El pueblo norcoreano sufre la represión más severa del mundo. Se aplica incluso la pena de muerte por compartir contenido de medios extranjeros, incluidas series de televisión, según un nuevo informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
El documento, de 14 páginas, detalla cómo la vida de los ciudadanos corrientes de Corea del Norte se ha vuelto significativamente más difícil en la última década.El informe se basó en entrevistas con más de trescientas personas que lograron salir de Corea del Norte.
El Gobierno de Pyongyang, que ha rechazado las conclusiones del informe, se negó a permitir el acceso a los investigadores de la ONU. El informe constata que el Gobierno “continuó ejerciendo un control total sobre la población” y restringiendo “derechos y libertades fundamentales”.
Leyes draconianas sobre información extranjera
La ONU también identificó tres leyes que penalizan el acceso a información extranjera no autorizada y prohíben el consumo o la difusión de información (a través, por ejemplo, de publicaciones, música o películas) de naciones “hostiles”, así como el uso de expresiones lingüísticas que no se ajusten a la ideología y la cultura socialista.
“Estas leyes plantean serias preocupaciones sobre restricciones ilegítimas al derecho a la libertad de opinión y expresión”, añade el informe. “También prevén castigos severos, incluida la pena de muerte, para la libertad de expresión”. La pena capital por escuchar música de Corea del Sur es más severa que la pena por asesinato.
Se requieren “sesiones de autocrítica”
Las elecciones son meramente simbólicas, según el informe, que añade que los ciudadanos deben participar en frecuentes “sesiones de autocrítica” y someterse a un adoctrinamiento constante, con la libertad de movimiento cada vez más restringida. Los desertores denuncian torturas en los centros de detención.
“Muchos denunciaron haber presenciado muertes durante su detención, principalmente como resultado de tortura y malos tratos, exceso de trabajo, desnutrición y suicidio”, constata el reporte.
Kim Eujin huyó del Norte con su madre en la década de 1990 y ahora trabaja con organizaciones de desertores en Seúl. Tras hablar con los cada vez menos recién llegados (debido a los mayores controles norcoreanos), coincide en que la ya de por sí grave situación en el Norte está empeorando.
Ahora “es ilegal que la gente común venda arroz, maíz u otros alimentos básicos en el mercado”, explica. “La única manera de conseguir esos productos básicos es ir a las tiendas del Gobierno, donde los precios son más altos”.
“Control total” de los norcoreanos
“Si el régimen controla la comida, puede hacerle la vida aún más difícil a cualquiera”, afirma. Y eso lo saben todos. “Es un control total”, resume.
Además de prohibiciones como la de las películas, la represión se ha extendido a los cortes de pelo que no están en la lista de estilos aprobados por el Estado, el tipo de ropa o incluso el uso de vocablos utilizados en el sur.
“Las leyes son mucho más estrictas ahora, pero creo que eso simplemente significa que las anteriores no funcionaron y que Kim Jong-un teme lo que pueda pasar si más norcoreanos ven cómo vive la gente fuera”, interpreta Kim Eujin.
Dificultades que experimentas ciudadanos del país
Otros grupos de derechos humanos coinciden con el informe de la ONU. Song Young-Chae, académico surcoreano y activista de la Coalición Mundial para Detener el Genocidio en Corea del Norte, opina que las palabras se quedan cortas para expresar las dificultades que experimentan los ciudadanos del Estado más aislado del mundo.
“La situación de los derechos humanos en Corea del Norte definitivamente ha empeorado, no quiero ni pensar cómo vive la gente allí”, dice. “Por otro lado, podríamos interpretar estas medidas represivas como una señal de debilidad en el régimen”, concede.
“Si los líderes sintieran que tienen el control total del pueblo y la sociedad, no necesitarían aumentar la presión sobre la gente común”, argumenta. Pero ve difícil encontrar una solución.
Algunos sugieren que una mayor ayuda exterior podría mejorar el nivel de vida de la población y “hacer que el régimen se sienta más seguro conforme la gente esté más satisfecha”, comenta.
Lazos más estrechos con Rusia y China
Sin embargo, Song Young-Chae coincide en que la profundización de los lazos comerciales y de seguridad de Pyongyang con Rusia y China sugiere que ya no necesita ayuda externa y que continuará por la senda del autoritarismo.
Kim Eujin también se debate entre cooperar con Pyongyang para ayudar a la gente de su país y mantener la presión sobre el régimen.
“Estoy muy decepcionada por las políticas del nuevo Gobierno de Corea del Sur, que ha suspendido todas las transmisiones de radio hacia el Norte”, protesta. También se retiraron los altavoces de propaganda.
“Eran una de las pocas vías que tenía la gente de allí para informarse del exterior”, lamenta Eujin. “Me preocupa que este Gobierno intente resolver sus problemas con el Norte simplemente siendo amable”, añade. “Pero eso es ser amable con el régimen, no con el pueblo”.
El informe de la ONU también encontró algunas mejoras limitadas, como la reducción del uso de la violencia por parte de los guardias en los centros de detención y nuevas leyes que parecen reforzar las garantías de un juicio justo.
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