La hipocresía antiimperialista del régimen de La Habana

hace 13 horas 4

La ideología oficial de la dictadura cubana ha sido el antimperialismo, pero en la práctica actúa dependiendo si está aliado al imperialista o no. La Habana condena el imperialismo estadounidense, pero apoya diplomáticamente las iniciativas imperialistas chinas que niegan la soberanía de Taiwán, y, con tropas en el campo de batalla, apoya la guerra imperialista de Rusia en Ucrania.

Desde el 2022, según fuentes de inteligencia ucranianas, 20.000 cubanos han combatido junto a Putin en su guerra imperialista e ilegal en Ucrania, buscando la conquista territorial directa con la complicidad de la dictadura comunista en Cuba. Entre 6.000 y 7.000 cubanos se encuentran actualmente en el campo de batalla.

La Habana ha dicho reiteradamente que reafirma “su compromiso inquebrantable con la descolonización y la autodeterminación de los pueblos”, pero no reconoce el derecho del pueblo soberano de Taiwán a ser independiente de China continental.

También ha practicado el imperialismo por derecho propio, subvirtiendo el orden democrático, extendiendo el poder y el dominio a través del control político y de seguridad sobre Venezuela, explotando sus recursos naturales.

Esto lo ha logrado a través del régimen clientelista, liderado por Nicolás Maduro, que ha sido rechazado en las urnas por los venezolanos.

El apoyo de La Habana al imperialismo practicado por las superpotencias y a su propio imperialismo continúa, pero también se remonta a la década de 1960 y condujo a la desilusión de algunos de los primeros partidarios del régimen de Castro, como Carlos Franqui.

El 23 de agosto es el Día del Brazalete Negro, reconocido oficialmente por la Unión Europea como el Día Europeo en Recordación de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo.

Hace 86 años, el 23 de agosto de 1939, Josef Stalin firmó un tratado con Adolfo Hitler. Recibió el nombre de sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores, V.M. Molotov y Joachim von Ribbentrop. Hoy se conoce como el Pacto Mólotov-Ribbentrop o el Pacto Hitler-Stalin.

Este pacto contenía protocolos secretos para invadir y conquistar Polonia, dividir el resto de Europa Central y Oriental en esferas de influencia para la Alemania Nazi y la Unión Soviética, y condujo al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Hitler y Stalin seguirían siendo aliados en su guerra de expansión imperialista hasta el 22 de junio de 1941, cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética, rompiendo su “pacto de no agresión”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética conservó las ganancias ilícitas obtenidas del pacto Molotov-Ribbentrop, que incluía los estados bálticos, y partes de Rumania y Finlandia.

Europa Central y Oriental se convirtieron en una esfera de influencia soviética durante la Guerra Fría.

Checoslovaquia, satélite soviético desde 1948, vivió su Primavera de Praga en 1968, cuando los reformistas del gobierno buscaron un socialismo con rostro humano, ejerciendo una soberanía limitada. Esta concluyó el 21 de agosto de 1968 con la invasión del país centroeuropeo por parte del Pacto de Varsovia, por orden del líder soviético Leonid Brézhnev, seguida de una ocupación.

Fidel Castro, a pesar de su retórica antiimperialista, apoyó la invasión y ocupación de Checoslovaquia liderada por la Unión Soviética el 3 de agosto de 1968, en el 29º aniversario del Pacto Molotov-Ribbentrop.

Hace treinta y seis años, el 23 de agosto de 1989, dos millones de letones, lituanos y estonios se unieron en una gigantesca cadena humana de 600 kilómetros. Cincuenta años después de la firma del tratado que tanto dolor les causó. Este acto de desafío no violento fue un paso crucial para la liberación de los Estados Bálticos y la recuperación de su independencia en 1991. Condujo al fin de la Guerra Fría y al último vestigio del Pacto Hitler-Stalin.

La anexión de Crimea por parte de la dictadura de Putin en Rusia durante la invasión ilegal de Ucrania en el 2014 fue la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que un estado europeo se anexaba el territorio de otro.

El fallo de las democracias occidentales en exigir cuentas a Moscú en el 2014 o en sancionar a Moscú cuando concentraron tropas en la frontera con Ucrania en el 2022, condujo a otra invasión el 24 de febrero del 2022, y a la guerra en curso que libran miles de norcoreanos y cubanos para promover las ambiciones imperialistas de Putin.

Por esta razón, el 22 de agosto, Frank Calzon y yo nos unimos a lituanos, estonios, letones, polacos, ucranianos y estadounidenses de buena voluntad en Washington, DC, para recordar el Pacto Molotov-Ribbentrop, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial matando a decenas de millones de personas, así como conmemorar la cadena humana de la Vía Báltica, que liberó a millones de personas por medios no violentos y finalmente puso fin al infame Pacto Hitler-Stalin.

Por eso estamos orgullosos de oponernos al imperialismo ruso.

John J. Suarez es director ejecutivo del Centro por una Cuba Libre. Suarez fue oficial de programas del Departamento Latinoamericano en Freedom House.

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