René Girard, el intelectual francés que modeló el pensamiento de Peter Thiel, el principal gurú tecnológico de Trump

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 El presidenteFOTO DE ARCHIVO: El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sentado con el cofundador de PayPal y miembro del consejo de administración de Facebook, Peter Thiel, durante una reunión con líderes tecnológicos en la Torre Trump de Nueva York, Estados Unidos, el 14 de diciembre de 2016 (REUTERS/Shannon Stapleton/Foto de archivo)

Se cumple una década de la muerte de René Girard en la ciudad de Stanford, California. Nacido en 1923 en Aviñón y licenciado en Historia Medieval en Francia, se convirtió en uno de los intelectuales más influyentes entre el grupo de empresarios de Silicon Valley que apoyan a Donald Trump y J.D. Vance. Su padre había sido el conservador del Palacio de los Papas de esa ciudad, la mayor fortaleza medieval de Francia, que entre 1309 y 1377 hospedó a los siete obispos de Roma que allí residieron.

En 1947 Girard se trasladó a los Estados Unidos para realizar un doctorado en la Universidad de Indiana. En 1966 organizó una conferencia en la Universidad Johns Hopkins destinada al estudio del estructuralismo en Estados Unidos. Del encuentro participaron algunos de los intelectuales franceses más renombrados de entonces, como Roland Barthes, Jacques Lacan, Lucien Goldmann y Jacques Derrida.

Entre 1981 y 1995, dirigió un programa de estudios sobre Lengua, Literatura y Civilización Francesa en la Universidad de Stanford. En 2005 fue elegido miembro de la Academia de Francia. Su colega en la máxima institución cultural de ese país, Michel Serres, lo llamó “el nuevo Darwin de las ciencias humanas”.

Su obra abarca la antropología, la teología, la filosofía, la sociología, la psicología y la crítica literaria. Su gran creación doctrinaria, la teoría mimética, afirma que las personas desean objetos o metas no por su valor intrínseco, sino porque ven que otros los desean, creando así una estructura triangular de deseo: el sujeto que desea, el objeto del deseo y el modelo cuyo deseo se imita.

Girard sostiene que el deseo de imitación conduce inevitablemente a la rivalidad, y ésta es la que provoca el conflicto surgido entre individuos que compiten por los mismos objetos o estatus. Es entonces cuando el académico introduce el concepto del chivo expiatorio como mecanismo destinado al restablecimiento del orden a partir del control de la violencia que procedería de la rivalidad mimética.

El discípulo más famoso de Girard es Peter Thiel, abogado de Stanford de 58 años y uno de los empresarios tecnológicos más cercanos al presidente Donald Trump y a su vice, J.D. Vance. Thiel se describió a sí mismo en 2023 como “un libertario de derechas en el campus” californiano. Tras abandonar su trabajo legal, él y Max Levchin fundaron la empresa Confinity en 1998. En pleno auge de internet, la compañía brindaba un servicio llamado “PayPal”, que vinculaba el dinero con el correo electrónico.

En 2002 la empresa fue adquirida por eBay por la suma de 1.500 millones de dólares, convirtiendo a Thiel en multimillonario. Parte de esos fondos los utilizó para crear dos nuevas compañías, Clarium Capital y Palantir Technologies, una empresa de análisis de datos e inteligencia corporativa utilizada por varias agencias gubernamentales.

Frente a la sede deFrente a la sede de Meta, que ha estado reduciendo el número de puestos de "gerente de programa técnico" en Instagram y Facebook, en Menlo Park, California, el 29 de enero de 2024. Amazon, Google, Microsoft y otras empresas tecnológicas han estado realizando despidos masivos este mes, pero los últimos recortes difieren de las reducciones masivas del año pasado. (Ian C. Bates/The New York Times)

En 2004, Thiel fue el primer inversor externo de Facebook, desembolsando 500.000 dólares por el 10% de la compañía creada por Mark Zuckerberg y asegurándose un lugar en su directorio. Tanto Facebook en sus comienzos, como Instagram hoy, multiplican el sentido de rivalidad expuesto por Girard en su teoría mimética al exponer a los usuarios de las redes a una competencia permanente en pos de la validación social.

Thiel conoció a Rene Girard a través de Robert Hamerton-Kelly, un pastor y teólogo de la Iglesia Metodista Unida que enseñó el Nuevo Testamento en la Universidad de Stanford. Influenciado por el calvinismo y estudioso de las obras Thomas Hobbes y Nicolás Maquiavelo, Hamerton-Kelly también divulgó la obra del filósofo político de la Universidad de Chicago, Leo Strauss, entre figuras del neoconservadurismo que integraron el gobierno de George W. Bush, destacándose el caso de Condoleeza Rice, de quien fuera amigo personal.

