
Conforme la información proporcionada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el cáncer de mama se trata de un tumor maligno que se forma en las células de la mama, caracterizado por un crecimiento desordenado de células capaces de invadir tejidos cercanos y propagarse a órganos distantes
El IMSS enfatiza la importancia de la autoexploración mamaria como la primera línea de defensa para identificar posibles alteraciones. Recomienda esta práctica a partir de los 20 años y de manera mensual. Conocerse a sí misma es clave para detectar cambios inusuales en la forma, tamaño o textura de los senos, así como modificaciones en el color o la apariencia del pezón.
Para realizar una autoexploración correcta, el IMSS sugiere comenzar con la inspección visual de los senos frente a un espejo. Se deben observar los pechos con los brazos en distintas posiciones: a los lados, detrás de la cabeza y en la cintura, buscando signos como inflamación, hundimiento, asimetría, enrojecimiento o ulceraciones.

La palpación es el siguiente paso esencial en la autoexploración. Mientras está de pie o durante el baño, la mujer debe poner su mano en la nuca y, con la yema de los dedos de la mano opuesta, examinar el seno del lado contrario siguiendo un movimiento circular en el sentido de las manecillas del reloj. También se recomienda palpar la axila para identificar posibles zonas duras o dolorosas, así como presionar suavemente el pezón para verificar la ausencia de secreciones anormales.
El IMSS también indica que la autoexploración puede realizarse acostada, con apoyo de una almohada debajo del hombro para facilitar la revisión. La técnica es similar a cuando se está de pie, atendiendo la zona mamaria, la axila y el pezón.
Además de la autoexploración, el IMSS señala la importancia de complementar la vigilancia con otros métodos médicos. La exploración clínica de mama, efectuada por personal capacitado, debe realizarse anualmente a partir de los 25 años. En este procedimiento, un profesional de la salud revisa detalladamente los pechos y las axilas para detectar irregularidades que tal vez hayan pasado inadvertidas en la autoevaluación, puede hacerlo con una persona de confianza de la mujer presente.

La mastografía de tamizaje representa otra medida fundamental. Este estudio, basado en rayos X, se recomienda cada dos años a mujeres de entre 40 y 69 años que no presentan síntomas. El objetivo es identificar posibles lesiones antes de que sean palpables, permitiendo intervenir a tiempo. Es esencial que cualquier alteración identificada sea comunicada al médico para su valoración y seguimiento.
Existen factores de riesgo que pueden incrementar la probabilidad de desarrollar cáncer de mama. Algunos son modificables, como el sobrepeso, la obesidad, una dieta desequilibrada, la vida sedentaria y el consumo excesivo de alcohol y tabaco.
Otros elementos no pueden cambiarse, pero conocerlos permite tomar decisiones informadas. Entre ellos se encuentran la edad —el riesgo aumenta especialmente después de los 50 años—, antecedentes personales o familiares de cáncer de mama, mutaciones genéticas en los genes BRCA1 y BRCA2, menarquia temprana, menopausia tardía, no haber tenido hijos o tenerlos después de los 30 años, alta densidad mamaria y terapias hormonales durante la menopausia.