
El 20 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Osteoporosis, que se define como una enfermedad que debilita los huesos y los hace más propensos a romperse o fracturarse.
Como destacan los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y Mayo Clinic, la patología se desarrolla porque la destrucción ósea supera la renovación de tejido saludable, sobre todo en la adultez.
En muchos casos, la osteoporosis no presenta síntomas hasta que ocurre una fractura, habitualmente en cadera, muñeca o columna vertebral, por lo que se la denomina “enfermedad silenciosa”.

Esta enfermedad afecta a más de 500 millones de personas en el mundo, según la Fundación Internacional de Osteoporosis.
El impacto de la osteoporosis es amplio y evidencia una tendencia por género: una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años sufrirá al menos una fractura osteoporótica, afirmó Adriana Díaz, especialista del Hospital de Clínicas de la UBA. La International Osteoporosis Foundation y la Harvard Health Publishing coinciden en que el riesgo es mayor en mujeres posmenopáusicas, debido a la disminución de estrógenos protectores del hueso.
Factores predisponentes incluyen edad avanzada, bajo peso corporal, antecedentes familiares, tabaquismo, consumo crónico de alcohol, enfermedades endocrinas, gastrointestinales o reumatológicas y uso prolongado de medicamentos como corticosteroides.
Según Harvard Health Publishing, la detección temprana posibilita reducir el riesgo de fracturas y complicaciones. La herramienta fundamental es la densitometría ósea (DXA), que mide la densidad de minerales óseos en zonas críticas como columna lumbar y cadera. Este estudio, de baja radiación y resultado rápido, permite obtener el puntaje T, comparando la masa ósea de la persona con la de un adulto joven sano.

El diagnóstico puede complementarse con el FRAX Score, que predice la probabilidad de fractura a diez años, radiografías y análisis de calcio y vitamina D. Diversos países recomiendan la densitometría a mujeres mayores de 65 años o antes en presencia de factores de riesgo, y valoran de forma individual la indicación en varones.
Las fracturas osteoporóticas, sobre todo en cadera o columna, se presentan como una de las mayores amenazas para la calidad de vida e independencia en edad avanzada. Estas lesiones causan dolor, discapacidad funcional, complicaciones médicas y, con frecuencia, dependencia de terceros para actividades diarias.
Un dato relevante es que únicamente entre el 20% y 25% de quienes padecen fracturas reciben evaluación y tratamiento por osteoporosis, lo que mantiene el riesgo de nuevas fracturas a corto plazo, según el Brigham and Women’s Hospital. Las fracturas de cadera muestran un aumento de la mortalidad en el año siguiente.
La prevención de la osteoporosis comienza en la infancia y continúa a lo largo de la vida. Es fundamental una alimentación rica en calcio, vitamina D y proteínas, junto con la práctica regular de ejercicios de impacto y fuerza, que favorecen tanto la formación ósea como el equilibrio y la coordinación.

Evitar el consumo de tabaco, restringir el alcohol, mantener un peso saludable y procurar una adecuada iluminación en el hogar contribuyen a minimizar los riesgos.
El mayor “pico óseo” se alcanza entre los 25 y 30 años. Un valor más alto disminuye las probabilidades de huesos frágiles en etapas posteriores. La exposición moderada al sol estimula la síntesis de vitamina D, indispensable para la correcta absorción de calcio.
El tratamiento de la osteoporosis es integral: combina cambios en el estilo de vida, ejercicios específicos y medicamentos. Los fármacos más comunes son los bisfosfonatos, que ralentizan la pérdida ósea, seguidos por análogos de la hormona paratiroidea, inhibidores del RANKL, inhibidores de esclerostina, calcitonina y moduladores selectivos de los receptores de estrógeno, siempre bajo prescripción y control médico.
Se investigan nuevos agentes anabólicos óseos y terapias orientadas a la base molecular de la enfermedad, con mayor eficacia y seguridad en la prevención de fracturas. El tratamiento se ajusta al perfil clínico de cada persona y debe combinarse con estrategias para evitar caídas.

La mayoría de las fracturas ocurre por caídas en el hogar. Es recomendable usar calzado seguro, retirar alfombras y muebles bajos, mantener una buena iluminación, revisar la visión y la medicación, y practicar ejercicios de equilibrio y fuerza.
Frente a cualquier fractura por caída leve, se debe consultar a un médico, ya que indicaría alto riesgo de nuevos eventos dentro de los dos años siguientes, explicó Adriana Díaz. El progreso en la investigación de la osteoporosis permitió diseñar tratamientos y estrategias preventivas más eficaces.
El control regular con densitometría ósea, el seguimiento profesional y la posibilidad de integrar estudios clínicos, mejoran la perspectiva para quienes presentan riesgo o diagnóstico de esta enfermedad, según los NIH y el Brigham and Women’s Hospital.