Ana Belén Leyva, integrante de la Asociación Argentina de Productores Asesores de Seguros.El devastador incendio en el polígono industrial de Ezeiza desató un profundo análisis en la industria aseguradora argentina. Ana Belén Leyva, integrante de la Asociación Argentina de Productores de Asesores de Seguros, advirtió que “la responsabilidad civil será la clave para reparar a los terceros” involucrados en el desastre, subrayando la magnitud inédita del daño y la complejidad de las respuestas aseguradoras ante un caso de tales dimensiones.
Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia Boufflet. En este contexto, Leyva profundizó sobre la variedad de seguros involucrados, la importancia de contar con coberturas adecuadas según el tamaño y actividad de cada empresa, y los desafíos técnicos y legales que enfrenta el sector tras el siniestro. El análisis de Leyva expuso además la urgencia de concientizar a empresarios y particulares sobre el alcance real de sus pólizas y la especificidad de cada cobertura ante contingencias extremas.
Apenas comenzada la entrevista, Leyva describió el impacto humano y productivo del incendio: “Afecta a personas, a familias y a la cadena de valor de las empresas en el proceso productivo.” Pese a que los datos todavía eran prematuros al momento de la charla y aún se desconocía la causa precisa del siniestro, la especialista se explayó sobre los múltiples escenarios posibles frente a semejante contingencia. “Las empresas tienen que tener un seguro que se llama de todo riesgo operativo. Si está bien tomado en cuanto a las coberturas y sumas, permite que, ante una situación de estas características, el negocio pueda continuar”, indicó.
La póliza de todo riesgo operativo, explicó, es la única que incluye la cobertura de interrupción de negocio. Según Leyva, esta característica se vuelve esencial para industrias que operan de manera continua, ya que “parar un día ya genera pérdidas considerables”. También remarcó que “más allá de la reconstrucción de los cimientos físicos de la empresa, los gastos consecuentes de la paralización de la actividad pueden ser afrontados por esta cobertura”. Entre los costos señalados mencionó los sueldos, compromisos con proveedores e incluso obligaciones contractuales post-incendio.
No obstante, aclaró que “no todo está cubierto de manera estandarizada”, y que el armado de la suma contratada depende de las ventas, la actividad y las particularidades de cada empresa: “No es algo para todos igual. Es un proceso minucioso que se realiza con el equipo de la empresa para armar la póliza a medida”. Leyva advirtió también sobre el riesgo de infraseguro, señalando que en los hogares y comercios es frecuente que la cobertura contratada sea insuficiente para cubrir realmente los daños producidos por un incendio total: “A veces se piensa que por tener una póliza ya se está tranquilo, pero si el seguro es barato y no se actualiza la suma asegurada, puede no alcanzar para la reparación completa”.
El incendio en Ezeiza (Foto: Jaime Olivos).En diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana, la experta diferenció las coberturas industriales de las más habituales en comercios y hogares. Mientras las grandes empresas suelen contratar pólizas de todo riesgo operativo —con planes de contingencia de riesgo específicos—, los comercios pequeños suelen contar solamente con coberturas integrales de comercio, que incluyen daños por incendio, cristales y, en ocasiones, daños por humo.
En los hogares, sostuvo que los daños causados por la onda expansiva del incidente, que llegó a “más de diez kilómetros”, podrían estar cubiertos por los seguros de hogar “siempre y cuando se tenga la cobertura adecuada”. E hizo mención de los numerosos reportes de vidrios rotos y daños secundarios reportados por vecinos el fin de semana posterior al hecho.
En materia de riesgos de trabajo, la especialista recordó que los trabajadores damnificados cuentan con su propia cobertura, que corresponde a los seguros obligatorios contratados por las empresas para tal fin. “Las personas que fueron vistas corriendo en los videos del fin de semana también tienen cobertura de riesgos de trabajo”, aclaró.
Respecto a las pericias y la eventual detección de una causa humana en el inicio del incendio, Leyva fue taxativa: “Siempre que no haya un accionar intencional, la póliza va a responder”. Si bien hay que “ver quién fue el que ocasionó el daño”, remarcó que la intención modifica el escenario legal, pero aclaró que la existencia de negligencia —no de dolo— no suele invalidar las coberturas, salvo que se trate de incumplimientos graves a las condiciones estipuladas en la póliza.
