
A Ismael Alonso el trabajo de delivery lo había desgastado y decidió renunciar a la pizzería Las Tejas, en la periferia de Montevideo. Pero a mediados de este 2025 vio que el dinero no le alcanzaba para sus gastos en el mes y que tenía que volver a trabajar. El dueño del local, Horacio Villarreal, lo recibió con los brazos abiertos. Ninguno sabía que el reingreso tendría el peor final.
Alonso, de 56 años, y Villarreal se conocían desde hacía más de una década y, más allá del vínculo laboral, habían formado una amistad. Cuando el trabajador le dijo que necesitaba volver al trabajo de repartidor, le expresó su voluntad de hacerlo los viernes y los sábados. Tenía sentido: eran los días de mayor movimiento.
En esa tarea estaba Alonso este sábado de noche, cuando delincuentes se acercaron a él para robarle la moto. El delivery había ido hasta las inmediaciones de las calles Fray Bentos y Capitán Villademoros, en el barrio de Maroñas, más al norte que la ubicación del local. El trabajador fue a una vivienda en esa dirección a entregar un pedido, informó el noticiero Telemundo de Canal 12.

Cuando se retiraba del lugar fue abordado por los dos delincuentes que le exigían la entrega de la moto. El delivery se resistió y fue baleado.
Los rapiñeros huyeron en la moto que acababan de robar, mientras que la víctima de la balacera fue trasladada grave al hospital Pasteur. Tenía dos heridas de arma de fuego: una en el tórax y otra en el brazo derecho.
En el lugar de la agresión, se encontraron vainas y un POS.
Al poco rato de ocurrido el crimen, el llamado llegó hasta la pizzería Las Tejas. Villarreal estaba allí y partió hacia el hospital al que habían trasladado a su empleado. Pero de camino hacia allí le comunicaron lo peor: un conocido le informó que Alonso había fallecido. Al dueño de la pizzería se le vino el mundo abajo. Así lo reconoció él mismo en una entrevista con los canales 10 y 12 uruguayos.

“Son paradojas de la vida. Él había hecho un parate. A fines del año pasado, me dijo: ‘Horacio, no quiero trabajar más de noche. Está complicada la cosa’. Yo le digo: ‘Ismael, estás en todo tu derecho’. Entonces, se desvinculó de la empresa y manteníamos el contacto de amistad, pasaba a saludarnos y se dedicaba a hacer otras tareas en el día, repartiendo cosas. A mitad de año me llama y me dice: ‘Horacio, sabés que no me alcanza. Necesito que me des alguna extra’”, contó el empresario.
La respuesta de Villarreal fue positiva y el delivery eligió trabajar en las noches de los viernes y los sábados, por el movimiento que había en la zona. El dueño de la pizzería lo recordó como un “loco lindo y querible”, que era apreciado por todo el mundo.
Villarreal terminó la entrevista con los canales uruguayos entre lágrimas: “Soy una persona que siempre toma decisiones y tengo claro lo que quiero y lo que no quiero. Hoy, les juro, les digo de corazón que no sé cómo voy a seguir”.

Los compañeros de Alonso también se vieron conmovidos por la decisión. Matías Techera, uno de ellos, presentó su renuncia después del asesinato de su colega. “Me han querido rapiñar en otros lugares, por suerte no han tenido suerte. Pero ya decidí terminar de delivery. Hace siete años que estoy repartiendo. Hace un año y medio que me dedico 100% a esto y lo que pasó el sábado fue la gota que rebasó el vaso”, dijo a los medios uruguayos. “Nadie quiere morir entregando una pizza”, expresó.
El presidente de la República, Yamandú Orsi, fue consultado este lunes sobre los homicidios que se registraron en los últimos días en el país. “Es muy poco lo que se puede agregar, más allá de decir que es una situación horrible, dolorosísima. Pero es parte de una realidad a la que nunca debemos acostumbrarnos”.