
“Pensé: esos tipos están viviendo mejor que yo. Mucho mejor”, confesó George Clooney en una entrevista exclusiva para Esquire, al hablar sobre el estilo de vida en Italia. Con esta reflexión directa, el actor también reveló el profundo cambio de vida que emprendió para criar a sus hijos lejos del brillo de Hollywood y cerca de la autenticidad cotidiana.
En la orilla de un lago italiano, observa cómo sus hijos juegan y ríen, aislados de la presión de la fama. A sus 64 años, el reconocido artista estadounidense optó por una vida que contrasta con la imagen tradicional de otras celebridades; prioriza la sencillez, la familia y la transmisión de valores prácticos a sus mellizos, Alexander y Ella.
Durante su reciente testimonio, reflexionó sobre el paso del tiempo y la responsabilidad de criar a sus hijos en un entorno que favorezca la espontaneidad y la autosuficiencia, más allá de los privilegios que su apellido podría ofrecerles.

El entorno actual de Clooney se reparte entre su histórica casa junto al lago en Italia y una granja en Francia. La residencia italiana, adquirida tras un encuentro casual con el anterior propietario, se ha convertido en un refugio donde la vida transcurre a un ritmo pausado, en contacto con la naturaleza y la comunidad local.
Recordó cómo, al principio de su carrera, la prisa por alcanzar el éxito le impedía disfrutar de los pequeños placeres cotidianos. Sin embargo, la visión de trabajadores italianos celebrando el final de la jornada con pan y vino le hizo replantearse sus prioridades.
La vida cotidiana en la granja francesa refuerza el cambio de perspectiva. El intérprete describió cómo sus hijos participan en tareas sencillas, alejados de las pantallas y de la cultura del espectáculo. “Viven en una granja en Francia... no están en sus iPads, cenan con adultos y tienen que llevar sus platos”, explicó.
El actor subraya que en Francia la fama tiene un peso menor y que sus hijos pueden crecer sin la constante comparación con otros niños de celebridades. Esta decisión responde a su preocupación por el impacto que la dinámica de Hollywood podría tener en su desarrollo y admitió: “Me preocupaba criar a nuestros hijos en Los Ángeles, en la cultura de Hollywood”.

Las anécdotas familiares abundan en la rutina de los Clooney. Los hermanos Alexander y Ella, de 8 años, inventan juegos, organizan “cárceles” imaginarias y reciben a sus numerosos primos en la casa. El actor participa activamente, ya sea ayudando a Alexander a colocar unas esposas de juguete en su uniforme de policía o recordando a ambos que tengan cuidado al bajar las escaleras.
Cuando un accidente menor interrumpe la tranquilidad —como la picadura de una abeja en el pie de Alexander—, George Clooney asume el papel de médico improvisado, extrayendo el aguijón y calmando a su hijo con hielo y paciencia.
La paternidad ha llevado a Clooney a reflexionar sobre su propia infancia y juventud. Rememora los veranos en Kentucky, trabajando en el campo de tabaco por 3 dólares la hora, vendiendo seguros puerta a puerta y aprendiendo a arreglar lo que hiciera falta. Estas experiencias moldearon su sentido de la autosuficiencia, una cualidad que ahora procura transmitir a sus hijos. “Es importante para mí que puedan sobrevivir”, afirmó en la entrevista con Esquire.
No duda en involucrar a Alexander y Ella en tareas manuales, como pintar una cerca en la granja, y se enorgullece de resolver problemas domésticos sin recurrir a profesionales, desde reparar una cafetera industrial hasta arreglar la cubierta automática de la piscina.

La resiliencia y la independencia son valores que George Clooney considera esenciales. Relató cómo, en una ocasión, improvisó una correa del ventilador para su coche utilizando unas medias de su esposa Amal, gracias a los recursos que aprendió cuando no tenía dinero ni seguro médico. A propósito de ello, recordó: “Porque estuve jodidamente sin un duro durante quince años”.
Estas historias, lejos de ser simples anécdotas, forman parte de la educación que quiere dar a sus hijos: que aprendan a valerse por sí mismos y a no depender de la fama o la fortuna.
La relación con Amal y la familia extendida refuerza este ambiente familiar. Las comidas al aire libre, con primos, tíos y abuelos, son habituales en la casa de los Clooney. Amal, reconocida abogada de derechos humanos, comparte con George la preocupación por el bienestar y la formación de sus hijos.
Asimismo, las bromas familiares, como la advertencia de que “si mamá cocina, todos morimos”, ilustran la complicidad y el humor que imperan en el hogar. El director de cine también ejerce de anfitrión y padre atento, equilibrando su carrera con la vida doméstica y el cuidado de sus seres queridos.
A pesar de su éxito profesional y de los logros acumulados, George Clooney no oculta su inquietud por el paso del tiempo y el legado que dejará a sus hijos. La salud, el envejecimiento y la mortalidad son temas recurrentes en sus conversaciones, así como la importancia de enseñarle a Alexander y Ella a enfrentar la vida con humildad y fortaleza.