Acoso sexual, poder e impunidad en los medios de comunicación: un testimonio personal

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La historia de una periodistaLa historia de una periodista que fue víctima de acoso laboral en los medios de comunicación en Colombia - crédito Jesús Avilés/Infobae

En la página Función Pública indican que existen unas maneras de actuar que dejan de ser naturales dentro del espacio profesional y pasan a ser acoso, de esas, el 82% es la acción que ejercen algunas personas para solicitar o presionar a las víctimas para tener sexo.

En segundo lugar, está el intento y ocurrencia de acto sexual con 79%, luego vienen los correos electrónicos y mensajes de texto vía celular con el 72%, un escalafón en el que también está el contacto físico consentido que se pasa del límite, el cual es uno de los que más suelen verse.

Sin embargo, hay hombres que sin importar las normas y las estadísticas, ni el hecho de que cada vez son más las mujeres que alzan la voz con este tipo de casos, utilizan su cargo en las empresas para desempeñar un rol de mando y así conseguir sus objetivos, pero no precisamente los profesionales.

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Son muchos los que buscan con eso llegar a mujeres, especialmente aquellas que están empezando a buscar oportunidades profesionales, tal como sucedió conmigo.

Cansada de estar callada, Natalia,Cansada de estar callada, Natalia, decidió alzar la voz y contar cómo fue víctima de acoso laboral y sexual en los medios - crédito Andina

Yo nunca imaginé que el periodismo, ese sueño que me impulsó desde niña, se convertiría en una lucha para sobrevivir emocionalmente.

Me llamo Natalia y lo que voy a narrar es una historia de trabajo, pero también de abuso, silencios forzados y del precio que muchas mujeres pagamos en los medios de comunicación del país por querer trabajar dignamente.

Lo que comenzó como una ilusión de aparecer en televisión y lograr ser una gran periodista, terminó siendo opacado por la cantidad de insinuaciones y actitudes subidas de tono que varios hombres, la mayoría famosos o de cargos altos en los medios, tuvieron conmigo, pues no podía comprender que tuviera que ser ‘tranquila y flexible’ con gestos y palabras que yo en realidad no quería tolerar.

Llegué de Manizales a un reconocido medio nacional ubicado en Bogotá con ilusión de cumplir el sueño de ser una gran periodista, con el tiempo logré entrar a uno de los canales más importantes y sentía que lo estaba logrando, pero muy rápido empecé a vivir una situación que ni en las aulas universitarias te dicen que va a suceder.

Día a día comencé a vivir situaciones que no sabía cómo nombrar, pero que me hacían sentir incómoda, disminuida y observada.

El testimonio de Natalia queEl testimonio de Natalia que destapa el lado oscuro de los medios de comunicación en Colombia - crédito Freepik

De manera progresiva, los episodios de acoso se manifestaron a través de comentarios insinuantes y gestos hostiles, pues comienzan como un simple coqueteo como: “Estás muy linda”, “Qué bonita”, “Me encanta tu acento”… pero después empiezan con propuestas y palabras más indecentes con las que realmente no sabes cómo reaccionar.

En ese canal tan importante me vi enfrentada a figuras masculinas de cargos altos y de reconocida trayectoria nacional, incluso los casos eran tan reiterativos que había rumores de pasillo en los que normalizaban los casos, pero el consejo siempre fue que no dijera nada porque no iba a pasar mayor situación y, por el contrario, podría terminar afectada profesionalmente yo.

Sin embargo, las palabras “lindas” por parte de uno de “de los duros” del canal pasaron a ser expresiones abiertas sobre su atracción hacia mí y propuestas personales que llegaban a través de las redes sociales.

Recuerdo que dentro de las primeras cosas que me escribió era que yo le gustaba físicamente, que le parecía muy atractiva y me invitó a estar con él para consentirlo, esa persona es casada, tiene hijos y en sus redes sociales alardea de esa situación familiar.

Así iniciaron las peticiones deAsí iniciaron las peticiones de uno de "los duros" hacia Natalia en el reconocido medio de comunicación colombiano - crédito suministrada Infobae

Ven y me consientes, ¿si?“, me escribió.

