Escena de alto riesgo con un hombre encañonando a una persona en su carro y policía mexicana disparando desde helicóptero artillado. - (Imagen Ilustrativa Infobae)México se convirtió en el país con mayor actividad en mercados criminales a nivel mundial, de acuerdo con la tercera edición del Índice Mundial de Delincuencia Organizada 2025, elaborado por la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional (GI-TOC en inglés). El informe posiciona al país en el primer lugar en mercados ilícitos, con una puntuación de 8.27, y en el tercer lugar global en criminalidad total, con 7.8 puntos, solo detrás de Myanmar y Colombia.
Este índice, una de las mediciones internacionales más utilizadas para evaluar la expansión del crimen organizado, analiza tanto la presencia y fuerza de los grupos criminales como la capacidad real del Estado para combatirlos. En el caso de México, el estudio concluye que el país enfrenta un entramado criminal altamente diversificado, con cárteles que operan como corporaciones transnacionales, una gran variedad de economías ilícitas y una resiliencia institucional insuficiente para contenerlas.
El apartado de mercados criminales, donde México encabeza la clasificación mundial, abarca delitos como:
- Tráfico de personas
- Contrabando de migrantes
- Extorsión
- Tráfico de armas
- Comercio de bienes falsificados
- Crímenes ambientales
- Delitos financieros y cibernéticos
- Tráfico de drogas (cocaína, heroína, cannabis y sintéticos)
El informe destaca que el mercado de tráfico de cocaína es uno de los más fuertes del país, con una puntuación cercana al máximo, 9.00, debido al papel de México como corredor estratégico para el continente y por la creciente articulación logística de los grupos criminales.
Asimismo, la producción y exportación de drogas sintéticas, especialmente metanfetamina y fentanilo, continúa consolidándose como una de las actividades de mayor crecimiento para los cárteles mexicanos.
El informe identifica a los Cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) como los grupos que estructuran la mayor parte de los mercados ilícitos en México.
Según el documento, estos grupos:
- Mantienen una “vasta fuerza laboral” similar a la de grandes empresas mexicanas.
- Controlan amplias zonas del territorio mediante extorsión, violencia y cooptación comunitaria.
- Tienen presencia en prisiones, lo que muestra su nivel de infiltración en estructuras estatales.
- Operan redes internacionales para tráfico de drogas, personas, armas y recursos.
La GI-TOC subraya que la capacidad operativa de estos cárteles ha permitido que la criminalidad en México sea multidimensional, afectando sectores económicos, instituciones públicas y dinámicas sociales.
El índice también expone que el sur de México es una de las regiones más golpeadas por la trata de personas, especialmente Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Las víctimas más frecuentes son mujeres, menores de edad y comunidades indígenas sometidas a explotación sexual, doméstica y laboral.
La debilidad institucional, la pobreza estructural y el flujo migratorio aumentan el riesgo para estas poblaciones, indica el informe.
Pese al tamaño y complejidad de sus mercados ilícitos, México tiene una calificación de resiliencia institucional de 4.50, lo que lo coloca en el puesto 111 de 193 países. Esta calificación mide la capacidad del Estado para investigar, procesar y sancionar el crimen organizado.
El documento señala que:
- A pesar de que el gobierno mantiene una “postura pública firme” contra los cárteles, los desafíos estructurales persisten.
- La militarización de la seguridad pública —acentuada durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador— generó preocupación por posibles violaciones a derechos humanos y por el debilitamiento del control civil.
- Aunque se han impulsado mecanismos anticorrupción, México continúa enfrentando impunidad generalizada y una falta de transparencia persistente.
- La elección de jueces derivada de la reforma judicial ha levantado alertas sobre una posible influencia del crimen organizado en los procesos de designación.
La GI-TOC concluye que la combinación de altos niveles de criminalidad, cárteles con influencia nacional e internacional y resiliencia institucional limitada coloca a México en uno de los escenarios más críticos de criminalidad organizada a nivel mundial.
La diversidad de mercados ilícitos —que van desde las drogas sintéticas hasta los delitos financieros y ambientales— muestra que el crimen en México ha evolucionado más allá de la violencia armada, configurando economías paralelas que desafían directamente la capacidad del Estado.
Con la primera posición mundial en mercados criminales y el tercer lugar en criminalidad total, el desafío para México implica no solo frenar la expansión de los grupos criminales, sino reconstruir el andamiaje institucional necesario para recuperar el control del territorio, fortalecer la justicia y proteger a la población de delitos que hoy se desarrollan con alta capacidad y alcance.
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