El presidente en funciones de la Generalitat, Carlos Mazón, compareció este martes ante la comisión de investigación en Les Corts Valencianes para explicar su actuación durante la DANA que el 29 de octubre de 2024 se cobró la vida de 229 personas en la Comunitat Valenciana. En una intervención leída de 23 minutos, el líder popular defendió su gestión, reivindicó haber asumido la máxima responsabilidad política con su dimisión y dirigió sus reproches al Gobierno central, al que acusó de “falta de información” y de haber dejado sola a la Generalitat “en los días más duros”.
Ante una sala repleta y con la presencia de representantes de las víctimas fuera del edificio, Mazón ofreció un discurso de tono institucional y defensivo. Evitó responder directa a la batería de preguntas formuladas por la oposición, pero aprovechó su comparecencia para exponer su relato: el de un presidente que, según dijo, fue “víctima de bulos y campañas” y que “ha dado la cara desde el primer día”.
“Pudo haber errores, los he asumido. Nada me ha apartado de la verdad. Hemos soportado bulos, mentiras, amenazas, juicios, ataques de toda índole y aquí estoy: dando la cara”, afirmó Mazón al inicio de su discurso. La frase sirvió de punto de partida para su defensa personal y política. Admitió que pudo haber decisiones erróneas o insuficientes durante la emergencia, pero reivindicó haber actuado siempre conforme a la información disponible y con la voluntad de transparencia.
A su juicio, la comisión de investigación —constituida tras la catástrofe y prolongada durante meses— se ha centrado en su figura y no en las causas estructurales que agravaron la tragedia. “Se ha querido convertir mi persona en el epicentro de la responsabilidad política, cuando esta tragedia fue el resultado de múltiples fallos de información y coordinación”, sostuvo. Mazón denunció haber sido objeto de “una campaña de acoso político y mediático” y subrayó que su presencia en Les Corts es “una muestra de respeto a la verdad y a las víctimas”.
Mazón dedicó buena parte de su intervención a recordar que presentó su dimisión “como acto de responsabilidad y de respeto hacia los valencianos”. “Soy el único que ha asumido responsabilidades políticas. He renunciado a la Presidencia; ¿qué más quieren comparar?”, afirmó. Insistió en que su renuncia fue una decisión personal, no impuesta, y que su intención fue “dar ejemplo de dignidad institucional”.
El dirigente popular afirmó que ningún otro responsable, ni en la Generalitat ni en el Gobierno central, ha dado un paso similar pese a la magnitud de la tragedia. “Nadie ha dado más explicaciones que yo”, subrayó, defendiendo que su comparecencia, su renuncia y la creación de comisiones de investigación en distintos niveles “demuestran un compromiso inequívoco con la rendición de cuentas”. Mazón aseguró que su futuro político es “irrelevante” frente a la necesidad de que la Comunitat Valenciana recupere la confianza en sus instituciones.
Uno de los asuntos más delicados de su comparecencia fue el retraso en el envío del aviso de emergencia a través del sistema ES-Alert. “El Cecopi ignoraba el problema en l’Horta Sud. Nadie me pidió permiso para enviar el ES-Alert”, aseguró. Mazón negó rotundamente que él diera o retuviera la orden para el envío de la alerta, que finalmente llegó a los teléfonos móviles a las 20.11 horas, cuando la mayoría de las víctimas ya habían fallecido.
El presidente en funciones de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, comparece para declarar ante una comisión parlamentaria (Europa Press)Según su versión, el Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) desconocía que la situación en la comarca de l’Horta Sud se había agravado a esa hora y, por tanto, no actuó a tiempo. “El Cecopi no tenía constancia del desbordamiento real del barranco del Poyo”, explicó, y añadió que “ningún mando operativo” le solicitó autorización alguna para enviar el mensaje. Mazón insistió en que la Generalitat no retrasó el envío del aviso y que, de haber tenido conocimiento del riesgo extremo, se habría actuado de inmediato.
La polémica por su almuerzo el día de la tragedia también ocupó un espacio destacado en su intervención. “No soy miembro del Cecopi, pero ¿solo yo debí cambiar mi agenda? Todos saben dónde comí y con quién hablé pero, ¿saben con quién habló Sánchez y el resto de los responsables? No me llamó ni Sánchez, ni la delegada del Gobierno, ningún ministro, ni Adif ni Policía. No me llamaron porque poco tenía yo que aportar a la emergencia”, dijo Mazón. Con esa afirmación defendió que su papel no era operativo, sino político, y que se mantuvo en contacto con su equipo mientras comía en Valencia con la periodista Maribel Vilaplana.
Explicó que, en aquel momento, las informaciones de las que disponía apuntaban a que la emergencia estaba “focalizada en Utiel” y no en la comarca de l’Horta. “Estuve atento, haciendo llamadas, recibiendo información y en contacto con Interior”, precisó. Mazón reprochó que se haya querido convertir esa comida “en el eje del debate público”, cuando, a su juicio, lo relevante era “analizar los fallos estructurales del sistema de alerta”. También lamentó que se haya “tratado de arruinar la carrera de una profesional” por coincidir con él en el “peor día de nuestra historia”.