Las insinuaciones continuaron en distintas plataformas y derivaron en contactos físicos indebidos en la misma sala de redacción del lugar, sin importar quienes estuvieran porque nadie hacia nada, era como un secreto a voces porque cuando él se iba todos comentaban que “así era y que no dijera nada”, pues las mujeres se acostumbraron a que el hombre soba la espalda por debajo de la blusa, abraza fuerte, busca la boca para dar besos esquineros, etc.

Pero a mí me ocurrió una situación demasiado fuerte, un día, con el ánimo de pasarle mi hoja de vida para que me tuviera en cuenta en procesos de selección futuros, me dijo que confiara en él y que estuviera tranquila, mientras a plena vista de todos los demás periodistas me puso su mano en el seno izquierdo.

Ese episodio lo vimos con mi pareja de ese momento, pues él alcanzó a ver la situación de lejos, pero no pasó más que indignarnos los dos en la oficina, y ya.

Un día, ese “duro” del medio me solicitó en su oficina, cerró la puerta “por confidencialidad” y se paró detrás de mí mientras yo escribía en su computador, pues la idea era que supuestamente yo le explicara cómo funcionaba una plataforma que yo sabía usar para obtener información internacional, pero me empezó a respirar en la nuca y me abrazó, como si su actuar fuera parte del ambiente laboral.

Finalmente, fue mi jefe inmediato el que me sacó de ahí porque me mandó a llamar “urgente” al percatarse de lo que ocurría. Yo estaba muy chiquita, tenia 21 años, realmente no entendía como reaccionar y simplemente me quedaba estática.

Sin embargo, la situación escaló y a través de Instagram me dijo de manera directa que quería tener encuentros íntimos conmigo porque yo le gustaba.

Uno de los duros meUno de los duros me pidió tener encuentros con él - crédito suministrada Infobae

En vista de mi silencio se cansó de buscarme, hasta que en 2025, a pesar de que ya no trabajo en ese medio, me indicó que todavía estaba esperando es espacio, pero que yo no le prestaba atención.

Las insinuaciones siguen ocurriendo -Las insinuaciones siguen ocurriendo - crédito suministrada Infobae

Salí de ese trabajo y en una nueva experiencia profesional, llegué a un famoso medio escrito en el que surgió otro episodio con un funcionario que tenía a cargo un área al cual yo no pertenecía.

Se pasaba de atento, con las invitaciones y yo, con el mismo temor, traté de ser condescendiente y lo detenía amablemente, pero los comentarios en la empresa eran contra mí: “Ella se está metiendo”, “Ella lo está buscando”, “Quiere crecer profesionalmente a cambio de eso” y me cansé, entonces le pedí que se mantuviera la margen.

Incluso, ante el desarrollo de la escena, en ese momento le conté a la que era mi jefa directa, que en respuesta me ofreció respaldo, pero realmente no pudo hacer mayor cosa, según me comentó.

El acoso incluyó un episodio en el que el involucrado intentó protegerse frente a problemas familiares y me pidió guardar silencio ante posibles comunicaciones de su esposa.

Si te escribe mi esposa, fulana de tal, por favor no le contestes. El martes te explico lo que pasó, no contestes”, me escribió el hombre por mensaje de texto un día festivo.

Uno de los casos deUno de los casos de acoso laboral terminó con situación en la que involucró a su esposa - crédito suministrada Infobae

Debido al calibre de la situación y el temor de lo que pudiera pasar, el martes lo busqué y le pregunté lo que había pasado y, al parecer, algo ocurrió conmigo a nivel interno de su casa, a pesar de que varias veces le dije que me dejara tranquila, entonces me pidió apoyarlo y guardar silencio.

Me negué y decidí dejar por escrito que jamás busqué estar involucrada en situaciones personales ajenas, por ende le pedía que no me fuera a ocasionar problemas y él me contestó confirmando mi versión, mientras indicaba que podía estar tranquila y me pedía excusas.

