Sergio Menéndez, carpintero de 28 años: “Los jóvenes prefieren empleos menos físicos y exigentes, pero es una lástima, porque esta profesión está bien pagada”

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Un carpintero trabajando.Un carpintero trabajando.

El encarecimiento de las materias primas y la carga fiscal representan los principales desafíos actuales para los oficios manuales tradicionales en Barcelona, según lo describe Sergio Menéndez, carpintero de aluminio de 28 años. El joven trabaja en una empresa familiar junto a su padre, quien próximamente se retirará del negocio.

En diálogo con RAC1, Menéndez reconoce el impacto de los cambios económicos en su actividad: “Lo único que ha cambiado desde que empecé hace cinco años es el encarecimiento de la materia prima. Me gustaría que el margen de beneficio fuera como antes y que hubiera menos carga fiscal para las pequeñas empresas”.

El trabajo diario de Menéndez exige tanto solvencia técnica como creatividad en la resolución de problemas. Explica que, en el ámbito de pequeños talleres, la implicación es máxima: “Como somos solo mi padre y yo, nos toca hacer de todo. Yo me encargo de fabricar e instalar balconeras, persianas... Es un trabajo muy físico, pero también creativo: me gusta pensar cómo resolver problemas y montar piezas grandes”.

La legislación obliga a Sergio Menéndez a desempeñarse bajo la modalidad de autónomo colaborador, una figura frecuente en empresas familiares. “Como vivo con mi padre, que es el titular de la empresa, la ley no me deja otra opción. No puedo ser asalariado, así que tengo que ser autónomo”, señala, poniendo de relieve las limitaciones impuestas por la normativa laboral vigente.

El joven carpintero identifica en la protección y la cautela los factores indispensables para evitar accidentes en una profesión que exige fortaleza física: “Es un trabajo muy físico, pero si trabajas con cuidado y usas las protecciones adecuadas, puedes prevenir lesiones”, asegura a la radio catalana. Pese al desgaste del oficio y la volatilidad de los ingresos (“depende mucho, es muy aleatorio”, afirma al referirse a las propinas), continúa existiendo oportunidad en el sector siempre que el volumen de trabajo lo permita: “Siempre que sea una empresa grande y tengas mucho trabajo de contratistas y particulares”.

Por último, Menéndez lamenta el reducido interés de las nuevas generaciones por este tipo de ocupaciones, afirmando: “Supongo que los jóvenes prefieren trabajos menos físicos y exigentes, pero es una lástima, porque esta profesión está bastante bien pagada y siempre hay trabajo”. Como recomendación final a quienes consideren ingresar al sector, aconseja: “Aprende, sé resolutivo y concéntrate en cada paso, tanto en la fabricación como en la instalación. Si te gusta lo que haces, vale la pena”.

Aunque en los últimos años se ha alertado sobre la pérdida de talento joven en los oficios tradicionales, algunos expertos apuntan a un posible resurgimiento en el futuro. La escasez de mano de obra cualificada en sectores como la construcción podría traducirse en salarios más altos y una valorización del trabajo manual. En conversación con este medio, el economista Gonzalo Bernardos destacó que “pronto verás cobrar al yesero entre 5.000 y 6.000 euros” por esta misma falta de profesionales especializados.

Según Bernardos, “muchísima gente en los próximos años va a vivir mucho mejor de lo que ha vivido”, lo que sugiere un cambio en la percepción y el atractivo de estas ocupaciones. Esta perspectiva ofrece un rayo de esperanza para los oficios tradicionales, mostrando que, pese a la crisis de talento actual, su valor podría recuperarse y consolidarse en la próxima década.

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