
Un estudio de la revista Science contradice investigaciones anteriores al mostrar que los niveles de taurina, un aminoácido que se encuentra en alimentos como mariscos y carnes, no disminuyen con la edad en humanos ni en animales de laboratorio. Esta observación cuestiona el uso de la taurina como marcador biológico del envejecimiento y pone en duda su utilidad como suplemento antienvejecimiento.
La investigación fue liderada por científicos del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA) de Estados Unidos y se basó en datos longitudinales de humanos, monos rhesus y ratones. El enfoque longitudinal permitió observar cómo evolucionaban los niveles de taurina en los mismos individuos a lo largo del tiempo, en lugar de comparar personas de distintas edades, como ocurre en estudios transversales.
El hallazgo contrasta con estudios anteriores, incluido uno realizado en 2023, también publicado en Science, que sugería que la taurina disminuye significativamente con la edad y que su suplementación podría extender la vida útil en modelos animales. El nuevo estudio propone una interpretación diferente basada en metodologías más controladas y poblaciones diversas.
El estudio más reciente utilizó datos del Estudio Longitudinal de Baltimore sobre el Envejecimiento (BLSA), una cohorte de 3.601 adultos mayores entre 65 y 95 años, con diversidad étnica, de sexo y estado de salud. También se analizaron datos de monos rhesus mantenidos en instalaciones del NIA, así como ratones de laboratorio. Las muestras de sangre fueron recolectadas a lo largo de varios años para medir los niveles de taurina en cada individuo.
Los resultados mostraron que los niveles de taurina se mantenían estables en la mayoría de los casos, e incluso aumentaban con la edad en ciertos subgrupos. En particular, las diferencias por sexo y especie fueron relevantes, ya que algunas hembras humanas presentaron incrementos en los niveles de taurina en edades avanzadas.
A diferencia del estudio de 2023, que utilizó un diseño transversal, el estudio actual rastreó a los participantes a lo largo del tiempo. Según los autores, este diseño minimiza el sesgo introducido por las diferencias entre individuos de distintas generaciones y permite observar cambios reales vinculados al envejecimiento.

El estudio de 2023, dirigido por Vijay Yadav, actualmente en Rutgers New Jersey Medical School, había mostrado que los niveles de taurina eran más bajos en personas mayores comparadas con jóvenes. Este hallazgo se basó en datos provenientes de poblaciones más homogéneas, como la finlandesa, y fue interpretado como evidencia de que la taurina disminuye con la edad.
Sin embargo, los autores del estudio de 2025 argumentan que los datos transversales pueden reflejar diferencias genéticas, ambientales o de estilo de vida, más que cambios biológicos asociados directamente al envejecimiento. Luigi Ferrucci, director científico del NIA y coautor del nuevo estudio, afirmó en una conferencia de prensa que esperaban encontrar una caída en los niveles de taurina, pero se sorprendieron al no observarla.
Vijay Yadav reconoció en declaraciones a Stat News que la discrepancia entre ambos estudios puede deberse a variables como la diversidad genética o si los participantes habían comido recientemente antes de la extracción de sangre. También indicó que su equipo continúa investigando a través de un ensayo clínico aleatorizado para evaluar el efecto de los suplementos de taurina en humanos.
Los investigadores del NIA analizaron si los niveles de taurina estaban asociados a indicadores de salud como inflamación, masa muscular, fuerza, densidad ósea o actividad metabólica. No encontraron asociaciones consistentes que permitan afirmar que niveles más altos de taurina están ligados a mejores condiciones de salud.
La falta de correlaciones claras sugiere que la taurina no sería un biomarcador fiable del envejecimiento. Esta conclusión debilita la base científica de su uso como suplemento con fines de longevidad. No obstante, los investigadores subrayaron que se necesita más evidencia antes de descartar su utilidad en ciertos contextos clínicos o poblacionales.
Peter Abadir, especialista en geriatría en la Universidad Johns Hopkins, declaró a Stat News que la diferencia entre los estudios refleja la naturaleza acumulativa del conocimiento científico. Señaló que ninguno de los estudios debe interpretarse como definitivo y que es necesario realizar más investigaciones con metodologías comparables.

La taurina es un aminoácido que el cuerpo humano puede sintetizar en pequeñas cantidades, pero cuya principal fuente son los alimentos. Se encuentra en niveles altos en mariscos, carne oscura de aves como pollo o pavo, y en cantidades menores en otros tipos de carne y productos lácteos.
La sustancia ha sido objeto de creciente interés en la industria de los suplementos y en productos como bebidas energéticas. En años recientes, algunos estudios con animales indicaron que altas dosis de taurina podrían mejorar la esperanza de vida, lo cual atrajo la atención de la comunidad científica y del público general.
El estudio de 2025 no abordó los efectos del consumo de suplementos, pero los investigadores indicaron que siguen en curso ensayos clínicos que podrán ofrecer datos más concluyentes sobre sus efectos en humanos. Uno de estos ensayos, liderado por el equipo de Yadav, está registrado en clinicaltrials.gov bajo el ID NCT05594398.