El foco de la charla viró luego a la trascendencia de la responsabilidad civil en accidentes de esta magnitud. Leyva estableció: “La cobertura de responsabilidad civil va a ser la clave, más allá de la de incendio, para reparar los daños de todos los terceros afectados”. Y explicó que si el incendio se inició en una fábrica y se propagó a otras fábricas o espacios habitacionales lindantes, la empresa responsabilizada por el inicio del siniestro tendrá que responder ante los reclamos de todos los afectados, sean empresas, comercios u hogares.
De todos modos, puntualizó que “primero actúa la póliza propia”, es decir, la del afectado directo; si esta no resulta suficiente, recién entonces puede reclamarse contra la aseguradora de la empresa culpable. En casos en que ambos cuenten con seguro, las diversas compañías pueden iniciar posteriormente acciones de repetición entre ellas, dirimiendo responsabilidades y eventuales pagos de indemnizaciones.
Las dimensiones del incendio motivaron preguntas sobre la capacidad de respuesta de las aseguradoras ante semejante fenómeno. Leyva calificó el hecho como “un caso de estudio para el mercado asegurador”, y destacó que “no hay antecedentes de un siniestro donde haya un cúmulo tan grande de daños y reclamos simultáneos”.
En cuanto a la solidez financiera de las compañías, la experta subrayó que “las aseguradoras de primerísimo nivel están acostumbradas a asegurar este tipo de industrias”, pero también recordó que la Superintendencia de Seguros de la Nación exige a las compañías presentar un capital acorde al riesgo asumido y planes técnicos diferenciales según el tipo de cobertura que ofrecen: “Si querés asegurar incendio, el capital exigido es uno; si querés cubrir otro riesgo, es otro. Hay controles y análisis técnicos rigurosos antes de suscribir un riesgo así”.
El incendio en Ezeiza, en pleno foco ígneo (Photo by Luis ROBAYO / AFP).La especialista detalló también el trabajo previo a la suscripción, que involucra inspecciones técnicas a cargo de ingenieros para evaluar el nivel máximo de riesgo, la cercanía de los bomberos, los materiales presentes y la posible magnitud máxima de una pérdida total. “Se hace un mapa de calor de los distintos riesgos para determinar cuál es la prima a cobrar y el valor máximo a asegurar. Son análisis muy técnicos que los clientes no ven, pero que determinan la viabilidad de la cobertura”, añadió. Pese a esa rigurosidad, reconoció: “Este caso supera todo lo previsto porque no se suele dimensionar la posibilidad real de que un incidente pueda afectar a todo un parque industrial de tal manera”.
La entrevista abordó también la preocupación recurrente por la “letra chica” en las pólizas. Leyva fue enfática: “La letra chica es un mito. Todo depende de la información que se recibe del asesor y del entendimiento real por parte del cliente. Nosotros, los asesores, insistimos siempre en clarificar sumas, riesgos y coberturas para que no haya sorpresas”. Y recordó que incluso antes de la pandemia fue consultada sobre coberturas ante riesgos impensados, y advirtió que muchas veces los tomadores no están dispuestos a pagar lo necesario por una cobertura más completa, subestimando la real dimensión de los posibles daños.
Otro eje relevante fue el de las medidas de prevención. Leyva explicó que la aseguradora puede establecer “pautas y mejoras a implementar en un plazo determinado”, y que el incumplimiento de dichas acciones puede afectar la indemnización, “pero siempre hablando del daño propio”. Para la responsabilidad civil a terceros, la cobertura tiende a mantenerse salvo casos de dolo o fallas gravísimas.
Consultada sobre la posibilidad de judicialización masiva, Leyva evitó especulaciones, pero reconoció que “habrá que ver cuántos son los daños en términos económicos y cuáles serán los afectados directos e indirectos”. A modo de cierre, enfatizó: “Estas catástrofes nos deben servir para tomar conciencia de los riesgos y de la importancia de tener coberturas adecuadas, especialmente en responsabilidad civil”.
Finalmente, Leyva realizó una recomendación esencial para cualquier empresario, comerciante o particular: “La suma adecuada de responsabilidad civil debe ser la máxima posible siempre, porque al momento de generar un daño accidental, no se puede prever la magnitud económica que puede afectar a un tercero”.
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