Y representa también una “gran amenaza para la democracia”, afirma el sociólogo e investigador Roberto Briceño-León, especialista en violencia urbana, y los hechos lo constatan.
Seis de los ocho carteles de droga más peligrosos designados por EEUU como organizaciones terroristas extranjeras (FTO) y terroristas globales especialmente designados (SDGT), el 20 de febrero pasado, son mexicanos. Además, 10 alcaldes en este país han sido asesinados en el último año.
Carlos Manzo Rodríguez, alcalde del municipio de Uruapan, Michoacán, recibió tres tiros letales durante la festividad del Día de Los Muertos, el 1 de noviembre, luego de pedir auxilio a las autoridades nacionales porque su vida corría peligro, al denunciar el control del crimen organizado en su localidad.
Un año antes, la cabeza de Alejandro Arcos, recién electo alcalde de Chilpancingo, segunda ciudad del estado de Guerrero, fue hallada encima de un automóvil, por cuestionar la actividad criminal.
Narcotráfico hasta en el aguacate
El narcotráfico ha penetrado hasta la economía informal. “El comercio de aguacate está controlado totalmente por los carteles del crimen organizado”, afirma el investigador y miembro de la Academia de Ciencias de América Latina.
“El problema del crimen organizado en México en este momento es no solamente un asunto de carteles, de un negocio ilegal, significa un negocio que está amenazando la libertad de comercio, de empleo, de trabajo, las estructuras políticas de la democracia”, advierte.
Asesina por igual a políticos, sacerdotes, periodistas, pero el crimen de los alcaldes “es una muestra clarita de eso”.
Amenaza a la democracia
El narcotráfico está corroyendo la base institucional de la democracia, y está operando con los mismos objetivos, va tras sus pasos.
“Es una amenaza real a la democracia y lo es para lo más cercano a la población, para la democracia de base. Cuando un alcalde no puede hablar contra el narcotráfico o lo asesinan, la amenaza es al ejercicio de la democracia. ¿Qué instituciones sólidas puedes construir cuando quienes lo piden son asesinados, cuando son asesinadas comunidades que logran levantar la voz?”, sostiene.
Y puntualiza: “¿Dónde comienza la democracia? Comienza en las bases, comienza en los municipios, en las ciudades y las comunidades”.
Esa situación está ocurriendo también en otros países de América Latina y el propósito “es incidir más fácilmente en EEUU”.
Afirma, además, que no ha habido voluntad política suficiente, por lo menos en los últimos años.
Política errada en México
“Claramente ha habido un dejar. Esa política que desarrolló desde el primer momento el entonces presidente Antonio López Obrador, de abrazos y no balazos, fue muy equivocada, fue un error de ese gobierno”, señala en el contexto del fortalecimiento de los carteles de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación, considerados los más violentos nacidos en territorio mexicano.
“Fue una política que generó tolerancia al crimen y esa tolerancia le permitió a este controlar toda la droga y además toda esa red, colocarse en todo un mundo de negocios que van más allá de la droga y que es el gran problema de México en toda la sociedad, que es todo el crimen organizado con todo”, explica.
Apunta, sin embargo, que otras organizaciones criminales se han hecho fuertes en distintas zonas y se mueven fuertemente con la producción de heroína, luego con la producción de marihuana transformada genéticamente —llamada la “súper marihuana”—, con el fentanilo y otras drogas sintéticas. “Allí empiezan a hacer puente entre los precursores que le llegan de Asia y que implica todo el comercio entre Asia y México, que ha sido favorecido por muchas razones”.
Debilidad institucional
Briceño-León considera que varios factores han propiciado el narcotráfico en el país centroamericano.
“Por una parte, México está al lado de uno de los mercados más grandes del consumo que hay en el mundo, que es EEUU y que tiene una alta capacidad de pago. Además, está ubicado al lado por vía terrestre y tiene el Tratado de Libre Comercio, lo que indica un movimiento muy grande de camiones, de autobuses en esa frontera”.
Añade a las políticas equivocadas por parte de los gobiernos, los “arreglos” entre el poder político y económico en muchas zonas y el mercado de la droga.
“Ese entente político”, dice, empezó a desordenar cuando el PRI deja el poder.
“Cuando ese partido se fue se empezaron a generar variados cambios en la sociedad, que indican que los poderes locales se modificaron. Comenzó así a generarse una reestructuración de acuerdos políticos”, explica.
Asunto regional
Eso coincide con los cambios en el mercado de la droga en Colombia, la fuerte política de control de la droga en ese país y la pérdida de poder del tráfico de droga de los grupos colombianos que favoreció a los mexicanos
“Hoy en día, estos son los grandes negociadores de la droga en América Latina. Compran todo, compran aquí, allá. Son los mayoristas importantes en ese mundo”, subraya.
“El significado de esto es que es una amenaza social muy fuerte en este momento”.
Ante la debilidad institucional en México, la complejidad de las redes criminales es impresionante.
“En la actualidad, las redes son empresas inmensas que están copando los negocios legales en muchos lados, los están asumiendo y muchos los están manejando mafiosamente, o sea, criminalmente también”, apunta.
Cooperación indispensable
Para Roberto-León, el crimen organizado que pone en vilo la democracia en México es trasnacional y, por tanto, las respuestas no pueden ser nacionales nada más.
En este contexto, califica de “muy importante” la reunión entre la presidenta de México, Claudia Sheimbaum y el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, para pactar el compromiso para frenar el tránsito de fentanilo y de otras drogas desde México a territorio estadounidense, en septiembre pasado.
“Yo creo que ese tipo de reuniones define al final una política al más alto nivel, que es muy importante”.
En fecha reciente, Sheimbaum dejó claro que “no queremos intervenciones de ningún gobierno extranjero; hay colaboración y coordinación, pero ni hay subordinación, ni podemos permitir una intervención".
El experto difiere de esa posición para lograr combatir efectivamente el narcotráfico.
“La cooperación no tiene por qué significar sumisión ni sometimiento. Tiene sí que significar cooperación real. Más allá de apelar a la soberanía o de decir que no hay subordinación, la Policía de México podría perfectamente colaborar con el gobierno de EEUU, a través de la DEA, sin que eso parezca intervención”.
Acota que muchas de las dificultades que a veces tienen los participantes en una cooperación como la requerida, en cualquiera país, es que “puede haber muchos infiltrados que sabotean, que informan, que avisen”.
“Eso existe, si hay dobles espías en los grandes ministerios para asuntos políticos, en un mundo del crimen organizado lo puede haber mucho más, porque hay más dinero, más amenazas, hay más todo. Aquí lo que sí importa es que exista esta voluntad de cooperación real y práctica”, asevera y reafirma que es indispensable la voluntad política.
“Se debe considerar que el narcotráfico es un problema real para el otro país y para el que lo está exportando, produciendo. Reconocer cualquier problema y que se va a enfrentar es lo esencial en este caso”, señala.
FUENTE: Entrevista con el sociólogo Roberto Briceño-León, de la Academia de Ciencias de América Latina
hace 1 día
3








English (US) ·
Spanish (ES) ·