
El papado de Francisco ha sido marcado por un rasgo distintivo que lo ha colocado en una categoría única en la historia reciente de la Iglesia Católica: su enfoque en la canonización. Desde su elección en 2013, el Papa argentino ha batido todos los récords de reconocimiento de santos, celebrando más de un centenar de ceremonias de canonización en solo una década.
Sin embargo, no solo se ha limitado a reconocer a aquellos cuyas vidas fueron martirizadas por la fe o cuyas acciones fueron tan extraordinarias que pudieron ser consideradas milagrosas. En un giro significativo para la Iglesia, Francisco introdujo un nuevo camino hacia la santidad, un sendero que reconoce a aquellos que, a pesar de no haber alcanzado estos logros extraordinarios, ofrecieron sus vidas por los demás, inspirados por la caridad y la fe.
Entre las figuras más emblemáticas elevadas a los altares durante su papado, destaca Madre Teresa de Calcuta, quien, aunque considerada una “santa viviente” mucho antes de su canonización en 2016, fue reconocida oficialmente por su inquebrantable dedicación a los pobres y enfermos de la India.
En una emotiva ceremonia, Francisco señaló que, a pesar de su santificación, su figura seguiría siendo conocida por todos como Madre Teresa, un personaje tan cercano y humano que llamarla “Santa Teresa” resultaba casi impensable. Para Francisco, su santidad era tan tangible, tan accesible, que el “sanctuario” de su vida seguía resonando entre los fieles.
El proceso de canonización bajo Francisco no ha sido solo una mirada al pasado, sino también un futuro con nuevas posibilidades. En 2017, el Papa introdujo una categoría revolucionaria que abriría las puertas a un número aún mayor de santos: el “ofrecimiento de vida”. Este nuevo camino no está basado en el martirio ni en milagros, sino en el acto heroico de aquellos que voluntariamente entregaron su vida por el bienestar de los demás, persiguiendo su fe hasta las últimas consecuencias.

La “ofrenda de vida” es un reconocimiento explícito a aquellos cristianos que, siguiendo el ejemplo de Cristo, se sacrificaron por el bien de otros, un gesto tan profundo de caridad que, según Francisco, merecía ser celebrado con la misma devoción que los milagros más conocidos de la Iglesia.
En este contexto, uno de los casos más esperados de canonización es el de Carlo Acutis, un adolescente italiano que, con solo 15 años, fue diagnosticado con leucemia y cuya vida se destacó por su devoción a la fe y sus esfuerzos por difundir el mensaje del Evangelio, especialmente a través de la tecnología.
Aunque su canonización fue inicialmente programada para 2025, su proceso se retrasó debido a la reciente muerte del papa Francisco. Acutis es un ejemplo perfecto de cómo la nueva categoría de “ofrecimiento de vida” puede ser aplicada en la era moderna: un joven que sacrificó su vida en favor de los demás y dejó una huella significativa en la Iglesia, aunque sus actos no fueran de una magnitud milagrosa.
Finalmente, la figura del papa Francisco en sí misma también ha comenzado a generar preguntas sobre su futuro en los altares. Aunque no todos los papas han sido canonizados a lo largo de la historia de la Iglesia Católica, y el camino hacia su santificación suele estar marcado por criterios rigurosos, su papado podría algún día ser evaluado bajo los mismos parámetros que él mismo ha establecido.
De hecho, un informe del Pew Research Center destaca que apenas un 30% de los papas han sido elevados a los altares en los 2.000 años de historia de la Iglesia, dejando claro que este es un proceso selectivo y no garantizado.
Sin embargo, el legado de Francisco, caracterizado por su enfoque en la humildad, la cercanía con los más necesitados y su atención a las problemáticas contemporáneas, podría algún día ponerlo entre los pocos papas canonizados.
La pregunta que persiste es: ¿será el Papa el próximo en recibir este honor? En un papado tan marcado por reformas y por una mirada renovada sobre los santos, solo el tiempo dirá si su propio camino hacia la santidad sigue los pasos de aquellos que ha reconocido con tanto fervor.