
El presidente Donald Trump visitará este viernes el centro de Texas en medio de críticas por la respuesta a las inundaciones repentinas que han dejado al menos 120 muertos, entre ellos decenas de niños, y más de 170 desaparecidos.
Acompañado por la primera dama Melania Trump, el mandatario se reunirá con equipos de emergencia y autoridades locales en Kerrville, la ciudad más afectada del condado de Kerr, donde se registraron al menos 96 víctimas fatales tras el desbordamiento del río Guadalupe durante el fin de semana del Día de la Independencia.
“Lo hubiera hecho antes, pero solo estaríamos estorbando”, afirmó Trump días atrás, al justificar la demora de su visita.
Equipos de rescate continúan removiendo escombros y barro en busca de sobrevivientes o restos, aunque no se han reportado rescates con vida en los últimos días. Entre los desaparecidos se encuentran cinco niñas que asistían a un campamento de verano.

El presidente calificó la catástrofe como un “evento de 100 años que nadie esperaba” y evitó responder a preguntas sobre el impacto de los recortes presupuestarios a agencias federales vinculadas a la gestión de emergencias.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, defendió el jueves la actuación del gobierno como “rápida y eficiente”, mientras la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que las alertas del Servicio Meteorológico Nacional (NWS) fueron “tempranas y consistentes”.

Sin embargo, reportes desde el terreno señalan retrasos importantes en la emisión de alertas locales. Según ABC News, a las 4:22 de la madrugada del 4 de julio, un bombero en la localidad de Ingram solicitó al sheriff del condado de Kerr emitir advertencias a la población de Hunt, comunidad aguas abajo.
La alerta tardó más de 90 minutos en transmitirse a través del sistema de emergencias CodeRED, y en algunos sectores las advertencias no llegaron hasta después de las 10:00 de la mañana, cuando cientos de personas ya habían sido arrastradas por la corriente.
El impacto fue devastador en campamentos de verano situados a orillas del río. En Camp Mystic, murieron 27 niñas y monitoras, y cinco menores más y una consejera siguen desaparecidas.

El presidente Trump firmó una declaración de desastre el fin de semana pasado, lo que activó la asistencia federal a través de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). No obstante, el gobierno ha evitado pronunciarse sobre el futuro de la agencia, en momentos en que existen planes para su eliminación o reestructuración.
Durante una reunión de revisión gubernamental esta semana, Noem insistió en que FEMA debería “ser eliminada en su forma actual”, abriendo un nuevo frente de debate sobre el modelo de respuesta a desastres en Estados Unidos.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, convocó una sesión especial de la Legislatura estatal a partir del 21 de julio, destinada a examinar el sistema de alertas y las lecciones del desastre. Según el sargento de la policía de Kerrville, Jonathan Lamb, el encuentro será “un punto de partida” para revisar protocolos ante emergencias climáticas.

Los funcionarios del condado de Kerr informaron que al menos 36 niños figuran entre los muertos. La región, conocida como “Flash Flood Alley” (el callejón de las inundaciones súbitas), es históricamente vulnerable a crecidas repentinas por su geografía.
Mientras Texas comienza el proceso de recuperación, las familias reclaman respuestas y los legisladores enfrentan una creciente presión para reformar los mecanismos de alerta, coordinar mejor las agencias involucradas y evitar que una tragedia de esta magnitud vuelva a repetirse.
(Con información de AFP)