sheinbaum impulsa su candidatura en la secretaría general.
Logo de la Unesco. Foto:AFP
¿Por qué debe existir la Unesco?
Creo que el momento actual nos da la justificación de por qué los países deben tener una institución que promueva la paz y el entendimiento entre las naciones. La Unesco, dentro del sistema de Naciones Unidas, es la que tiene el mandato más humanista, al promover la educación, la cultura, la ciencia, incluso el deporte, y que permite la construcción de puentes entre las naciones.
Cuando se proponen bienes para ser considerados como patrimonio de la humanidad son por el valor universal, por la contribución a la cultura, la historia, el arte. O cuando se promueven programas de cooperación educativa para entender cómo funciona la educación en diferentes países. Lo que hacemos es extraer lo mejor que tenemos los humanos. Justamente son los pilares de la expresión humana y permite vernos, a las diferentes culturas, como una sola humanidad.
¿Cree que en la actualidad y con los recientes acontecimientos políticos hay un intento de “reseteo” general de los organismos multilaterales que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial?
Creo que todas las instituciones tienen el deber de estar siempre reformándose y buscar ser más eficientes y efectivas. Hay países importantes que en la actualidad optan por lo bilateral o incluso lo unilateral, y esas son decisiones soberanas, legítimas, pero simplemente hay que mirar el nivel de integración que tenemos los países, que se ha construido con el desarrollo del transporte, de las comunicaciones, el turismo, ahora la IA, y el nivel de globalidad que presentan problemas como el cambio climático, la demografía, la migración.
Evidentemente no me puedo imaginar un mundo donde no haya espacios multilaterales para que los países puedan sentarse a buscar soluciones conjuntas. Problemas globales, soluciones globales. No significa hacer una apología de lo multilateral, pero no hay sustitutos. Entonces hay que hacerlo valer, ser eficiente y tener una actitud crítica también sobre cómo funcionamos las instituciones internacionales.
A medida que pasan los años, las estructuras se hacen más grandes y pierden eficiencia, se anquilosan, ¿en qué área se puede ser más eficiente?
Las instituciones, incluso las nacionales, necesitan eficiencia en los recursos que utilizan. Maximizar el impacto. Además, es importante tener mejores mediciones del impacto. Es un problema de todas las organizaciones. Se deben usar mediciones para que el dinero público que usamos, que viene de los contribuyentes, tenga sentido en términos de impactos. Porque podemos caer en hacer programas ostentosos, pero hay que ser rigurosos respecto del impacto real y avanzar sobre esa vía, como al desarrollar el primer instrumento de ética de IA.
Gabriela Ramos es la candidata de México para ser la próxima secretaria general de la Unesco. Foto:X @@gabramosp
Sobre la inteligencia artificial, ¿se puede frenar la parte más nociva de la tecnología que se decide unilateralmente y con consecuencias para el medioambiente y el empleo? ¿O solo hacerle parches y recomendaciones éticas?
Tu pregunta supone que hay una sola forma de hacer IA. Es ahí donde la Unesco piensa que hay muchas formas y hay una forma ética que tiene que ver con pensar en el impacto de las tecnologías. Hemos visto ejercicios de Amazon y Google, que son muy conocidos, en términos de reclutar perfiles de buen desempeño, pero te das cuenta de que el sistema discrimina a las mujeres. Ahí no es tan difícil dar marcha atrás y revisar los datos y los patrones, los procesos de aprendizaje automático que resultaron con un sesgo tan claro. Algo que se puede corregir para asegurarnos de que esos sesgos no deriven en impactos negativos.
¿Y respecto de lo ambiental?
El tema del consumo de energía y agua es como todo: la tecnología llega y es disruptiva. Impacta y va hacia adelante. Pero en la medida en que se toma conciencia de que los enfriadores de los avisos de IA utilizan toda el agua que necesita Londres, hay un criterio de responsabilidad y rendición de cuentas que tenemos que vigilar. No es señalar el problema y tener culpables. No, es que estamos aprendiendo en conjunto. Muchas de estas empresas están buscando desarrollar tecnologías más frugales. La decisión es nuestra, no de la tecnología. No es que va a reemplazar a los trabajos de alto valor cognitivo, eso depende de cada mercado, no es lo mismo el japonés o el alemán. Es una decisión la política pública y de las empresas que vaya en conjunto con las necesidades de cada contexto.
