
El potus es una de las plantas de interior más populares y resistentes, ideal para quienes buscan una opción fácil de cuidar en casa. Su capacidad para adaptarse a diversas condiciones de luz y su rápido crecimiento lo hacen una excelente opción tanto para jardineros novatos como para aquellos más experimentados.
Sin embargo, a pesar de ser relativamente sencillo de mantener, no está exento de problemas. Los errores más comunes al cuidar un potus suelen estar relacionados con aspectos clave como el riego, la luz, y la humedad, que pueden afectar seriamente su salud si no se manejan adecuadamente.
El cuidado adecuado implica más que solo regarlo de vez en cuando. Existen varios errores que, si no se corrigen a tiempo, pueden afectar la salud de la planta y disminuir su longevidad. Entre los más comunes, según información de Universidad Estatal de Dakota del Sur y Universidad de Wisconsin-Madison se encuentran:

- Exceso de riego: como planta tropical, el potus necesita un suelo bien drenado que se seque ligeramente entre riegos. El riego excesivo es una de las causas principales de la pudrición de las raíces, lo que puede manifestarse en puntos negros en las hojas y un crecimiento estancado.
- Falta de luz adecuada: aunque tolera condiciones de poca luz, no crecerá de manera óptima en un entorno muy oscuro. Las variedades con hojas variegadas pueden perder su característico color si no reciben suficiente luz indirecta. Por otro lado, no tolera una alta exposición a luz solar directa. Es fundamental proporcionarles la cantidad justa de luz para mantener su apariencia vibrante y saludable.
- Temperaturas extremas: los cambios bruscos de temperatura pueden afectar negativamente al potus. Aunque es resistente, prefiere temperaturas entre los 18 y 27 °C. Las corrientes de aire frío o el calor intenso pueden estresarlo, lo que se refleja en hojas marchitas o con bordes marrones.
- Falta de humedad: el potus disfruta de niveles de humedad más altos que los que típicamente se encuentran en los hogares durante el invierno. La sequedad del aire puede hacer que las puntas de las hojas se pongan marrones. Para evitar esto, es recomendable rociar las hojas con agua o colocar un humidificador cerca de la planta.

Es conocido por su adaptabilidad y puede prosperar en una variedad de entornos, pero hay ciertos lugares dentro del hogar que favorecen su crecimiento. Esta planta prefiere espacios con luz indirecta y temperaturas cálidas, por lo que los lugares cercanos a una ventana que reciba luz filtrada son ideales. Si es demasiado oscuro, el potus puede seguir sobreviviendo, pero su crecimiento será más lento y sus hojas perderán su color vibrante.
La luz es uno de los factores más importantes en el cuidado del potus. Prefiere iluminación indirecta brillante, aunque puede sobrevivir en condiciones de luz baja durante períodos cortos. Sin embargo, las hojas de algunas especies necesitan más iluminación para mantener sus colores distintivos.
Es fundamental no colocar el potus bajo luz solar directa, ya que esto puede quemar sus hojas y causar manchas marrones. Si se nota que las hojas empiezan a volverse pálidas o a perder sus marcas, es una señal de que la planta necesita más luz indirecta.
Las hojas marrones son una señal de que algo no está bien. Uno de los problemas más comunes que causan manchas marrones en las hojas es el riego inadecuado. El excesivo puede provocar pudrición en las raíces, lo que genera que las hojas se pongan amarillas primero y luego marrones. Por lo contrario, si las hojas presentan bordes marrones y crujientes, puede ser debido a la falta de humedad o a un riego demasiado escaso, según datos de la Universidad Estatal de Dakota del Sur.

Otro factor que puede causarlas es la exposición a temperaturas extremas, tanto por calor excesivo como el frío. Es importante mantener el potus en un lugar con temperaturas estables y evitar cambios bruscos. Finalmente, si la planta estuvo expuesta a la luz solar durante mucho tiempo, puede sufrir quemaduras.
Aunque el potus puede seguir creciendo durante años, llega un momento en que puede ser necesario trasplantarlo a una maceta más grande. Si la planta creció mucho y las raíces empiezan a salir por los agujeros de drenaje o el crecimiento parece estancado, es hora de trasplantar.
El mejor momento para hacerlo es en primavera, cuando está en su fase activa de crecimiento. También es una buena oportunidad para revisar las raíces y cortar aquellas que estén dañadas o pudriéndose.

El potus es una planta que no requiere riegos frecuentes. De hecho, uno de los errores más comunes al cuidarla es regarla demasiado. Es fundamental dejar que el sustrato se seque un poco antes de brindarle más agua.
El riego excesivo puede provocar pudrición de las raíces, mientras que la falta de humedad puede causar que las hojas se caigan y que la planta se vea marchita. Un buen truco es regar el potus cuando la capa superior de la tierra esté seca al tacto. Durante el invierno, entra en un estado de reposo, por lo que necesitará menos agua.
El potus tiene varias variedades que se diferencian por el color y patrón de sus hojas. Algunas de las más conocidas, según la Universidad Estatal de Carolina del Norte, son:
- Golden Pothos: con hojas de un verde brillante con manchas amarillas.
- Marble Queen: de hojas verdes con manchas blancas.
- Neon Pothos: con hojas de un verde intenso, casi fluorescente.
- Jade Pothos: de hojas completamente verdes, muy resistente a condiciones de poca luz.

Aunque el potus no es una planta exigente en cuanto a fertilización, un poco de abono puede fomentar su crecimiento. Los fertilizantes orgánicos son opciones naturales que aportan nutrientes sin dañar la planta, según información del Jardín Botánico de Nueva York.
Durante la temporada de crecimiento (primavera y verano), se puede fertilizar cada mes para asegurar un crecimiento robusto. Se recomienda no fertilizar en exceso, ya que esto puede provocar la acumulación de sales en el sustrato, lo que afectaría las raíces.