La semana pasada en dos encuentros regresó a la Liga Profesional como prueba piloto el hincha visitante en Lanús contra Central e Instituto frente a River. No pasó una semana y la barra de Aldosivi ya dejó en claro que será una tarea titánica volver a la normalidad: en pleno partido frente a Newell’s, en el Mundialista, la facción de Plaza Italia que intenta ganar terreno en la tribuna se enfrentó con la de Nuevo Golf, que maneja el número dos de la barra, llamado Carlos Juárez y a quién apodan Kiu. Las imágenes ya están recorriendo el planeta: uno de los miembros de la barra oficial, que lidera desde siempre Luis el Indio Coman, sacó una faca según los hinchas, un palo según la Seguridad, y empezó a atacar a sus rivales, dejando malherido a uno de los integrantes del bando contrario.
Hasta ahora la Justicia no detuvo a nadie pero las imágenes son contundentes y se abrió una causa por lesiones leves agravadas por haber sido cometidas en el ámbito de un espectáculo deportivo con intervención de la fiscal María Mandagarán y su colega Graciela Trill.
El problema viene desde hace tiempo aunque en el último año parecía que las cosas se habían calmado. Más cuando Coman, mostrando otra vez su poder, había zafado de una causa judicial que lo podía haber mandado varios años tras las rejas. En mayo pagó junto a otros tres barras 25 millones de pesos para cerrar una causa por robo agravado en poblado y en banda más coacción agravada que lo hubiera dejado mucho tiempo tras las rejas y otra vez su prontuario quedó libre. En ese momento, volvió fortalecido a la tribuna e hizo algunos movimientos para que su gente del barrio San Martín tenga definitivamente preeminencia. Y la interna, que parecía apagada, comenzó a cobrar vuelo nuevamente. Porque si él terminaba preso, coronaba la gente de Nuevo Golf que vio como la posibilidad de pasar al frente quedaba abortada. Y también la de Nueva Italia, que suponía que ya sin Coman en el paravalancha, les correspondía a ellos y no a la gente de Kiu Juárez la tribuna. Ese cóctel fue el que explotó definitivamente en la tarde de este sábado.
Para entender la batalla hay que remontarse a agosto de 2022, cuando varios autos de los jugadores de aquella época del club fueron incendiados en la ciudad deportiva. El escándalo fue tal que la Policía pidió la cabeza de los barras y así llegaron a los hermanos Sosa, de la facción Plaza Italia. Estos entendieron que fue Coman el que los señaló y juraron venganza. Y a la semana su gente fue hasta la sede del club sabiendo que allí los iban a encontrar: hubo una pelea que terminó con una balacera y un herido de la facción oficial.
Todo lo que vino después hasta marzo de 2023 fue demencial. El grupo de Villa Italia consiguió el apoyo de Jorge Roldán, alias el Pelado, un ex convicto que trajo a amigos que tenía del mundo del bajo fondo y se planteó una guerra que tuvo tres capítulos a balazos, uno de ellos en una plaza de la ciudad que estaba repleta de chicos jugando que dejó cuatro heridos de arma de fuego, entre ellos un niño de 11 años. Además hubo quema de casas de los líderes rivales, un enfrentamiento en el que un barra perdió la visión de un ojo y otro en el barrio San Martín, el de Coman, que aterrorizó a toda La Feliz. Pero el ganador finalmente, y como siempre en los últimos 20 años, fue el Indio Coman, que logró echar de la tribuna a los Sosa, al Mono Ledesma y al Gordo Pino, que eran lo que habían armado la rebelión. Y ascendió a los de Nuevo Golf como sus segundos. Claro que los echados se fueron pero antes atacaron a balazos: cuando se iba el 2023 el segundo de Coman, apodado el Negro Fleitas, terminó con seis impactos en el cuerpo.
El vuelto vino rápido, apenas volvió el fútbol en 2024 la barra oficial emboscó a 500 metros del Mundialista a la disidente con armas de fuego y todo terminó con un detenido, Facundo Venegas, el yerno de Carlos Juárez, el número dos de la barra, el famoso Kiu, que había subido a ese sitial a reemplazar al Negro Fleitas.
Desde entonces todos se sometieron al reino de Coman. El Indio, de 54 años, admitió tiempo atrás a Infobae que la Policía, la dirigencia y los políticos hablan con él para cualquier cosa que ocurre en el Minella. Casi como si fuera el dueño de ese espacio municipal. Y ese poder lo utilizó para ir acrecentando su figura y que nadie le hiciera sombra.
Así durante un largo año y medio, Aldosivi vivió en paz. La paz de los cementerios, pero paz al fin según comenta un funcionario del área de Seguridad. Pero ya a comienzos de este año empezaron a verse movimientos extraños. Porque Coman iba a juicio oral con buena parte de su grupo y se estimaba que les darían no menos de cinco años de prisión. Llegaban en libertad al juicio después de que la barra hiciera una insólita demostración de fuerza en Tribunales cortando la calle y tirando petardos al grito de “que quilombo se va a armar si al Indio no lo dejan en paz” y a la semana fue excarcelado. Y aunque seguía con ese proceso judicial, no tenía derecho de admisión. Argentina en su máxima expresión.
Lo cierto es que llegado el momento, el 13 de mayo pasado, Coman a horas del juicio arregló por la figura de reparación integral del daño pagar la millonaria cifra de 25 millones de pesos y como la Justicia aceptó el trato, el juicio se frustró. Y se frustró también el deseo de dos barrios de coronar: Nuevo Golf, que creía que había llegado su hora porque era la línea sucesoria lógica, y Plaza Italia, que quería volver por la revancha.
Fue ahí que todo se caldeó. Fuentes de la Policía aseguran que los de Plaza Italia fueron a decirle a la jefatura que se alineaban bajo su mando, pero que les permitieran vender sustancias ilegales en el Minella y sus alrededores. La venta de estupefacientes es un sustento permanente en los distintos grupos de la barra de Aldosivi. Y como la respuesta fue negativa se tramó la venganza para esta tarde. Otros, más curtidos en el tablón, dan otra versión: que el lío lo inició Nuevo Golf y usaron de excusa a los de Nueva Italia para que se metiera el Indio y le pusieran el derecho de admisión y ellos subieran al lugar con el que venían soñando. Como fuera, lo cierto es que la batalla sucedió. Los de Nueva Italia, que además están alentados desde el penal de Batán por un ex barra llamado Marcos Lencina, que fue el segundo de Coman hasta 2018, aceptaron el reto sin saber que los oficiales estaban preparados para la guerra. Y ahí se dieron esas imágenes dantescas que recorren el planeta. Quedaron tres heridos, ningún detenido y una sensación imposible de describir: así como están las cosas, los violentos van a ganar una vez más la batalla contra todos los que quieren un fútbol normal.