Nata, tienes toda la razón. Tú no tienes velas en este entierro y por eso hice énfasis en que me disculpas por ponerte en esta situación. Tú no tienes nada que ver (y por nada del mundo tu trabajo está en peligro, jamás). Tú fuiste muy clara siempre, eso lo tengo claro. Solo te pido lo que te pido en caso de que ella te escriba (que no creo que vaya a pasar). Porfa discúlpame por ponerte en estas; no lo mereces. Te juro no volverás a recibir problemas de mi lado. Porfa discúlpame y mil gracias por tu ayuda”, me respondió el hombre en cuestión.

Después de que esto, yo le comenté a mi jefe inmediata nuevamente y se realizaron capacitaciones de prohibición al acoso, acciones que se limitaron a acompañamiento sin repercusiones reales para los responsables.

Simplemente, se hizo un grupo de apoyo a la mujer y cada rato nos preguntaban si algo más había pasado y ya.

Natalia le aclaró al acosadorNatalia le aclaró al acosador laboral que no quería problemas y dejó por escrito la situación - crédito suministrada Infobae

Sin embargo, al tiempo en el que estaba viviendo eso en esa empresa, también había acoso laboral por parte de “el duro” de la redacción, ej jefe, ya que hacía comentarios recurrentes en donde me denigraba o me ponía incómoda, como por ejemplo, presentarme y delante de su grupo y decir: “Traje este elemento, no sé si viene solo a distraernos o si sí nos va a colaborar y nos va a funcionar”.

Más adelante, mi trabajo nunca estaba lo suficiente, no le parecía, yo llegaba al punto de llorar y expresarle que asistir a trabajar se me estaba convirtiendo en una situación emocional difícil de manejar, algo que él tomó por burla y después solo me decía cosas como: “¿Puedes hacer tal nota o te vas a poner a llorar?”.

A estos episodios se sumaban comentarios sobre mi supuesta vida social, dirigidos de manera reiterada y pública, haciendo énfasis a que yo me lo pasaba de fiesta o tomando licor. Por ejemplo: “Me imagino que la que va a organizar es Natalia, que la fiesta es Natalia, la que va a rumbear es Natalia, el trago con Natalia”.

En otra etapa, ya en una posición diferente pero en el mismo medio grande de Colombia en el que arrancaron los temas de acoso, viví nuevamente el impasse, pero contexto laboral donde el control y el aislamiento marcaban mi rutina diaria.

“No me gusta cómo te vistes”, “No saludes”, “No hables”, “No te contrate para hacer amigos”, “No es para que vayas al baño”, eran algunas de las frases que me decía ese jefe del área digital que me invitó a trabajar en su equipo, sumado a prohibiciones de saludar a antiguos conocidos y críticas a mi comportamiento que porque daba de qué hablar en la oficina.

Incluso hablaba mal de mí con uno de mis compañeros, diciéndole que yo era peligrosa, demasiado amistosa, que evitara tener contacto conmigo, y el productor me comentaba toda la situación.

Aunque en ese trabajo intenté mantener la calma para preservar mi lugar porque quería lograr mis sueños, las represalias alcanzaron su punto más alto cuando, tras recibir oportunidades profesionales directamente del director del medio, el que era mi jefe inmediato me prohibió aceptar porque no me contrató para eso y en vista de que no acepté quedarme con esa determinación, tomó la decisión de sacarme sin explicación.

Acoso laboral en un medioAcoso laboral en un medio grande de comunicación colombiano terminó dejando sin trabajo a Natalia - crédito suministrada Infobae

Varias personas me dijeron: “Vaya y ponga el denuncio, él es así, ha hecho eso varias veces”, razón por la cual fui hasta Recursos Humanos, pero simplemente me dijeron que él es así, que tiene varios procesos y había que esperar.

Con mi testimonio quiero evidenciar una estructura de poder y protección institucional que mantiene en la impunidad los comportamientos abusivos en el entorno de los medios de comunicación en Colombia, pues hasta la fecha y después de hablar incluso con más colegas, siempre gana “el duro” del medio, que son los que se quedan ahí, que siguen haciendo sus acciones, que siguen utilizando a otras personas y nosotras pasamos calladas, hasta ahora que quise alzar la voz.

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