Nobel a María Corina Machado reta a países a elegir entre la libertad y la criminalidad en Venezuela

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“O se apoya la libertad o se encubre la criminalidad en el país”, afirma Antonio de la Cruz, experto en tendencias y analista político.

La Cruz, director ejecutivo del Centro de Estudios Inter American Trends, secciona la trascendencia de la premiación a Machado, por parte del Comité Noruego del Nobel el 10 de octubre pasado, el primero dado a una venezolana y el séptimo en toda Latinoamérica, en un momento de excepción. “Es un catalizador para la democracia en Venezuela”, asegura.

Machado, ingeniera y firme opositora de 58 años de edad, fue galardonada por sus “esfuerzos por impulsar la democracia” a lo largo de su trayectoria en la política, y después de las elecciones fraudulentas en 2024, hacerlo aún desde la clandestinidad. Por eso se cree no acuda al acto de entrega previsto el 10 de diciembre en Oslo.

Su reconocimiento ha tenido el respaldo del presidente de EEUU, Donald Trump y de otros gobiernos y demócratas del mundo. Y también el rechazo de gran parte de la izquierda radical internacional, aliada del régimen en Venezuela, como el presidente colombiano Gustavo Petro; Juan Carlos Monedero, exdirigente de Podemos; y Pablo Iglesias, exvicepresidente del Gobierno español.

Los tres políticos han intentado no solo descalificar sin reparos la premiación, sino también cubrir a Machado de improperios. “Se lo podrían haber dado a Adolf Hitler”, dijo Iglesias.

Mientras, otros presidentes de izquierda como Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, se mantienen en silencio.

Las agujas de la moral

Según de la Cruz, las críticas e incluso el silencio de la izquierda, y sobre todo la radical, no deben extrañar en el contexto venezolano. Y lo explica con base al razonamiento del Comité Noruego del Nobel que reconoció en Venezuela “un creciente autoritarismo”, con un régimen que además “declaró la victoria y consolidó su control del poder”.

“El Nobel de la Paz tiene un alto contenido moral, y a la izquierda eso le ha dado duro porque es lo que básicamente legitimaba sus valores en el pasado, en términos de lo moral. Pero se lo ganó María Corina Machado que saben que no es de izquierda, y es la gran rabia que tienen”, afirma.

“Al reconocer que en Venezuela el Cartel de los Soles es una organización criminal, entonces las agujas de lo moral se mueven hacia la lucha por la libertad y la democracia, y María Corina Machado se convierte en el adalid de esa pelea contra estas estructuras criminales, la cual era antes la bandera de todos estos ganadores del Nobel de izquierda que izaban la de la libertad”.

Nobel de la Paz, un catalizador

El analista asegura que el Nobel de la Paz, en medio de la situación de Venezuela, es “un catalizador”, un término invocado por el también Nobel de la Paz 1987, expresidente de Costa Rica, Oscar Arias, y que supera el objetivo del premio de “reconocer la promoción pacífica”.

“Es catalizador porque cuando se le otorga a Arias no se había logrado la paz en Centroamérica como ocurrió después; apenas había presentado el proyecto. Entonces si lo vemos desde esa perspectiva, el premio básicamente va a acelerar los eventos para la democracia en Venezuela”.

Acota que no es el mismo caso del expresidente Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz 2016 por “sus esfuerzos para poner fin” a la violencia de Colombia por más de 50 años, que más bien se acentúa.

“Lo que ocurrió con Santos en su país es que los colombianos rechazaron el plan de acuerdo de paz (2018), mientras que el de Esquipulas lo respaldaron los pueblos centroamericanos, y en Venezuela también”.

“Lo que esto está diciendo es que cuando se impone un proceso de paz el Nobel no es catalizador y más bien se genera más conflictos”, prosigue el analista.

Los venezolanos y Machado

En su análisis, de la Cruz refiere uno a uno los factores favorecidos por galardón, incluida Machado.

