“Good Boy” revoluciona el terror con la mirada de un perro

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Tras la muerte de un familiar, Todd se muda con su perro Indy a una antigua granja rural —supuestamente embrujada— que perteneció a su abuelo. Aunque Todd ignora las advertencias, Indy comienza a percibir presencias sobrenaturales invisibles para los humanos. Al no poder comunicarse verbalmente, Indy debe enfrentarse a estas fuerzas malignas para proteger a quien ama. (BF Distribution)

La llegada de Good Boy a los cines el próximo 23 de octubre marca un hito en el cine de terror contemporáneo: una película que explora el horror desde la perspectiva de un perro, desafiando los códigos tradicionales del género y conquistando tanto a la crítica como a los festivales internacionales. La obra, dirigida por Ben Leonberg y distribuida por BF Paris, ha sido reconocida por su originalidad y por ofrecer una experiencia emocionalmente intensa, donde la lealtad y el vínculo animal-humano se convierten en el eje central de la narrativa.

El relato se articula en torno a Todd (interpretado por Shane Jensen), quien, tras una enfermedad, decide mudarse junto a su perro Indy a la antigua granja de su abuelo, un lugar envuelto en rumores de fenómenos paranormales. Mientras Todd permanece ajeno a las advertencias y señales, es Indy quien, gracias a su aguda percepción, detecta presencias invisibles para los humanos. La incapacidad del animal para comunicarse verbalmente lo obliga a enfrentar fuerzas malignas por instinto, transformando la lealtad en su principal herramienta de resistencia ante el peligro.

“Good Boy” revoluciona el cine“Good Boy” revoluciona el cine de terror al narrar desde la perspectiva de un perro. (BF Distribution)

La propuesta de Ben Leonberg se distingue por situar la cámara a ras de suelo y narrar la historia desde la mirada de Indy, un joven retriever que se convierte en el auténtico protagonista y narrador. Esta elección visual y narrativa altera de raíz la relación entre espectador y relato, ya que la audiencia comparte con el animal una sensación de vigilancia y desconcierto constante. El director, que también firma el guion junto a Alex Cannon, logra que cada reacción de Indy —un movimiento de orejas, un ladrido breve, una respiración entrecortada— adquiera un peso dramático inusual, dotando a la película de una atmósfera hipnótica y tensa.

La producción, que se extendió durante tres años, combina una factura artesanal con una notable precisión técnica. La fotografía de Wade Grebnoel encierra al espectador en una escala reducida, dominada por la penumbra y los reflejos, mientras que el diseño sonoro amplifica la presencia de los elementos naturales: el crujir de la madera, la lluvia, los pasos en la casa. Estos recursos clásicos del terror —luces que parpadean, pasillos interminables, voces distantes— se filtran por la percepción limitada del perro, generando un suspense físico y visceral, más inmediato que intelectual.

La película, dirigida por BenLa película, dirigida por Ben Leonberg, explora el vínculo animal-humano en un entorno paranormal. (Shudder)

El guion evita las explicaciones extensas y se apoya en la brevedad de su metraje, apenas 72 minutos, para sostener un relato cerrado y concentrado. A través de vídeos domésticos y conversaciones telefónicas con la hermana de Todd (Arielle Friedman), el espectador intuye una historia familiar marcada por la pérdida y el aislamiento. La casa del abuelo, más que un simple escenario, se convierte en el verdadero antagonista: un espacio cargado de memoria y energía, donde el pasado parece resistirse a desaparecer. Indy, ajeno a las interpretaciones humanas, actúa por instinto, guiado únicamente por el vínculo con su dueño.

La interpretación de Indy ha sido uno de los aspectos más celebrados por la crítica. El trabajo de adiestramiento y la paciencia del equipo permitieron que cada gesto del animal funcionara como una frase dentro del relato, evitando la caricatura y dotando al personaje de una expresividad contenida. Ben Leonberg explicó a IndieWire que su inspiración provino de una pregunta hipotética: “¿Y si el perro de la familia fuera el único que supiera que la casa estaba embrujada? ‘Good Boy’ es el resultado de esa pregunta. Es un thriller paranormal con los pies en la tierra, narrado desde la perspectiva de un perro, un compañero fiel y cotidiano que se ve envuelto en circunstancias extraordinarias. Esta es su película, una en la que sus instintos, sentidos y razonamiento simple impulsan la historia y la narrativa. Mi perro, Indy, es la estrella, aunque no tiene ni idea de que está en ella. No entiende las marcas ni las señales, y se pasó la mayor parte del rodaje durmiendo. Sin embargo, su presencia en pantalla es tan magnética que puse toda la película sobre sus pequeños hombros inconscientes”.

Indy, el retriever protagonista, detectaIndy, el retriever protagonista, detecta presencias invisibles y enfrenta el peligro por instinto.

El director también subrayó en declaraciones recogidas por IndieWire la importancia de la autenticidad en el género: “El terror funciona mejor cuando se siente real, cuando los escenarios se asemejan a lugares donde podría vivir el público y los personajes se comportan de forma auténtica. La película adopta una estética realista, localizaciones auténticamente vividas y actuaciones naturalistas para construir un mundo creíble. Cuando se desarrollan los sucesos sobrenaturales, la familiaridad del entorno y los personajes facilita imaginar que el horror le sucede a cualquiera. En esencia, ‘Good Boy’ es más que un thriller paranormal: es una historia sobre cómo enfrentarse a una oscuridad tan universal que trasciende las especies, y la aterradora pregunta de qué podría suceder cuando incluso nuestro protector más fiel presiente algo que nosotros no podemos”.

La recepción en festivales internacionales ha sido entusiasta. En SXSW 2025, Indy fue galardonado con el premio “Howl of Fame” a la mejor actuación canina, y la película ostenta un 95% de reseñas positivas en Rotten Tomatoes.

La cámara a ras deLa cámara a ras de suelo y la narrativa visual sumergen al espectador en la percepción del perro. (Shudder)

El film, lejos de recurrir al exceso o al sentimentalismo, apuesta por la simplicidad formal y la concentración temática. El aislamiento rural, el deterioro físico de Todd y la presencia invisible que recorre la casa funcionan como variaciones de un mismo motivo: la fragilidad de la rutina ante lo desconocido. La relación entre Todd e Indy, marcada por la ternura y la confianza, se convierte en el motor emocional del proyecto y genera una conexión con la audiencia que trasciende el mero entretenimiento.

Good Boy plantea, además, una lectura social discreta. Todd, enfermo y replegado sobre sí mismo, encarna una masculinidad herida e incapaz de pedir ayuda, mientras que Indy representa la atención absoluta y la lealtad incondicional. Esta oposición entre la mirada humana y la animal crea un subtexto que atraviesa la película sin necesidad de ser explicitado, sugiriendo que el verdadero miedo no reside en lo sobrenatural, sino en la posibilidad de perder aquello que nos sostiene.

La producción destaca por suLa producción destaca por su fotografía oscura y un diseño sonoro que intensifica el suspenso.

El desenlace mantiene la línea de contención y realismo, cerrando la historia sin artificios ni grandes revelaciones. Lo que permanece tras la proyección es la sensación de haber asistido a una exploración del género desde una perspectiva inédita, donde el terror se define por la atmósfera y por la fuerza de un vínculo que desafía la oscuridad.

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