La “avalancha negra” sobre Aberfan: un alud de piedra y barro, 116 alumnos aplastados y la fría respuesta de la reina Isabel II

hace 11 horas 1
Los niños que murieron teníanLos niños que murieron tenían entre 7 y 10 años. Era su último día de clase. Estaban dando el presente cuando la avalancha arrasó la escuela (AP Photo)

El reloj marcaba las 9.15 de la mañana del jueves 21 de octubre de 1966 y los chicos de la escuela primaria Pantglas, en el pueblo de Aberfan, Gales, estaban comenzando sus clases. Había un clima festivo en las aulas porque era el último día de escuela antes de que comenzaran las vacaciones. También los vecinos estaban iniciando las actividades del día, centradas en los pequeños comercios, pero fundamentalmente en la mina de Merthyr Vale, un yacimiento de carbón que llevaba un siglo produciendo y daba trabajo a gran parte la pequeña comunidad.

Los alumnos estaban acomodándose en sus pupitres y los maestros intentaban acallar su bullicio cuando las luces de las aulas empezaron a centellear. Un instante después se escuchó un violento ruido que uno de los docentes sobrevivientes definió como “si un jet estuviera volando demasiado bajo sobre la escuela”. El ruido, en realidad, lo producía una avalancha negra que partía de la mina, bajaba por la ladera de la montaña y arrastraba todo lo que encontraba a su paso: rocas, árboles y casas que iban acrecentando su volumen. Esa “avalancha negra” eran más de 40.000 metros cúbicos de escombros de la mina de carbón de Merthyr Vale.

Durante más de medio siglo, toneladas de desechos de la excavación de la mina –barro, piedra caliza y carbón- habían sido depositados irresponsablemente en la cumbre de la montaña de Mynydd Merthyr, directamente sobre el pueblo y ese día colapsó debido a la acumulación de agua y residuos que empezó a deslizarse por la ladera de la montaña. Pocos minutos después de que todos escucharan el estruendo, la “avalancha negra” inundó la escuela con una violencia inusitada.

Al estruendo y los gritos de desesperación los siguió el silencio, un silencio de muerte. “Todo quedó demasiado quieto y silencioso, como si la naturaleza se hubiera dado cuenta de que había cometido un error tremendo y hubiera quedado anonadada”, describió Cyril Vaughan, un profesor de la escuela secundaria del pueblo –muy cercana a la primaria– en 2016, cuando la BBC lo entrevistó al cumplirse medio siglo de la tragedia. La escuela secundaria también sufrió daños y dieciocho casas en las calles circundantes quedaron destruidas. El barro y el agua del deslizamiento inundaron otras casas en las cercanías, obligando a muchos a evacuar sus hogares.

Muchos de los niños yMuchos de los niños y maestros murieron por el impacto o asfixia. Entre los fallecidos hubo cinco maestros y 116 niños de escuela primera, casi la mitad de los alumnos de la Primaria Pantglas. Otros 38 niños resultaron heridos, algunos gravemente

Una vez que el material del deslizamiento se detuvo, se solidificó nuevamente. Un enorme montículo de lodo de casi diez metros de altura bloqueó el área. El director en funciones de la escuela secundaria recordó: “La entrada de las niñas estaba aproximadamente entre dos tercios y tres cuartas partes llena de escombros y materiales de desecho, me subí a los escombros de la puerta, cuando miré directamente delante de mí vi que las casas de Moy Road se habían esfumado en una masa de material de desecho y que el frontón de la Junior School, o parte del techo, sobresalían de este pantano. Miré a mi derecha y vi que las casas de Moy Road habían desaparecido”.

Apenas pudieron reaccionar, los padres de los alumnos y vecinos corrieron desesperados al colegio y comenzaron a excavar para tratar de desenterrar a los niños. Después llegaron la policía y los rescatistas, y a medida que se propagó la noticia, también cientos de personas de poblados cercanos llegaron a Aberfan para tratar de ayudar.

Fue muy poco lo que pudieron hacer. Sólo unos pocos niños fueron rescatados vivos en los primeros minutos. Después de las 11 de la mañana local ya no se encontraron sobrevivientes. Muchos de los niños y maestros murieron por el impacto o asfixia. El resto de los muertos eran habitantes que se encontraron en el paso de la avalancha de barro.

La tragedia de Aberfan –como se la llamó– se consumó en apenas unos minutos, pero sus consecuencias produjeron una herida imborrable en la historia de Gales y de toda Gran Bretaña. El saldo en vidas fue aterrador: 144 muertos, de los cuales 116 fueron niños de entre 7 y 10 años que asistían a la primaria Panglas; otros 38 chicos fueron rescatados con vida, la mayoría de ellos gravemente heridos.