“El Nobel no fue solo un reconocimiento, sino también un parte de guerra internacional. El Comité Noruego reconoció a una persona y a lo que describió como un pueblo en resistencia. Y es una inyección de energía para quienes siguen luchando en Venezuela por respirar, en medio del sistema criminal”.

Y Machado, señala, es la voz “que habló desde la sombra de la clandestinidad, que admitió el costo, la soledad y el riesgo”. “El mensaje del premio está enviado a la clandestinidad venezolana, lo que ella decidió ante el terrorismo de Estado y que deja claro algo esencial: que el amor a la libertad pesa más que el miedo”, dice.

De la Cruz resalta el hecho de que la clandestinidad de la líder opositora no paralizó el movimiento de lucha, sino más bien “lo reinventó y sigue actuando con precauciones”. “Es esa red invisible que hoy es el verdadero poder de Venezuela en términos de organización”, precisa al indicar que este es también uno de los reconocimientos.

El galardón, además, le otorga a Machado protección internacional, luego de la victoria opositora obtenida en los comicios del 28 de julio. “Venezuela, después de esto, ya no es percibida como un Estado fallido, sino como estructura criminal global enquistada en el poder. Y esa frase dicha desde el Nobel pesa más que cualquier informe diplomático”.

Compromiso internacional

Machado convierte el premio en “instrumento de poder” también para comprometer a líderes y países aliados en la causa por la democracia en Venezuela.

“Cuando ella lo comparte con Trump también lo compromete en la solución en Venezuela y lo obliga a seguir siendo un actor decisivo. El conflicto político deja de ser una crisis humanitaria para ser una amenaza de seguridad hemisférica que puede afectar a EEUU.

Y esto, según de la Cruz, pone en aprietos a todos los demás gobiernos. “¿Seguirán hablando de diálogo, mientras Venezuela es un santuario para mafia y régimen hostil? Y allí hay ahora la línea divisoria: apoyas la libertad en Venezuela o encubres la criminalidad”.

La carta que Machado envió al primer ministro Benjamín Netanyahu va dirigida más bien a Israel, según lo justifica y argumenta.

“Israel es el frente que defiende la democracia en el Medio Oriente, es la única, y los valores de Occidente. Y por eso el reconocimiento de Machado a Israel que va contra la barbarie y se alinea con aquellos valores”.

A Maduro y sus aliados

En este escenario, el Nobel de la Paz que ganó Machado pone a perder a Maduro que cerró su embajada en Noruega, según anunció. “Imagínate lo fuerte que ha sido para el régimen que cierra su sede diplomática en respuesta a la premiación”.

También profundizaría su alegada deslegitimación tras los comicios pasados, afirma de la Cruz. Para el autoritario venezolano y sus aliados habría comenzado el “juego de suma y cero”. Si uno reconoce el dictamen del comité noruego estaría reconociendo que existe un Estado represor, explica.

“Por eso el silencio de sus aliados. Maduro es lo que es, la realidad, y a ellos eso les cuesta. El régimen que de izquierda no tiene nada, es un cartel. Entonces, ellos tratan de cuidarse”.

Ese silencio, advierte, no se traduce necesariamente en un apoyo a Maduro. “Lo que están evitando es hacer más fácil la transición en Venezuela, porque en el momento en que ellos reconozcan que el régimen de Maduro es lo que dice el dictamen del comité de Noruega, Maduro pierde a adeptos que es lo que está ocurriendo hacia adentro”, dice y ahonda su explicación.

“El Nobel representa el liderazgo de Machado y del pueblo venezolano en esa lucha no violenta y el régimen queda el desnudo. ¿Y qué pasa hacia adentro? Que esto funciona como una goma, como un cemento. Porque te vuelve a dar esperanza, te vuelve a dar el sí se puede y que estás a la vista del mundo. Entonces vuelve a poner la causa venezolana bajo la mirada mundial”.

De la Cruz aclara que el Comité Noruego del Nobel no tiene nada que ver con el gobierno de ese país que participó como facilitador en diálogos del régimen con la oposición.

FUENTE: Entrevista a Antonio de la Cruz, analista político internacional

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