
El aumento de la población de ratas en ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia ha dejado de ser una simple percepción para convertirse en un fenómeno documentado por expertos. Según la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), “no se trata solo de una sensación ciudadana: nuestras empresas asociadas también constatan un repunte de avisos e intervenciones, incluso en zonas donde antes no era habitual detectarlas”, afirma Sergio Monge, presidente de la organización, en un comunicado.
Este incremento afecta tanto a espacios públicos como privados y se atribuye a la combinación de ratas más resistentes y restricciones normativas que limitan las herramientas de control.
“Las ratas constituyen una seria amenaza para la salud pública, ya que son vectores conocidos de más de una treintena de enfermedades”, advirtió Monge. Entre ellas se encuentran la leptospirosis, la salmonelosis y la enfermedad de Weil, lo que convierte cada foco en un riesgo sanitario real para la población.
El problema no es exclusivo de España. Un estudio internacional dirigido por Jonathan Richardson, de la Universidad de Richmond, analizó datos de 16 ciudades durante más de 12 años. Los autores concluyeron que “las temperaturas más cálidas extienden el período de actividad de las ratas y favorecen su reproducción”.
El calentamiento global y la urbanización acelerada han impuesto el crecimiento de las poblaciones de ratas en urbes como Washington D. C., Nueva York o Ámsterdam, mientras que solo tres ciudades, entre ellas Nueva Orleans, registraron descensos.
“Una o dos semanas más de actividad en la superficie pueden traducirse en uno o dos episodios reproductivos adicionales, acelerando el crecimiento de la población”, explicó Richardson.
Igualmente, la urbanización y la densidad poblacional ofrecen a las ratas más refugios y fuentes de alimento, facilitando su proliferación: “A medida que las ciudades crecen y se densifican, las ratas encuentran más refugios y fuentes de alimento, lo que facilita su proliferación”, señalaron los investigadores de ANECPLA.
Pero el control de ratas implica un gasto considerable. Un estudio de 2007 estimó que en Estados Unidos las pérdidas por daños a infraestructuras y contaminación de alimentos alcanzaban los 27.000 millones de dólares al año (23.140 millones de euros).
Además, la presencia constante de estos roedores puede afectar a la salud mental de los habitantes, generando estrés y ansiedad en comunidades con altas tasas de infestación.
El problema se replica en Europa. Berlín alberga alrededor de dos millones de ratas, mientras que París tiene cerca de cuatro millones solo a orillas del Sena.
En Inglaterra, se han capturado ejemplares de hasta 56 centímetros. Piet Maas, conocido como el “Flautista de Tilburgo”, señaló: “Créanme, un lobo es un encanto comparado con la rata. Incendios en graneros, daños en casas, propagación de enfermedades: la rata es la responsable de todo”.
La raíz del problema, según los expertos, está en la conducta humana. “Donde hay personas, hay ratas”. La acumulación de residuos, la mala gestión de la basura y la falta de mantenimiento en infraestructuras urbanas crean el entorno ideal para su proliferación.

ANECPLA aconseja a los ciudadanos y a las autoridades tomar medidas concretas para prevenir la proliferación de ratas. Entre ellas, destacan el uso adecuado de los contenedores de basura, evitar la acumulación de residuos en patios y zonas comunes, mantener en buen estado los sistemas de drenaje y no dejar restos de comida al aire libre.
En caso de plaga, la organización insiste en acudir únicamente a empresas inscritas en el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas (ROESB), garantizando así intervenciones seguras y efectivas. Además, ANECPLA solicita que los contratos públicos prioricen la calidad técnica y la seguridad por encima del precio, asegurando un control profesional y responsable de las plagas.