Kuma, el perro que vivió su último día entre golosinas, fotos y un acto de amor sin precedentes

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Mariko adoptó a Kuma desdeMariko adoptó a Kuma desde que él tenía 7 semanas, por lo que pasaron toda su vida juntos —(Instagram, @mariko_hair_design)

Perder a una mascota es una experiencia profundamente dolorosa que muchas veces se vive en silencio. A diferencia del duelo por un ser humano, la muerte de un animal de compañía no siempre cuenta con el mismo reconocimiento social, a pesar de que el vínculo afectivo puede ser igualmente intenso. Las mascotas no solo acompañan la rutina diaria, sino que dan compañía incondicional, alivio emocional y una forma de amor desinteresado que deja una huella profunda.

El dolor de esa ausencia puede resultar abrumador, sobre todo por los espacios que compartían, los hábitos construidos a lo largo de los años y los momentos compartidos. Mariko, una joven estilista japocanadiénse, recuerda con nitidez la suavidad del pelaje de su mascota entre sus dedos, el sonido de sus pasos en el pasillo y la mirada cómplice que compartían en silencio.

Kuma era un perro Shiba Inu de tamaño mediano y pelaje negro con blanco y marrón que fue el compañero inseparable de esta mujer durante más de una década. Su presencia constante le brindó alegría, consuelo y un sentido de hogar que iba más allá de las paredes donde vivían. Sin embargo, el tiempo hizo efecto en la salud de este can y Mariko tuvo que toar una decisión difícil para hacer que el dolor de su bebé” no siguiera.

Kuma era un perro Shiba inu de 16 años que padecía múltples enfermedades como demencia canina, ceguera y sordera, por lo que después de unos años, su cuidadora Mariko decidió darle un fallecimiento digno. -(Facebook, @Justin Veenema)

Kuma llegó a la vida de Mariko cuando ella era adolescente y él solo tenía siete semanas de nacido. Durante más de una década, compartieron una vida llena de caminatas al atardecer, juegos en casa y una vida tranquila llena de amor y compañía mutua. Kuma no fue solo una mascota, sino un compañero constante en los altibajos de la vida, testigo de cambios, alegrías y pérdidas que marcaron el camino de su dueña.

En su cuenta de Instagram, Mariko relató que este can fue muy importante para afrontar el duelo por la pérdida de su madre, quien enfermó gravemente y pasó sus últimos días en un hospital.

“Una tarde, la sorprendí trayendo a Kuma. Nunca olvidaré su expresión. Estaba TAN FELIZ. Estaba en casa. Aunque sabía que nunca volvería a casa, él era todo lo que necesitaba ver. Le pregunté si quería que trajera los gatos al día siguiente, pero ella dijo que no y que ver a Kuma era suficiente. Él se acostó a su lado y mamá acarició su suave pelaje, cerró los ojos e imaginó estar en casa nuevamente”, expresó en una publicación sobre el lazo entre su madre y el cachorro que adoptaron hace 16 años.

Kuma vivió una larga yKuma vivió una larga y buena vida rodeado del amor de su familia. —(Instagram, @mariko_hair_design)

Si bien el perro tuvo una vida larga y feliz, con el paso del tiempo el cuerpo de Kuma comenzó a ceder ante la vejez y comenzó a enfermar. Mariko lo acompañó en cada etapa del deterioro con una ternura silenciosa y firme, aferrándose a cada pequeño gesto de vida, a cada mirada que seguía siendo la misma de siempre. En un video publicado en las redes sociales de Justin Veenema, un fotógrafo de mascotas, Mariko contó que Kuma siempre fue un perro adorable y sumamente amigable con la familia, personas de servicio, otros perros, gatos y hasta niños. “Él nunca ladraba y siempre era muy lindo con todo el mundo”. Sin embargo, un día comenzó a ladrar sin sentido en momentos aleatorios dentro de la casa, lo cual indicó el principio de sus enfermedades.

El video del fotógrafo ocurrió como un homenaje y testimonio del último día de Kuma. En él, Mariko explicó que debido a todos los malestares de su perro, tomó la decisión de no alargar más su dolor, por lo que al día siguiente de la grabación el veterinario acudiría a su casa para aplicarle eutanasia.

Además del clip, Mariko compartió múltiples publicaciones de sus últimos meses con Kuma. El 9 de febrero publicó dos fotografías de Kuma y comentó que un mes antes desarrolló una catarata en el ojo con el que aún veía, por lo que ya estaba oficialmente ciego. Desde 2024 perdió la audición y su demencia canina se agravó. La oftalmóloga del canino le comentó que a ese punto de las enfermedades, se encontraban en una “zona gris” donde cualquier cosa que intentara preservar más su vida sería doloroso e inecesario para Kuma, por lo que sería bueno reconocer el deterioro y ser sensatos sobre lo que debía hacerse.

Kuma era un perro muyKuma era un perro muy amigable con personas, gatos, niños y otros perros. Sin embargo, un día él empezó a tener comportamientos extraños, los cuáles eran debido a la demencia canina.

