Al menos 40 personas murieron y más de 1.000 resultaron heridas tras una potente explosión en el estratégico puerto iraní de Shahid Rajaei, cerca del estrecho de Ormuz, en un incidente que, según fuentes vinculadas al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), habría sido provocado por la ignición de un cargamento de perclorato sódico, un componente clave para fabricar combustible sólido de misiles, procedente de China.
Las autoridades iraníes, sin embargo, negaron que en el puerto hubiera material de uso militar y atribuyeron inicialmente la explosión a un incendio en contenedores con productos químicos. El suceso, que ha dejado una estela de destrucción y decenas de familias en duelo, ocurre en un momento delicado: mientras Irán y Estados Unidos mantienen conversaciones nucleares en Omán y en medio de tensiones regionales con Israel, que en el pasado ha atacado instalaciones vinculadas al programa misilístico iraní.
La detonación, ocurrida el sábado cerca del mediodía (08:30 GMT), fue tan potente que se escuchó a más de 50 kilómetros de distancia, según reportes de la agencia de noticias Fars. Testigos describieron una onda expansiva que destrozó edificios, volcó vehículos y dejó el puerto cubierto de escombros. Imágenes difundidas por la televisión estatal mostraron columnas de humo negro elevándose sobre contenedores apilados, mientras helicópteros arrojaban agua para controlar las llamas, que persistían más de 20 horas después.
“La situación se ha estabilizado en las zonas principales del puerto”, declaró el domingo el ministro del Interior iraní, Eskandar Momeni, aunque admitió que el incendio aún no estaba completamente extinguido.

Mientras tanto, el presidente Masoud Pezeshkian visitó este domingo el lugar y prometió una investigación exhaustiva. “Intentaremos ocuparnos de las familias que perdieron a sus seres queridos y atenderemos a los heridos”, dijo.

En medio de especulaciones, una fuente anónima vinculada a la Guardia Revolucionaria, citada por The New York Times, afirmó este domingo que la explosión se debió al perclorato sódico, un compuesto utilizado en propelente para misiles. Este dato coincide con un informe de enero del Financial Times y otro de marzo de la empresa de seguridad marítima Ambrey, que señalaban que Irán había recibido dos envíos de este químico desde China.

Sin embargo, el portavoz del Ministerio de Defensa iraní, el general Reza Talaei-Nik, desmintió categóricamente la presencia de material militar en el puerto. “No había ni hay ningún cargamento para uso militar en la zona del siniestro”, insistió, acusando a los medios extranjeros de “crear un gran revuelo”.
Las autoridades aduaneras, por su parte, atribuyeron el incidente a un “incendio en depósitos de materiales químicos peligrosos”. Un funcionario regional de emergencias añadió que varios contenedores habían explotado, aunque no precisó su contenido.
El puerto de Shahid Rajaei, ubicado en la provincia de Hormozgan, es una infraestructura clave para Irán: por allí transita el 85% de las mercancías del país. Su proximidad al estrecho de Ormuz, por donde pasa una quinta parte de la producción mundial de petróleo, lo convierte en un lugar estratégico, pero también en un posible blanco.
De hecho, en 2020, The Washington Post reveló que Israel había lanzado un ciberataque contra este mismo puerto, causando caos en sus operaciones. Ahora, aunque un funcionario israelí anónimo negó al Times of Israel cualquier participación en la explosión, el contexto de hostilidad entre ambos países alimenta especulaciones.
El incidente ocurre, además, en plenas negociaciones nucleares entre Irán y Estados Unidos en Omán. Teherán ha insistido en que su programa misilístico —que incluye cohetes con capacidad para alcanzar Israel— no está en discusión, pese a las presiones occidentales.

El Ministerio de Salud iraní instó a los residentes de Bandar Abbas a permanecer en sus hogares y usar mascarillas debido al riesgo de contaminación química. Las escuelas y oficinas gubernamentales cerraron, y las autoridades decretaron tres días de luto en la provincia.

La explosión también dejó tres ciudadanos chinos heridos leves, según reportó la televisión estatal de China. Mientras tanto, varios países —incluyendo Rusia, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos— enviaron condolencias. El presidente ruso, Vladimir Putin, ofreció ayuda humanitaria, y Moscú despachó aviones con equipos de emergencia.

El desastre evoca recuerdos de la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020, donde 2.750 toneladas de nitrato de amonio mal almacenadas mataron a más de 200 personas. Aquel incidente, atribuido a negligencia, generó indignación global.
En este caso, la pregunta es por qué Irán mantenía productos químicos peligrosos en un puerto activo, especialmente después de la tragedia libanesa. Aunque las autoridades insisten en que no había materiales militares, la sombra de un posible vínculo con el programa misilístico persiste.
(Con información de AFP, EFE y Reuters)