John Lithgow reflexionó sobre el peso de su legado: “Espero haber dignificado la profesión”

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John Lithgow participó del reciente éxito con la película "Cónclave" (Diamond Films)

“Espero haber dignificado la profesión actoral”, confesó John Lithgow en un reportaje para la portada de la revista The Rake, al rememorar más de siete décadas entregadas a la interpretación. A sus 79 años, el actor es considerado un titán del ámbito del entretenimiento internacional.

Su pasión que inició de niño en los teatros regentados por su padre, hoy lo lleva a encabezar proyectos como la obra “Giant” y a reflexionar sobre el alcance y el legado del arte. Dotado de una carrera colosal, Lithgow supo reinventarse en cada etapa, enfrentando con honestidad los dilemas éticos y creativos de su oficio y dejando una huella imborrable en cada generación de espectadores.

En una entrevista con "TheEn una entrevista con "The Rake", el actor repasa-ó su legado actoral y reflexionó sobre la dignidad en la profesión (Portada The Rake)

“Aprendí a actuar por ósmosis”, relató el intérprete, sobre sus primeras vivencias junto a su familia en los teatros de repertorio que su padre dirigía por Estados Unidos. Desde Ohio hasta Rochester, el futuro artista y sus hermanos absorbieron el arte escénico observando ensayos al aire libre, impregnándose del oficio desde edades tempranas.

Pese a la presión y a las advertencias habituales de los más grandes, de pequeño sentía que su destino iba ligado a la creatividad. A propósito de esto, ironizó: “Desearía tener un centavo por cada vez que alguien en la compañía de mi padre dijo: ‘no te hagas actor’”.

La formación académica tampoco le fue ajena. En Harvard, se graduó magna cum laude en historia y literatura inglesa, aunque su bagaje práctico en actuación le marcó el verdadero rumbo: “Al llegar, tenía experiencia en escenarios, diferente a mis compañeros. Eso me abrió las puertas en el teatro universitario”.

Tras recibir una beca Fulbright, sus estudios lo llevaron al London Academy of Music and Dramatic Art, cimentando así un futuro donde diseño, dirección y actuación se combinarían con naturalidad: “Era un polímata teatral”. Además añadió: “Asumía que sería un actor de repertorio estadounidense, simplemente. Era enormemente satisfactorio”.

El actor destaca por suEl actor destaca por su versatilidad y su impacto en teatro, cine y televisión (Archivo)

Lithgow supo que su carrera podía trascender cualquier frontera. “Le dije a mi padre que debía salir de su protección y me fui a Nueva York”, recordó. Su salto fue inmediato: en 1973 protagonizó “The Changing Room” en Broadway y obtuvo su primer premio Tony por ese trabajo en el legendario Morosco Theatre.

A partir de ahí, su carrera se pobló de retos y personajes disímiles. Sobre esto, admitió: “Era un actor de repertorio, usaba distintos sombreros: dirigía, diseñaba, actuaba”. A una década del Tony, dio un salto y obtuvo una nominación al Oscar por encarnar a Roberta Muldoon en “The World According to Garp”.

El intérprete, lejos de hallar límites en los géneros, se sumergió en todo tipo de historias; desde el thriller y la comedia hasta el drama y el cine histórico. “Me daba gran satisfacción, justo lo que siempre soñé”. Muchas de estas experiencias, reconocidas tanto por la crítica como por el público, fueron también recompensadas con premios Emmy.

Las series no quedaron fuera de su repertorio reciente; su papel como el inquietante Trinity Killer en Dexter destacó una vez más su capacidad para sorprender. “Dexter aún es un éxito en Netflix, y me permite mostrar un costado siniestro que pocos se imaginan”, comentó sobre su vigencia en la industria actual.

Lithgow busca reivindicar la empatíaLithgow busca reivindicar la empatía y la verdad en cada personaje que interpreta (REUTERS)

El gran salto a la cultura popular llegó en 1996 con 3rd Rock from the Sun, sitcom que marcó una época en la televisión estadounidense. “Nunca pensé en hacer una sitcom, pero la crearon amigos muy queridos. Pensé: bueno, ¿por qué no?”, reconoció. Durante seis temporadas interpretó al extravagante Dick Solomon y recibió el Globo de Oro.

Para Lithgow, el formato sitcom con público en vivo representaba una esencia inigualable y planteó: “Creo que el sitcom con audiencia fue el gran invento estadounidense. Ahora oyes risas enlatadas, ves chistes sin gracia. En ‘3rd Rock’ la gente se reía de verdad y era obligatorio ser gracioso”.

El fenómeno de '3rd RockEl fenómeno de '3rd Rock from the Sun' consolidó su popularidad en la cultura televisiva (Netflix)

Esta comprensión profunda de la profesión se plasma hoy en sus proyectos más recientes. El actor vuelve a brillar en “Giant”, obra con la que ganó el premio Olivier y donde encarna a Roald Dahl bajo la dirección de Nick Hytner. “Es el mejor papel que tuve en años, quizá en mi vida. Es profundamente jugable, emocionalmente accesible. Me gusta que sacuda y haga pensar”, destacó.

En “Giant” se enfrentan, sin rodeos, los aspectos reprobables del célebre autor y el debate sobre la separación entre el arte y quien lo crea. Con respecto a esto, reflexionó: “No creo que debamos juzgar la obra por los defectos del autor. Al interpretarlo, lo abordé como alguien fascinante pese a todo lo condenable que poseía”.

Al hablar de arte y cancelación, Lithgow subrayó su vocación por la empatía y la búsqueda de verdad en cada personaje: “Eso es lo que hago y estoy en el negocio de la empatía. Hay que aceptar que el ser humano es capaz de todo, y ahondar en esa verdad”.

La exitosa carrera de LithgowLa exitosa carrera de Lithgow incluye premios Tony, Emmy, Globo de Oro y una nominación al Oscar (REUTERS)

A punto de encarnar al próximo Dumbledore en la esperada serie de HBO de Harry Potter, el intérprete reconoció que su legado está bajo escrutinio. Ante la pregunta de cómo desea ser recordado, respondió con honestidad: “Espero que piensen que dignifiqué la profesión actoral. Quiero que me vean como un actor comprometido”.

Asimismo, sobre las características de la interpretación, profundizó: “Todos cometemos errores y los actores oscilan entre la arrogancia y el desprecio por sí mismos. Estamos orgullosos y también a veces avergonzados, porque dependemos de otros que escriban nuestro material”.

Lejos de tener una vocación agotada, la revela como un servicio: una entrega que trasciende la pantalla y el escenario, sosteniendo la esperanza de que las historias sigan acompañando a nuevas generaciones.

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