La tercera temporada de Alice in Borderland llegó a Netflix con seis episodios cargados de acción, simbolismo y nuevas incógnitas sobre el misterioso universo creado por Haro Aso.
Aunque la segunda temporada parecía cerrar la historia con el regreso de Arisu y Usagi al mundo real, los guionistas encontraron la forma de reabrir la puerta a Borderland, esta vez con un propósito más existencial: explorar el sentido de la vida y la muerte.
Tras despertar en el hospital sin recuerdos de sus aventuras previas, Arisu (Kento Yamazaki) y Usagi (Tao Tsuchiya) iniciaron en una nueva vida en Tokio.

Ambos se casan y esperan un hijo, pero el pasado sigue agobiando a Usagi, quien no ha logrado superar la muerte de su padre.
Su vulnerabilidad la lleva a aceptar la propuesta de Ryuji (Kento Kaku), un académico obsesionado con el más allá, quien ha creado una droga capaz de detener temporalmente el corazón y enviar a las personas de vuelta a Borderland.
Aunque fue una decisión imprudente, Tao Tsuchiya cree que este viaje de su personaje era “un paso necesario” para intentar reconstruir su vida. “Ella tiene la determinación de formar una familia con Arisu y quiere ser alguien capaz de proteger esa familia. Eso la impulsó a confrontar su trauma”, explicó a la revista Time.
Cuando Arisu descubre lo sucedido, decide seguirla. Con la ayuda de Ann (Ayaka Miyoshi), quien reaparece como apoyo desde el mundo real, él también viaja al purgatorio donde ambos recuperan sus recuerdos.

El regreso a Borderland trae consigo un cambio en las reglas. Mientras que en las temporadas anteriores los juegos estaban asociados a los palos de la baraja, la tercera entrega introduce el terreno impredecible del Joker.
“La tercera temporada es la cúspide de esa sensación de aventura”, señaló el director Shinsuke Sato a Time, al destacar que quería que los espectadores sintieran que estaban “jugando” junto a los protagonistas.
Entre esos retos están el “juego de las flechas en llamas” y una competencia con un virus zombie. En este último, Arisu brilla por su ingenio al ocultar su condición de infectado y guiar a su equipo hacia la victoria.
“Arisu es bueno en los juegos cerebrales, y creo que su inteligencia realmente brilla en ese juego”, afirmó Yamazaki en la misma entrevista.

Mientras tanto, Usagi establece un vínculo con Ryuji, quien oculta una traición: ha hecho un pacto con Banda (Hayato Isomura), un despiadado ciudadano de Borderland, que busca manipular a Arisu para mantenerlo en el purgatorio.
El clímax de la temporada llega con un complejo juego de tablero compuesto por 16 habitaciones conectadas por puertas que consumen puntos de los brazaletes de los jugadores.
Asimismo, Usagi descubre que su embarazo convierte a su hijo en un “jugador adicional”, lo que complica aún más las estrategias.
Las visiones de futuros posibles en cada puerta añaden un elemento psicológico que lleva a varios participantes a la muerte. Sin embargo, los sobrevivientes —Arisu, Usagi, Ryuji, y un pequeño grupo de aliados— logran llegar a la última sala.

Allí, Arisu decide sacrificarse: al lanzar el dado obtiene un siete, lo que obliga a que uno de ellos quede atrás.
El sacrificio, sin embargo, es reconocido como un acto digno por las reglas de Borderland, lo que le otorga una inesperada oportunidad de sobrevivir.
Sin embargo, su aparente victoria no trae la paz que esperaba: desde la sala de control observa cómo Usagi, devastada por dejarlo atrás, está a punto de ser asesinada por Ryuji.
Aunque este finalmente baja el arma, la tragedia continúa cuando Shibuya comienza a colapsar y un torrente de agua arrasa con todo. Arisu rompe la pared de la sala de juegos y logra reunirse con los sobrevivientes, lanzándose al mar de destrucción para salvar a Usagi, que es arrastrada hacia un vórtice.
Es en ese momento cuando aparece Banda para ofrecerle un último trato: convertirse en ciudadano de Borderland o morir. Arisu se niega tajantemente. De inmediato, un láser fulmina a Banda, revelando que incluso su permanencia como “ciudadano” tenía límites. Entonces surge una figura enigmática: un misterioso vigilante interpretado por Ken Watanabe, conocido simplemente como el Watchman.
Este le propone a Arisu un juego final: escoger entre dos cartas, ambas aparentemente normales. Arisu elige una, que resulta ser un Joker. Sin embargo, intuye que ambas lo eran y acusa al Watchman de hacer trampa.
Luego este personaje revela que el verdadero “Joker” no es una persona, sino “una carta indispensable ligada a la naturaleza del tiempo en el mundo mortal”.

Así, se le brinda a Arisu otra elección: regresar al mundo de los vivos, con todas sus incertidumbres y sufrimiento, o aceptar la muerte como descanso. Arisu decide por la vida, y sobre todo por Usagi. El tiempo vuelve a fluir y, en una escena decisiva, logra salvarla del vórtice. Usagi, antes de despertar, tiene un último encuentro con su padre, quien le dice que fue feliz y que lo único que desea es que ella también lo sea.
Finalmente, Arisu y Usagi despiertan otra vez en Tokio. Unidos y con su bebé en camino, reflexionan sobre la elección del nombre de su hijo.
El cierre parece feliz, pero una serie de terremotos globales insinúa que la amenaza no ha terminado. El desenlace sorprende al trasladar la acción a Los Ángeles, donde una camarera llamada Alice aparece como guiño a una posible nueva protagonista.