Uno de los reproches más duros de Mazón se dirigió al Gobierno central. “Se retiraron en segundos. 96 horas para movilizar al Ejército, por el amor de Dios”, exclamó. Según su relato, la Unidad Militar de Emergencias tardó cuatro días en desplegarse completamente en las zonas más afectadas, y durante ese tiempo la Generalitat asumió en solitario las tareas de rescate y asistencia.
Mazón acusó al Ejecutivo de Pedro Sánchez de “haber desaparecido” durante los primeros días y de “desentenderse” después en la fase de reconstrucción. “Nadie del Gobierno ha comparecido en esta comisión. Nosotros sí hemos asumido el desgaste”, señaló. Reclamó explicaciones a los ministerios de Interior y Defensa y denunció que la Generalitat no recibió apoyo logístico suficiente hasta que “la magnitud del desastre fue evidente”.
El presidente en funciones también hizo autocrítica de su confianza en las promesas del Ejecutivo central. “Yo me fie del Gobierno de que nos iba a traer el mayor nivel de colaboración posible. Feijóo me adivirtió: no ocurrirá. Y tenía razón”, reconoció. Explicó que en las primeras horas de la emergencia aceptó la versión de los responsables estatales de que se estaban movilizando todos los recursos, pero finalmente comprobó que la respuesta fue limitada y tardía.
Mazón aseguró que actuó “de buena fe” y que su prioridad fue coordinar los esfuerzos de todas las administraciones, sin plantear un enfrentamiento político en mitad de la tragedia. No obstante, lamentó que la confianza en el Gobierno “no se correspondiera con los hechos” y afirmó que la falta de coordinación entre administraciones “costó un tiempo precioso”.
Mazón denunció que se ha intentado “convertir su figura en el chivo expiatorio de la tragedia”. “Mis errores han servido para transmitir una imagen de lejanía. Mi persona sigue siendo la gran excusa política para tapar la falta de cooperación del Gobierno”, dijo. A su juicio, algunos partidos han utilizado su caso “para eludir su deber de colaboración en la reconstrucción” y para “justificar la inacción del Estado”.
El dirigente popular sostuvo que su imagen ha sido “utilizada por el Gobierno y la izquierda política” como una herramienta de desgaste, mientras que la Generalitat “seguía trabajando en la atención a las víctimas”. Recalcó que su renuncia no fue “una huida” sino “una forma de facilitar la estabilidad política” y que la comisión debía centrarse en “aprender de lo ocurrido, no en destruir reputaciones”.
“No tengo responsabilidad operativa en la gestión de la emergencia. Quienes la tenían nos despertaron con alerta amarilla, no roja”, recordó. Con esa frase, Mazón quiso delimitar su papel durante la catástrofe. Aseguró que las decisiones técnicas correspondían a los organismos de emergencias y a los mandos de la Confederación Hidrográfica del Júcar y Aemet, que mantenían en esas horas un pronóstico más benigno.
Explicó que la Generalitat actuó conforme a los protocolos vigentes, que establecían la activación de distintos niveles de alerta en función de los informes de esas agencias. Según dijo, los técnicos decretaron una alerta amarilla a primera hora, luego naranja y finalmente roja cuando el desastre ya estaba en curso. Mazón insistió en que su papel era político, no técnico, y que ningún presidente autonómico “puede decidir unilateralmente las alertas meteorológicas”.
Mazón defendió con firmeza la labor de los servicios autonómicos de Protección Civil y de emergencias. “Emergencias actuó con la información disponible, no con la que nunca llegó. El sistema autonómico funcionó”, sostuvo. Subrayó que se enviaron más de 22.000 mensajes de aviso y más de 6.000 correos electrónicos a los municipios, y que los técnicos actuaron “de forma ejemplar” dentro de los límites de la información disponible.
El presidente en funciones agradeció expresamente el trabajo de los bomberos, los servicios sanitarios y los voluntarios, y recalcó que “ninguna agencia valenciana retuvo información que hubiera podido salvar vidas”. Para Mazón, la tragedia fue consecuencia de “una concatenación de errores de información y previsión meteorológica” que escapaban al control del Ejecutivo autonómico.
Mazón cerró su intervención con un mensaje de advertencia ante los fenómenos meteorológicos extremos. “No podemos resignarnos a no saber cómo, cuándo y cuánto va a llover. Los valencianos merecemos estar preparados”, afirmó. Reclamó inversiones para la monitorización de cauces y la instalación de sensores en todos los barrancos, recordando que, un año después de la tragedia, “solo hay uno operativo en el barranco del Poyo”.
El dirigente popular apeló a la unidad institucional para reforzar los sistemas de alerta y mejorar la coordinación entre administraciones. Subrayó que los valencianos “no pueden volver a enfrentarse a una tragedia de esta magnitud sin las herramientas adecuadas” y pidió que la comisión sirva para “extraer conclusiones útiles y no para reabrir heridas políticas”.
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