
El estadounidense Tim Andrews sufrió una falla total de sus riñones hace dos años y pasó a depender de diálisis y a enfrentar complicaciones como fatiga y una úlcera en el pie por diabetes.
En enero pasado, el hombre, de 66 años, dio su consentimiento para recibir un trasplante de riñón de un cerdo modificado genéticamente. Aún vive.
El caso de Andrews es una muestra del cambio que está dando el campo de la investigación en xenotrasplantes, los trasplantes de órganos o tejidos de animales a personas.
¿Podrían ser intervenciones seguras y con acceso masivo en los próximos diez años? Expertos respondieron a Infobae que la posibilidad sí existe, pero se deberán sortear antes algunos obstáculos.

Científicos de los Estados Unidos publicaron una revisión en la revista Xenotransplantation de la editorial Wiley, en la que destacaron el avance sin precedentes. Consideraron que los xenotrasplantes dejaron de ser solo la experimentación en laboratorios para usarse por primera vez en personas reales.
En la primera mitad de 2025 investigadores médicos lograron trasplantar riñón, corazón e hígado de cerdos especiales a pacientes humanos.
Marcan un camino que aún requiere de más ensayos que evalúen eficacia y seguridad, pero que abre la esperanza para el futuro como un intento para resolver el problema de las largas esperas por el déficit de donantes humanos.
El análisis fue realizado por Kasra Shirini de la Universidad Johns Hopkins, Joseph M. Ladowski de la Universidad de Duke y Raphael Meier de la Universidad de Maryland, quienes recopilaron y revisaron estudios hechos en Estados Unidos, Japón y China.

Uno de los casos más importantes se dio en Boston, Estados Unidos: se trasplantó un riñón de cerdo modificado con 69 genes para que sea compatible a un hombre de 62 años con falla renal crónica.
El injerto funcionó durante casi dos meses hasta el fallecimiento del paciente por causa cardíaca. Los médicos mencionan que al aparecer hubo un rechazo temprano del órgano por parte del organismo, aunque controlaron la reacción al usar un inmunosupresor.
En Maryland, también se implantó un corazón porcino con 10 genes editados a un receptor humano. El órgano funcionó los primeros días, pero al día 29 del posoperatorio el paciente tuvo problemas graves con la circulación y requirió ayuda de máquinas para su corazón.

A pesar de la inmunosupresión máxima, el paciente falleció al día 40. Los autores de la revisión se preguntaron si las transfusiones de sangre favorecieron que se produzca el rechazo.
En tanto, en China se describió el primer trasplante de hígado porcino en una persona con muerte cerebral. Ese estudio buscó ver si el hígado de cerdo podía mantener funciones básicas.
El injerto funcionó diez días sin signos aparentes de rechazo, aunque los autores advirtieron que al probarlo en personas sin vida limita las conclusiones.
Japón avanzó en estudios con animales, principalmente monos, donde intentaron nuevas combinaciones de medicamentos para que los órganos trasplantados, en este caso corazones de cerdo, duren más tiempo.

Para hacer que los órganos duren más antes de usarlos, en Estados Unidos y Europa se están estudiando técnicas nuevas de conservación, llamadas “perfusión artificial” (inyectan una solución especial al órgano fuera del cuerpo para mantenerlo sano) y “tratamiento a baja temperatura”.
La revisión resalta la importancia de “la selección minuciosa de donantes, la optimización de protocolos inmunosupresores y el control microbiológico de los órganos animales” para ir a pruebas clínicas seguras.
En diálogo con Infobae, Valentin Goutaudier, doctor en epidemiología y médico nefrólogo del Grupo París Trasplante, en Francia, opinó que hoy “los principales desafíos médicos del xenotrasplante renal de cerdo a humano son el rechazo xeno-inmune, el riesgo de infecciones zoonóticas (en particular, retrovirus endógenos porcinos) y la garantía de la función del injerto a largo plazo”.

Desde el punto de vista ético, “se incluyen el bienestar animal, el consentimiento informado sobre riesgos desconocidos y el acceso equitativo. Por lo tanto, los riesgos más relevantes para los pacientes son el rechazo y la posible infección entre especies”, afirmó.
La cuestión es cuándo los xenotrasplantes serán seguros y masivamente. “Podrían volverse más seguros y generalizados en la próxima década si las tecnologías de edición genética, inmunosupresión y monitorización continúan avanzando”, sostuvo Goutaudier.
El experto aclaró: “Su uso clínico generalizado dependerá de los datos de seguridad a largo plazo, la aprobación regulatoria y la aceptación pública. Por lo tanto, es difícil dar una fecha precisa: primero debemos esperar los resultados de los ensayos clínicos en curso para realizar predicciones más fiables”.

En tanto, el médico Adrián Abalovich, coordinador de la comisión de xenotrasplante de la Sociedad Argentina de Trasplantes y jefe de emergencias del Hospital Eva Perón del partido de San Martín, opinó los riesgos más relevantes en la actualidad son la inmunosupresión necesaria y la bioseguridad en la crianza de los animales donantes, para evitar la transmisión de gérmenes al ser humano.
“Dentro de una década, en el año 2035, es probable que los xenotrasplantes ya sean masivos. Incluso dejarán de tener ese nombre y se integrarán como trasplantes comunes. Podrían desplazar a los trasplantes a partir de órganos de otras personas”, sostuvo.

Abalovich subrayó que “el gran desafío de la humanidad está en garantizar que los avances sean accesibles para todos y no solo para quienes tengan mayores recursos”.
La semana próxima, en el congreso de la Asociación Internacional de Xenotrasplantes en Ginebra, el experto hablará junto con el científico Adrián Mutto, del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín, sobre la problemática en América Latina.