
Expertos en biología sintética se reunieron hace escasos días en Manchester, Reino Unido, para debatir sobre los límites en la investigación de la vida espejo. Puesto en términos simples, esta tecnología busca crear células sintéticas usando moléculas que son como una versión en espejo de las que componen a los seres vivos actuales.
Según Nature, este avance ha generado una marcada división en la comunidad científica: mientras algunos alertan sobre riesgos para la salud humana y el ambiente, otros destacan los potenciales beneficios terapéuticos. De esta manera, el debate gira en torno a la pregunta de si vale la pena tomar tal riesgo en busca de los beneficios.
En los seres vivos, la mayoría de los aminoácidos son levógiros (“zurdos”) y el ADN se enrolla de manera dextrógira (“diestra”). Clarificar cómo surgió esta preferencia molecular y desarrollar aplicaciones para nuevos medicamentos se encuentran entre los objetivos de la investigación.
De acuerdo con Nature, para parte de la comunidad científica analizar moléculas espejo podría ayudar a entender el origen de la quiralidad biológica y abrir nuevas vías de innovación farmacéutica.

Entre los riesgos señalados figura la posibilidad de que, en caso de lograrse la creación de una célula espejo, esta pudiera multiplicarse sin control dentro del cuerpo humano o diseminarse en la naturaleza, al no ser reconocida ni degradada por los sistemas convencionales.
John Glass, biólogo sintético del Instituto J. Craig Venter, explicó a Nature: “Prácticamente, todos están de acuerdo en que las células de imagen especular serían algo negativo”. Esta capacidad para evadir los mecanismos naturales de defensa convierte a la vida espejo en una posible amenaza, según distintos investigadores.
Al mismo tiempo, esta propiedad ha posibilitado avances en el desarrollo de medicamentos. Las moléculas especulares resisten la degradación interna, volviéndolas valiosas como principios activos de nuevos fármacos.
Un ejemplo, citado por Nature, es el etelcalcetide, un péptido espejo aprobado en 2017 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para tratar la enfermedad renal crónica. Empresas como Aptarion Biotech, liderada por Sven Klussmann, utilizan esta tecnología para desarrollar fragmentos cortos de ARN terapéutico.
Las posturas entre los científicos siguen siendo diversas. Klussmann considera sensato analizar los peligros, aunque advierte: “No deberíamos entrar en pánico, ni tampoco restringir la investigación demasiado pronto”.
Por el contrario, Kate Adamala, bióloga sintética de la Universidad de Minnesota, sostiene: “No existe un beneficio de la biología espejo que no se pueda lograr de otras formas con la biología normal. No es un riesgo que debamos asumir”.

En diciembre de 2024, treinta y ocho científicos —entre ellos Glass y Adamala— firmaron una carta para expresar su preocupación por la vida espejo. Desde entonces, la organización Mirror Biology Dialogues Fund fomenta encuentros internacionales para definir recomendaciones que limiten el desarrollo de esta tecnología.
En junio, una reunión en París pidió a los financiadores no respaldar proyectos enfocados en células especulares y propuso restringir las áreas de investigación vinculadas. En 2019, la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (US National Science Foundation) otorgó fondos para esta línea, aunque algunos científicos, como Adamala, optaron por desvincularse tras analizar los posibles riesgos.
Según Glass, los equipos científicos están próximos a lograr una célula sintética con quiralidad natural, pero crear una célula espejo es un desafío que podría demandar décadas y sigue sin resolverse. Los desarrollos en biología sintética avanzan, y el debate sobre los límites éticos y regulatorios persiste.
Mientras tanto, las sesiones en Manchester y la próxima cita de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, prevista para finales de este mes, serán cruciales para determinar los próximos pasos en la investigación de la vida espejo.