El perro tenía insuficiencia cardíaca congestiva, un soplo en el corazón, artritis, pérdida de visión y audición, y un deterioro cognitivo que lo hacía confundirse y ladrar sin motivo. Además, comenzó a caminar en círculos, lo que podría haber sido un signo de un tumor cerebral o un declive neurológico.

“Echo de menos a Kuma cuando era joven y enérgico, cuando era juguetón y travieso. Todas esas cualidades y personalidades que lo hicieron quién es se están desvaneciendo poco a poco con la edad. (...) Esta es la decisión más difícil para nuestros peludos, y sabemos que este día tiene que llegar en el momento en que decidimos tener uno. (...) Hago todo lo posible para mantenerlo cómodo, calentito y cuidado. Siempre le hago saber que estoy aquí para él, nunca demasiado lejos, y cuando lo abrazo, siento que nuestros corazones se conectan y él apoya la cabeza sobre mi hombro, sabiendo que este es el único lugar donde está absolutamente seguro, a salvo en mis brazos”, escribió la joven.

Dos semanas después, Mariko relató que el estado de salud del Shiba Inu emperó todavía más y que eso fue lo que le dejó claro que “Kuma estaba siendo miserable”, por lo que programó la cita para el 26 de febero con el veterinario que lo dormiría.

Entre 2018 y 2019, KumaEntre 2018 y 2019, Kuma empezó a tener signos de deterioro de salud. Con el paso de los años perdió la visión, audición, desarrolló demencia canina y problemas cardiácos.

“Pensé en pedirle al veterinario otros medicamentos que pudieran aliviarlo y prolongar su vida, pero entiendo que cualquier otra intervención que pudiera hacer sería simplemente mantenerlo vivo artificialmente. Sería egoísta. Tengo que hacer esto antes de que sus órganos internos dejen de funcionar, antes de que se desplome y ya no pueda caminar, antes de que sienta tanto dolor que se niegue a comer o beber, antes de que sufra incontinencia, antes de que esté tan incómodo que ni siquiera pueda dormir”, destacó en su posteo, esta vez con fotos de Kuma cuando era un cachorro con intenso pelaje negro y marrón.

En su último día juntos, Mariko se dedicó por completo a Kuma. Le preparó sus panqueques favoritos, que incluso probó con jarabe de arce por primera vez, y lo llevó a Charleson Park, un lugar lleno de recuerdos especiales para ambos. Citó a Justin Veenema , quien ya había tomado fotos de Kuma en el pasado, para capturar sus últimos momentos juntos. Mariko describió este día como cálido y tranquilo, lleno de sol y olor a mar. Horas después, el veterinario durmió al can, quien se quedó dormido en el pecho de Mariko, un momento que ella describió como profundamente emotivo. Aunque estaba agotada, Mariko no quiso cerrar los ojos, deseando que ese día nunca terminara.

Kuma vivía con Mariko yKuma vivía con Mariko y sus dos gatos Leo and Umi. —(Instagram, @mariko_hair_design)

Cuando llegó el momento de enfrentar la decisión más difícil —poner fin al sufrimiento de su perro—, lo hizo desde el amor más profundo, ese que antepone el bienestar del otro al propio dolor de la despedida. Optó por una eutanasia digna, en un ambiente tranquilo y acompañado, como merecía un ser que había entregado todo de sí durante tantos años.

La partida de Kuma dejó un vacío inmenso, pero también la certeza de que vivió una historia llena de plenitud y amor. Mariko aprendió que el duelo, lejos de ser un cierre abrupto, es una forma de continuar la relación desde otro lugar.

A través de recuerdos, pequeños rituales de homenaje y la aceptación del dolor, transformó su pérdida en una manera de seguir amando a su compañero sin ataduras físicas. En palabras de Mariko, “mi amor por él es más grande que todos mis miedos juntos”.

En su cuenta de Instagram cuenta cómo es que el tiempo se detuvo en su casa, ya que aún no tiene la valentía de sacar los objetos de Kuma, además de que sus gatos aún lo buscan en algunas ocasiones. SIn embargo, asegura que cada día que pasa se siente más aliviada de que hizo lo mejor para su amigo. También contó que es la primera vez en más de 30 años que no tiene perros, por lo que la sensación es muy extraña, pero que se hace más llevadera gracias a las muestras de cariño que le han expresado miles de personas en redes sociales y en su vida cotidiana, gracias a que el video de Justin se hizo viral.

Mariko recibe muchas muestras deMariko recibe muchas muestras de afecto por la partida de Kuma.

Hablar de Kuma ya no le arranca lágrimas a Mariko, sino una sonrisa suave. A veces, dice que lo escucha en sueños, o que cree sentir su presencia cuando está especialmente triste. “No es que no haya más dolor, es que ahora sé que el amor sigue existiendo, aunque él ya no esté”.

La historia de Mariko y Kuma nos recuerda que decir adiós con dignidad también es un acto de amor profundo, y que las huellas que dejan los animales que amamos nunca desaparecen del todo: se quedan latiendo en nuestra memoria, en nuestras decisiones, y en la forma en que elegimos volver a vivir.

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