
La Calathea se convirtió en una de las plantas de interior más apreciadas por su follaje llamativo y sus patrones únicos. Sin embargo, su atractivo va acompañado de ciertas exigencias: para que crezca sana y con vigor, es necesario aplicar cuidados específicos y constantes.
El éxito en el cultivo de la Calathea depende de replicar, en la medida de lo posible, las condiciones de su hábitat natural y de observar con regularidad las señales que la planta emite.
Las Calatheas se destacan por su gran diversidad y belleza, con una familia que reúne en torno a 25 especies reconocidas. Su atractivo principal reside en las hojas, que presentan una gran variedad de formas y patrones: redondeadas o lanceoladas, con vetas y manchas de colores intensos como verdes, lilas, rosados y amarillos.
Entre las variedades más populares se encuentra la Calathea Fusión Amarilla, apreciada por sus hojas con matices en tonos verdes, blancos y amarillo pastel. También sobresalen la Calathea Lancifolia Insigne, con hojas alargadas y onduladas de color verde brillante, la Calathea Warscewiczii, de superficie aterciopelada y dibujos en tonos oscuros, y la Calathea Makoyana, cuyas hojas recuerdan a las plumas de un pavo real.

Todas ellas comparten el movimiento de las hojas siguiendo la luz diurna, un fenómeno conocido como nicteinastia, por lo que también se las llama plantas de oración.
Para que la Calathea crezca vigorosa en el hogar, es clave imitar su hábitat natural de selva tropical. La planta necesita luz moderada e indirecta; la exposición directa al sol puede quemar sus hojas, mientras que un lugar sin suficiente luminosidad limita su crecimiento.
El riego debe ser regular, manteniendo el sustrato ligeramente húmedo pero sin encharcar. Es recomendable dejar secar la capa superior del sustrato antes de volver a regar y emplear agua de baja mineralización.
La humedad ambiental alta, por encima del 60%, se consigue agrupando plantas, utilizando bandejas con agua y guijarros, o con humidificadores. Las temperaturas ideales para la Calathea oscilan entre 16 y 27°C. Se debe evitar colocar la planta cerca de fuentes de calor, corrientes de aire o zonas de frío intenso.

Un abonado orgánico periódico, especialmente en primavera y verano, fomenta el crecimiento y la intensidad del follaje.
Cuando aparecen puntas marrones en las hojas de la Calathea, lo más conveniente es recortarlas usando tijeras limpias, siguiendo la línea natural de la hoja. Estos bordes resecos responden a problemas de humedad baja, excesos o defectos de riego, o exposición a temperaturas inadecuadas.
El recorte elimina el tejido dañado, mejora la apariencia de la planta y ayuda a prevenir la propagación de posibles enfermedades. Mantener una rutina de riego adecuada y altos niveles de humedad es fundamental para evitar que este problema vuelva a repetirse.
Las Calatheas requieren macetas con buenos agujeros de drenaje para evitar el exceso de agua y prevenir la pudrición radicular. Prefieren recipientes de tamaño ajustado al volumen de sus raíces, pero con espacio suficiente para crecer.

Se recomienda utilizar macetas de barro o material poroso, que permiten una mayor transpiración, y evitar los recipientes de plástico sin perforaciones.
El sustrato ideal debe ser rico en materia orgánica y estar compuesto por fibra de coco, turba rubia, humus de lombriz, perlita y elementos como corteza de pino o biochar, que favorezcan tanto la retención de humedad como el drenaje.
La planta puede mostrar señales claras de exceso de riego: las hojas empiezan a amarillearse y a caerse, el sustrato se mantiene empapado y puede notarse un olor desagradable a humedad o moho. Ante la sospecha de demasiada agua, es importante comprobar la tierra: debe estar húmeda pero nunca saturada ni encharcada.
Si al tocarla se encuentra fría, pesada y con agua acumulada en el fondo del tiesto, conviene reducir el riego y revisar si las raíces presentan pudrición, lo que puede requerir trasplante urgente.

Las Calatheas tienen una vida moderadamente larga en condiciones domésticas adecuadas, pudiendo superar los cinco años si se cuidan correctamente. Un aporte constante de humedad, riego preciso, sustrato fértil y luz filtrada son claves para prolongar la salud de la planta.
Es una especie que, aunque no suele crecer rápidamente, puede mantenerse vigorosa durante muchos años, siempre que esté protegida de cambios bruscos de temperatura, plagas y enfermedades.
La propagación de Calatheas puede hacerse por división de la planta madre o mediante esquejes de tallo, preferentemente en primavera o verano.
Para la división, se retira cuidadosamente la planta del tiesto, se separan los rizomas o brotes laterales con raíces propias y se transplantan en macetas individuales con sustrato húmedo y bien aireado.

Para los esquejes, se corta un tallo sano, se retiran hojas inferiores y se planta en sustrato, manteniendo alta la humedad y luz indirecta. En ambos métodos es fundamental mantener las nuevas plantas en ambientes cálidos y húmedos hasta el enraizamiento.
Es momento de trasplantar una Calathea cuando las raíces asoman por los agujeros de drenaje, la planta muestra un crecimiento detenido, o el sustrato se compacta y pierde su capacidad de drenar.
El trasplante debe hacerse cada uno o dos años, preferentemente en primavera. Se utiliza una maceta ligeramente mayor y sustrato fresco, asegurando el mínimo estrés para las raíces.
El trasplante también permite eliminar raíces dañadas y renovar nutrientes esenciales para el crecimiento saludable.