Junto con su amigo David O. Sacks (el zar de las criptomonedas del gobierno de Donald Trump), Thiel publicó en 1995 un libro titulado “El mito de la diversidad”, en el que critican las políticas multiculturales que se enseñan en las principales universidades de los Estados Unidos. Ambos millonarios argumentan que ese dogma académico degrada el mérito y el rigor intelectual, al tiempo que busca afianzar una moda ideológica afín a lo que hoy son los principales postulados de la cultura woke.

Fue el ensayo titulado “El momento straussiano”, publicado en 2004, el texto más polémico de Thiel. Allí critica sin eufemismos a la era de la Ilustración y al racionalismo, señalando que ambos, junto a la doctrina del contrato social, son abstracciones simplificadas de un orden comunitario que ignora todas las expresiones de la violencia de los seres humanos. Así lo dice: “Cuando todos están enfrentados, la violencia no se resuelve por sí sola, sino que quizás se canaliza contra un único chivo expiatorio (teoría de Girard), donde la guerra de todos contra todos se convierte en una guerra de todos contra uno”.

Thiel contribuyó financieramente en 2006 a la creación del Instituto Imitatio, una fundación sin ánimo de lucro, que apoya la investigación, la educación y las publicaciones basadas en la teoría mimética de René Girard.

En 2015, diez meses antes de la muerte de Girard, y cuando ya trabajaba para la candidatura de Donald Trump, Thiel mantuvo una larga con Tyler Cowen en la que se mostró escéptico sobre el futuro institucional de los Estados Unidos. “Creo que llamar democracia a nuestra sociedad, independientemente de lo bueno o malo que pueda tener la democracia, es profundamente engañoso. No somos una república. No somos una república constitucional. En realidad, somos un Estado dominado por organismos tecnocráticos no electos”. Al año siguiente Trump asumía su primera presidencia apuntando su crítica hacia el llamado “Estado Profundo”.

Finalmente, Thiel le planteó un agudo interrogante a su entrevistador: “¿Cómo se puede lograr que una sociedad tecnológicamente avanzada funcione de una manera que sea más republicana o más democrática”?

En la Facultad de Derecho de Stanford Thiel entabló una estrecha amistad con Alex Karp, un simpatizante de la filosofía liberal del Partido Demócrata que realizó un programa de doctorado en Alemania sobre la Escuela de Frankfurt. Ambos amigos ya habían alcanzado profundizar su formación académica para armarse mental y financieramente para enfrentar las batallas culturales que se librarán en las próximas décadas.

A Thiel no le preocupó la afinidad de su amigo con los demócratas y designó a Karp como director ejecutivo de Palantir Technologies. La compañía no para de crecer en los últimos años. Con una capitalización bursátil de alrededor de 380 mil millones de dólares, su acción no alcanzaba los 30 de dólares a mediados del año pasado y actualmente supera los 190 dólares. Hace tres meses Palantir firmó un contrato con el Pentágono por 10 mil millones de dólares.

En su última carta a los accionistas de la compañía firmada por Alex Karp, éste remite a las enseñanzas del escritor y académico británico, C.S. Lewis, ateo en su juventud y devoto defensor del cristianismo desde los 32 años. Su amigo Thiel le dijo a Tyler Cowen que el “Señor de los anillos” de J.R.R. Tolkien (otro gran creyente) era su libro preferido.

Karp cita la obra de Lewis, “The Abolition of Man”, publicada durante la Segunda Guerra Mundial, en la que advierte contra los [hombres sin pecho], esos seres privados de cultivar una vida interior hecha de sentimientos, emociones, una forma de devoción y un apego a lo que escapa a la razón o desafía toda justificación”. Karp concluye afirmando que “Estados Unidos no es, ni puede convertirse, en una entidad diluida, moldeada por una mezcla insípida de valores y sensibilidades de un mundo globalizado”.

El vicepresidente de los Estados Unidos J.D.Vance publicó en 2020 un ensayo titulado “Cómo me uní a la Resistencia: Sobre Mamaw y mi conversión al catolicismo”. Allí escribió que fue la teoría del chivo expiatorio la que lo llevó a reconsiderar su fe en las enseñanzas de Girard. Revisionando su desarrollo existencial hasta ese momento, Vance no dudó en afirmar que “todo eso tenía que cambiar. Era hora de dejar de buscar chivos expiatorios” y concentrarse en el verdadero sentido de su existencia para dedicarla al servicio público. Palabras proféticas, tal vez, para quien, con toda seguridad, buscará llegar a la Casa Blanca en las elecciones presidenciales del año 2028.

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