
Donald Trump decidió cancelar la influencia de Irán en Medio Oriente, y en esta etapa de su estrategia geopolítica optó por abrir un espacio de negociacion con el regimen chiíta que inició el sábado pasado en Omán y que debería continuar el próximo 19 de abril en Roma.
Trump cree que desmantelando la iniciativa nuclear iraní, su influencia regional comenzará a menguar inevitablemente.

El presidente de Estados Unidos desconfía del líder religioso Alí Khamenei -que rige a Irán con mano despótica- y no descarta una acción militar junto a Israel, si fracasan las conversaciones diplomáticas con el gobierno de los ayatollahs.
Esta hoja de ruta fue revisada ayer durante un cónclave que tuvo como protagonistas a Trump, JD Vance -vicepresidente de los Estados Unidos-, Marco Rubio -secretario de Estado-, Pete Hegseth -secretario de Defensa-, Mike Waltz -consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca-, Steve Witkoff -enviado de Estados Unidos a Medio Oriente- y el director de la CIA, John Ratcliffe.
La reunión sucedió en la Sala de Situación de la Casa Blanca y todos sus protagonistas coincidieron en señalar que Irán no es confiable y que la anulación del proyecto nuclear de Iran abriría un capítulo inédito en la correlación de fuerzas que hoy se advierte en Medio Oriente.
No obstante la coincidencia absoluta respecto a la naturaleza política del regimen chiíta, la reunión convocada por Trump dejó entrever distintas variables tácticas.
Vance y Witkoff sostuvieron que se deben agotar todas las instancias diplomáticas antes de pasar a la fase bélica, mientras que Rubio y Waltz consideran que las negociaciones en formato tradicional no alcanzarán para quebrar la dinámica fundamentalista de Teherán.

Estas diferencias sutiles quedaron exhibidas en dos apariciones mediáticas de Witkoff.
El enviado de Trump a Medio Oriente dejó entrever en el canal Fox que se podían utilizar ciertos aspectos técnicos del acuerdo firmado entre Estados Unidos e Irán 2015, una sugerencia que fue rápidamente cuestionada por los expertos republicanos que siempre repudiaron la iniciativa de pacto nuclear que impulsó Barack Obama.
Pocas horas después, Witkoff posteó un mensaje directo para aclarar sus opiniones en canal Fox. Fue el primer error diplomático de Witkoff, ya que si esa sugerencia hubiera sido aceptada, Irán se habría beneficiado en términos geométricos.
“Un acuerdo con Irán solo se completará si es un acuerdo de Trump. Cualquier acuerdo final debe establecer un marco para la paz, la estabilidad y la prosperidad en Oriente Medio -- lo que significa que Irán debe detener y eliminar su programa de enriquecimiento y armamento nuclear. Es imperativo para el mundo que creemos un acuerdo sólido, justo y duradero, y eso es lo que el presidente Trump me ha pedido”, posteó Witkoff en la red social X para descartar todas las dudas.
El enviado de Donald Trump a Medio Oriente es un negociador nato, pero al plantear que Irán podía enriquecer uranio a niveles mínimos (3.67 por ciento) causó una inmediata reacción política en DC.
Esa reacción -que sintoniza con la mirada de Rubio y Waltz- se asocia con la imposibilidad de conceder a Irán un sólo espacio político y científico que le permita mantener su carrera nuclear.

En este contexto, Trump ya fijó las reglas de juego al regimen chiíta. Si las negociaciones se dilatan, el presidente de Estados Unidos amenazó con una ofensiva militar para destruir el proyecto nuclear de Irán.
Los plazos fijados por el líder republicano son cortos, y Khameini lo sabe: hace cuarenta días recibió una carta enviada por Trump adonde ofrecía una ventana de negociación que se cerraba en dos meses.
“Si Irán no hace un trato, habrá bombardeos”, dijo el presidente de los Estados Unidos.