
Mantener una casa limpia y ordenada no solo es un asunto estético, sino también una cuestión de salud. Sin embargo, en muchos hogares se adoptan hábitos de limpieza que, aunque comunes, no son los más adecuados para garantizar un entorno realmente higiénico.
Muchos de estos hábitos, según Claudina Navarro Walter, especializada en ecología, bienestar y nutrición, si no se corrigen, pueden dar lugar a la acumulación de suciedad, bacterias y otros elementos perjudiciales para la salud.
Aunque parece que más productos significa más limpieza, lo cierto es que el uso excesivo de éstos no solo incrementa los costos, sino que también puede dañar el medio ambiente. Además, algunos ingredientes volátiles de estos productos, como los perfumes, pueden afectar la calidad del aire en interiores.
Lo ideal es utilizar productos básicos como un limpiador multiusos, uno para madera y otro para acero inoxidable. También puedes optar por hacer tus propias mezclas con ingredientes naturales como vinagre o bicarbonato.

La limpieza superficial no es suficiente para mantener la higiene en el hogar. Áreas como los rincones del baño, detrás de los muebles o el interior de los electrodomésticos acumulan suciedad, bacterias y alérgenos. Es importante planificar limpiezas profundas de manera regular, al menos cada dos o tres meses, para evitar problemas mayores como reparaciones costosas o problemas de salud.
El exceso de detergente en la lavadora no mejora la limpieza de la ropa; al contrario, puede dejar residuos que irritan la piel y dañan los tejidos. Para lograr una limpieza eficiente, siempre es recomendable seguir las instrucciones del fabricante y no usar más detergente del indicado.

Aunque una alfombra pueda parecer limpia, en realidad alberga polvo, ácaros y otros alérgenos. Es fundamental aspirar con la frecuencia adecuada, dependiendo del uso de cada habitación. Si experimentas síntomas de alergia, como estornudos o congestión, podría ser una señal de que es hora de aspirar.
Mezclar productos de limpieza puede ser peligroso. Combinar lejía con vinagre o bicarbonato puede generar gases tóxicos. Es esencial leer las etiquetas de los productos antes de usarlos para evitar mezclas peligrosas. Asegúrate de que los limpiadores sean compatibles entre sí.

Es sorprendente, pero las herramientas de limpieza como esponjas, mopas y cepillos pueden convertirse en criaderos de bacterias si no se lavan y desinfectan regularmente. Para evitar redistribuir los gérmenes en tu hogar, es importante lavar estos utensilios después de cada uso.
Las sábanas acumulan sudor, sebo corporal y células muertas de la piel. Para evitar que se conviertan en un caldo de cultivo para bacterias, es recomendable lavar las sábanas al menos una vez a la semana. Mantener una higiene adecuada en la ropa de cama es clave para un ambiente de descanso saludable.
Dejar los platos sucios en el fregadero atrae insectos y genera un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias. Es importante adquirir el hábito de lavar los platos inmediatamente después de usarlos o, si es posible, colocarlos en el lavavajillas.
El teléfono móvil es uno de los objetos más tocados a lo largo del día, y, por tanto, uno de los principales focos de gérmenes. Es esencial limpiarlo regularmente con productos seguros para dispositivos electrónicos.

El uso de limpiadores incorrectos puede dañar superficies sensibles como la madera o el granito. Asegúrate de usar productos específicos para cada tipo de material. El vinagre, por ejemplo, es excelente para limpiar acero inoxidable, pero puede dañar mármol o piedra.
Los zapatos traen consigo gérmenes y suciedad del exterior. Para evitar que estos elementos entren en la casa, lo mejor es dejar los zapatos en la entrada y utilizar zapatillas o calcetines limpios dentro de casa.
La humedad en lugares como las cortinas de ducha o las toallas puede promover el crecimiento de moho, lo cual es perjudicial para la salud. Es importante ventilar el baño, secar las mamparas y cortinas, y colgar las toallas fuera de ese ambiente para que se sequen entre cada uso.

El desorden no solo dificulta la limpieza, sino que también se convierte en un refugio para gérmenes e insectos. El papel acumulado y otros objetos innecesarios pueden esconder bacterias y otros contaminantes. Organizar regularmente los espacios y deshacerse de lo que no se necesita ayuda a mantener la casa limpia y ordenada.
Las almohadas acumulan aceites corporales, células muertas y ácaros del polvo. Es recomendable lavar las almohadas al menos dos veces al año para mejorar la higiene y la calidad del sueño.

Los alimentos que se dejan fuera de la heladera por más de dos horas pueden desarrollar bacterias peligrosas que causan enfermedades. Es fundamental guardar las sobras lo antes posible para evitar riesgos para la salud.
Procrastinar las tareas de limpieza puede generar acumulación de suciedad y desorden. Dedicar unos minutos cada día a mantener el hogar limpio ayudará a evitar que las tareas se conviertan en un problema más grande y abrumador.