
Los videojuegos y el tiempo en pantalla de los celulares se volvieron un tópico preocupante en la sociedad actual. Según encuestas, la dedicación a consolas ha superado incluso a las horas que pasan en colegios o establecimientos educativos, lo que podría repercutir en la salud mental, aseguran especialistas.
En el Reino Unido, los jóvenes de entre 15 y 17 años destinan en promedio casi 34 horas semanales a los juegos de video, mientras que el tiempo de estudio se sitúa en 32 horas y media. Este fenómeno, que desplaza actividades esenciales como la interacción social presencial y el tiempo al aire libre, encendiendo las alarmas sobre el bienestar emocional y el desarrollo de la juventud.
En un estudio publicado por la National Library of Medicine, la American Psychiatric Association reconoció el trastorno por videojuegos en Internet (IGD) como posible diagnóstico. La prevalencia de esta condición varía entre 1% y 9% dependiendo de factores como la edad, el país y las características de la muestra, destacaron.

Estudios longitudinales han mostrado que, en algunos casos, los síntomas persisten durante años, mientras que en otros pueden resolverse en periodos más cortos. Factores como la impulsividad y la cantidad de tiempo dedicado al juego parecen aumentar el riesgo, aunque no existen indicadores claros que permitan predecir quiénes desarrollarán el trastorno.
De este modo, la asociación envía una serie de recomendaciones para poder disminuir el tiempo de juego. Los padres deben involucrarse activamente en la gestión del uso por parte de sus hijos, estableciendo límites claros y promoviendo actividades alternativas. Los profesionales de la salud también deben ofrecer atención primaria.
En algunas partes del mundo, encuestas respaldan el peligro al que se someten los más jóvenes al jugar por mucho tiempo a juegos en línea. Realizada por la organización benéfica Ygam y publicada por Mumsnet, consultó a más de 1.000 padres de niños de siete a 17 años. El 55% de ellos afirma que sus hijos juegan videojuegos al menos una vez al día, y el 35% indica que lo hacen varias veces diarias.

El tiempo semanal dedicado a esta actividad ha pasado de 16,8 horas en 2024 a 20,4 horas en 2025, lo que supone un incremento de casi 3,5 horas en solo un año. Este crecimiento preocupa a casi ocho de cada diez padres, quienes advierten el tiempo de pantalla, y dos tercios temen que sus hijos puedan desarrollar una adicción a los videojuegos.
El riesgo de adicción está respaldado por el reconocimiento oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2019, incluyó el “trastorno por juego” como un patrón de comportamiento caracterizado por un control deficiente sobre el juego, una prioridad creciente otorgada a esta actividad por encima de otras y la persistencia en el juego a pesar de las consecuencias negativas.
A pesar de los riesgos, la mayoría de los padres reconoce que los videojuegos también aportan beneficios. El 96% afirma que esta actividad ayuda a reducir el estrés y favorece la relajación. Sin embargo, la inquietud principal radica en el remplazo de otras actividades indispensables para el desarrollo equilibrado.

Históricamente, el tiempo de interacción presencial entre adolescentes ha caído en picada desde la década de los 70, y la tendencia se acentuó a partir de 2010 debido al auge de los teléfonos inteligentes. Jean Twenge, profesora de psicología y autora de “iGen”, ha documentado que los adolescentes estadounidenses son ahora mucho menos propensos a reunirse con amigos, asistir a fiestas, ir al cine, salir de compras o tener citas en comparación con generaciones anteriores.
El investigador Dylan Bryan analizó la encuesta sobre el Uso del Tiempo en Estados Unidos y detectó que, en 2021, los adolescentes pasaban apenas seis horas semanales con amigos, frente a las 24 horas reportadas en 2003. En el Reino Unido, el tiempo que los jóvenes pasan solos ha aumentado considerablemente entre 2010 y 2023, mientras que en los grupos de mayor edad esta tendencia no se observa. Además, un informe de 2024 indica que el tiempo que los niños británicos pasan al aire libre se ha reducido aproximadamente en un 50% en una generación.
La disminución de la interacción social y la actividad fuera del hogar coincide con un aumento significativo en las tasas de soledad entre los jóvenes. El debate social sobre los videojuegos ha evolucionado. Si en décadas anteriores la preocupación se centraba en el contenido violento o amoral de ciertos títulos, hoy la atención se dirige al efecto sustitutivo de los videojuegos respecto a otras experiencias vitales.
En este escenario, la sociedad enfrenta el desafío de comprender hasta qué punto el acceso ilimitado de los adolescentes a los videojuegos puede estar transformando silenciosamente su bienestar y sus hábitos de vida.