¿La Unesco genera alguna instancia de ética o buenas prácticas a las empresas, o con las empresas? ¿Cómo funciona ese mecanismo?
Nosotros, como organización intergubernamental, lo que hacemos es trabajar con los gobiernos. Ellos son nuestra contraparte. Obviamente, hay espacios en los que trabajamos con empresas, pero buscamos que los gobiernos tengan instrumentos, legislaciones, inversiones e incentivos para el ecosistema de la IA, y que los agentes de mercados respondan a esos incentivos. No es si las empresas nos van a hacer caso o no. Si hay un marco regulatorio claro y transparente, las empresas se ajustan.
Ahora también es cierto que dado que son tecnologías concentradas en un núcleo de empresas y también el hecho de que la mayoría de la IA la hacen privados es importante tener un diálogo con ellos. Por eso construimos un consejo de negocios con Microsoft, Telefónica, Salesforce, porque estamos aprendiendo en conjunto cómo se avanza. Hay que trabajar con ellos, pero quien decide la política son los Estados.
En medio de críticas hacia la ciencia y el pensamiento científico, ¿cómo se puede paliar la cruzada anticiencia, a veces aliada a nuevas tecnologías también?
La Unesco también esta mandatada a promover la ciencia. La organización debe ser portadora de esas misiones científicas, como la geoingeniería que interviene los ecosistemas para el cambio climático. El contexto actual es complicado con instituciones y científicos que están impedidos de hacer su trabajo, en el contexto de desinformación y redes sociales que nos dividen. Es importante que la Unesco retome el papel de la ciencia y el pensamiento científico y crítico en las escuelas. Necesitamos el pensamiento crítico para distinguir lo verdadero de lo falso, la buena información de la mala. Hay que tener mentalidad científica para evitar la desinformación, como ocurrió con las vacunas durante el covid-19.
Estados Unidos anunció que se sale de la Unesco. Foto:Shawn Thew. EFE
¿Está un favor de la geoingeniería, que hace modificaciones radicales del ambiente?
Ahora no tenemos los elementos para responder sí o no. Lo que sabemos es que es posible, que laboratorios en Estados Unidos y en India hacen explosiones en las nubes como si fueran un volcán y se genera una película que tapa los rayos solares más dañinos. Hasta no conocer los impactos y los efectos secundarios, creo que no se debe avanzar en ese sentido por el principio de precaución.
Eso hicimos con el tema del genoma humano. La Unesco sacó un documento sobre la ética de los vivientes en el que se especifica que no se debe hacer algo solo porque se puede. Estas decisiones deben ser inclusivas, y hasta ahora son cuestiones de un puñado de países. ¿Quién va a decidir si se usan o no? Ahí necesitamos a lo multilateral con participación de todo el sur global. Es cuestión de organizar la acción y la colaboración. Me gusta la tecnología y no quiero que la ética la lleve a puras restricciones. Si la geoingeniería puede ser una solución a los problemas, que lo sea con criterios de un marco ético.
¿Cómo está la situación presupuestaria de la Unesco, sobre todo con la salida de Estados Unidos?
Esperaba que Estados Unidos no se saliera. No por lo financiero. Al final del día, la Unesco, por medidas de la administración actual, tiene fondos de contingencia. Tenemos 500 millones de dólares de los gobiernos y mil millones de contribuciones voluntarias. Así que la salida de Estados Unidos representará una pérdida del 8 por ciento, lo cual es importante, pero no tan significativo como fue en 2017. El tema de fondo es que necesitamos conservar la universalidad, por eso queremos a los Estados Unidos adentro. Trabajamos con los gobiernos elegidos democráticamente, más o menos afines a lo multilateral. Siempre fue así.
MARTÍN DE AMBROSIO
Para La Nación (Argentina) - GDA
Este artículo es una versión editada del original, que fue publicada antes de la retirada oficial de EE. UU. UU. de la Unesco.