La mayoría de los mediosLa mayoría de los medios británicos calificaron a la Reina Isabel II de “insensible” y en un intento de corregir su error, la Isabel II visitó luego en cuatro ocasiones el pequeño pueblo de Gales

Cuando se conoció la noticia del derrumbe y el terrible saldo en vidas que había dejado, el mundo se conmovió. El Papa Paulo VI expresó desde Roma toda su “compasión y ternura por el dramático suceso”, mientras el primer ministro británico, Harold Wilson, viajó de urgencia hasta Aberfan para solidarizarse con sus habitantes. También fueron dos enviados de la reina Isabel II, el príncipe consorte Felipe y Lord Mountbatten, a los que se sumó el marido de la princesa Margarita, Lord Snowdon, quienes permanecieron varias horas en el pueblo como muestra de apoyo a los vecinos y los familiares de las víctimas.

Pero ninguna de esas presencias sirvió parar disminuir el impacto que provocó en la sociedad británica la ausencia de la reina que, inexplicablemente, prefirió quedarse en el Palacio de Buckingham. Isabel II no demoró en arrepentirse de esa decisión –que desató una ola de críticas en los medios y la sociedad británica– y viajó ocho días después al lugar de la tragedia, cuando ya era tarde para revertir el desgaste que sufrió su imagen.

Padres, familiares y amigos observanPadres, familiares y amigos observan cómo los equipos de rescate siguen trabajando sin descanso entre el lodo negro, horas después de que este se deslizara por la montaña artificial de residuos de carbón y sepultara la escuela (AP Photo)

Esa tardía visita, en la cual fue recibida por una niña que le entregó un ramo de flores y un mensaje “de parte de los niños que quedan en Aberfan”, no sirvió para acallar las críticas que había provocado esa demora. La mayoría de los medios británicos calificó a la monarca de “insensible” y en un intento de corregir su error, la reina visitó luego en cuatro ocasiones el pequeño pueblo de Gales, una de ellas para inaugurar un nuevo colegio de primaria, tal y como prometió cuando se produjo la tragedia.

El episodio de la ausencia de la reina inmediatamente después de la tragedia de Aberfan volvió a ser objeto de discusión en 2016 con el estreno del capítulo que aborda el hecho en The Crown –la serie de Peter Morgan para Netflix que reconstruye la vida y el extenso reinado de Isabel II-, donde vuelve a mostrársela como una persona insensible al dolor de sus súbditos galeses. En la serie, todo el mundo está devastado por el desastre minero menos la reina, que se esconde de la conmoción en el Palacio de Buckingham, incapaz siquiera de emocionarse con una tragedia que se cobró casi 150 vidas, la mayoría de ellas de niños.

En la reconstrucción se rescata la razón que alegó Isabel en un primer momento para no viajar a Aberfan: que su presencia allí acapararía la atención y se convertiría en un estorbo para los trabajos de rescate. Sin embargo, se la muestra fría como el hielo, al punto de apenas derramar trabajosamente una lágrima por los muertos.

Las filas de los cortejosLas filas de los cortejos fúnebres avanzan lentamente y convergen en el cementerio de Bryntaf, en el pueblo de Aberfan, Gales, el 27 de octubre de 1966, mientras los ataúdes de los niños pequeños son depositados junto a la fosa común del cementerio

Sin embargo, esa imagen que muestra la serie reabrió también el debate y puso en negro sobre blanco por primera vez otras posibles causas de la ausencia de la monarca. “Creo que Aberfan afectó profundamente a la reina cuando fue allí. Fue una de las pocas ocasiones en que derramó lágrimas en público”, salió a decir Sir William Heseltine, que servía en la oficina de prensa real en ese momento.

También se rescató un mensaje que la monarca envió de inmediato a los pobladores del pueblo galés, donde dice que está “profundamente conmovida” y que acompaña “profundamente en el sentimiento” a los familiares de las víctimas. Y termina: “Estoy abrumada y horrorizada al saber el terrible desastre”. Para dar por terminada la polémica, Sally Bechdel Smith, biógrafa de Isabel II, citó la explicación que dio la propia reina para no viajar de inmediato a Aberfan: “No voy a ir porque la gente me atenderá a mí y tal vez desatenderán a algún pobre niño que puede ser hallado bajo los restos”, dijo.

Más allá de las justificaciones –propias y ajenas-, la tardía respuesta de la monarca quedó grabada en la historia como una de las manchas más oscuras de su extenso reinado. Hace unos años, en una entrevista con lord Martin Charteris, antiguo consejero de la corona, el cronista de la realeza Gyles Brandreth le preguntó:

-¿Hay algo de lo que Su Majestad esté arrepentida?

El consejero no dudo siquiera un segundo y respondió con una sola palabra:

-Aberfan – dijo.

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