Escuelas de Inglaterra avanzan con prohibiciones al uso de celulares en las aulas

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Las escuelas de varios paísesLas escuelas de varios países están tomando medidas para limitar el uso de celulares dentro del aula

En un contexto global en el que la atención de niños y adolescentes se ve cada vez más afectada por la omnipresencia de los teléfonos inteligentes, las escuelas de varios países están tomando medidas para limitar su uso dentro del aula. En Inglaterra, el fenómeno ha alcanzado una escala casi total, mientras que en Estados Unidos avanza con una estrategia fragmentada pero en crecimiento. Las cifras, los argumentos pedagógicos y las decisiones políticas ilustran una tendencia que redefine la relación entre la tecnología y la educación formal.

Según una encuesta citada por The Guardian, el 99,8% de las escuelas primarias y el 90% de las secundarias en Inglaterra han impuesto alguna forma de restricción al uso de teléfonos inteligentes. Esta cifra resulta llamativa no solo por su magnitud, sino porque se alcanzó sin que existiera una legislación nacional que lo impusiera. En lugar de aplicar una norma generalizada desde el gobierno, el Reino Unido dejó esta decisión en manos de cada establecimiento educativo, con el respaldo y la orientación de las autoridades.

Bridget Philipson, secretaria de Educación, sostuvo que “el enfoque de respaldar a los directores para que implementen prohibiciones en sus escuelas está funcionando”, declaró. En la práctica, esto significó que las escuelas tuvieron libertad para decidir si prohibían los teléfonos completamente, solo durante las clases o en ciertos espacios, como comedores y patios.

Un porcentaje muy elevado deUn porcentaje muy elevado de escuelas en el Reino Unido han impuesto alguna forma de restricción al uso de teléfonos inteligentes (Imagen Ilustrativa Infobae)

El respaldo oficial alude más a un acompañamiento institucional que a una imposición normativa. La política educativa británica sobre este tema se ha construido desde una lógica de descentralización. Tal como refleja la encuesta, esta soberanía distribuida entre las escuelas permitió una adopción generalizada de medidas, sin necesidad de una ley nacional.

El director ejecutivo del fideicomiso de academias Ormiston, Tom Rees, explicó a The Guardian que gran parte del problema reside en la lucha por la atención: “No se trata solo de tener el teléfono a mano y usarlo, sino de la mera presencia del teléfono”. Rees citó evidencia que sugiere que el simple hecho de tener un teléfono cerca, aunque esté guardado en el bolsillo, puede afectar la concentración del estudiante. “Tu cerebro está perdiendo la atención, sigue pensando en él y sintiéndose atraído por él, preguntándose si ha recibido una notificación y qué podría ser”, puntualizó.

Algunas instituciones educativas se convirtieron en referentes por haber adoptado prohibiciones totales desde etapas tempranas. Tal es el caso del fideicomiso Ormiston, una de las cadenas de academias privadas más grandes del país, que fue el primero en vetar completamente el uso de teléfonos inteligentes. También lo hizo el consorcio de escuelas primarias de St Albans, pionero en aplicar una restricción integral para menores de 14 años.

Justine Elbourne-Cload, copresidenta del consorcio, destacó la respuesta positiva por parte de las familias: “Las reacciones de los padres han sido fenomenales. Están realmente comprometidos. Los padres están pidiendo a gritos ese apoyo”. Estas experiencias se convirtieron en modelos para otras escuelas que evalúan implementar políticas similares, amparadas en la misma lógica de autonomía institucional.

En 13 estados de EstadosEn 13 estados de Estados Unidos ya se han tomado medidas al respecto (Imagen Ilustrativa Infobae)

A diferencia del Reino Unido, en Estados Unidos no existe un enfoque unificado respecto al uso de teléfonos inteligentes en el entorno escolar. La responsabilidad recae en cada estado, y hasta el momento, trece de ellos han adoptado algún tipo de medida restrictiva. En Delaware, Pensilvania y Arkansas, los gobiernos estatales han comenzado a asignar fondos para financiar iniciativas que permiten almacenar teléfonos en bolsas o cajas seguras al comienzo de cada jornada escolar.

Florida y California han aprobado prohibiciones directas. En el caso de California, se prevé que la medida entre en vigor el 1 de julio, es decir, al cierre del próximo ciclo lectivo. Otros estados, como Ohio, Virginia, Minnesota, Indiana y Luisiana, han optado por legislar la obligatoriedad de que cada escuela diseñe su propio programa para limitar el uso de dispositivos durante las clases o en horarios escolares.

Mientras tanto, otros como Washington y Alabama han optado por resoluciones no vinculantes. Estas alientan a las escuelas a tomar medidas, pero no las obligan. La disparidad refleja las diferencias políticas, culturales y educativas que caracterizan al sistema federal estadounidense.

Más allá de la implementación práctica, los argumentos que respaldan estas políticas provienen de estudios sobre atención, aprendizaje y salud. El superintendente de escuelas de Washington, Chris Reykdal, declaró en un documento oficial que “la investigación es clara: reducir el uso de teléfonos celulares en clase mejora la concentración y el aprendizaje, mejora la salud mental y física y reduce las presiones causadas por las redes sociales”.

En ese sentido, las motivaciones para restringir el uso de smartphones no se limitan al rendimiento académico. También incluyen aspectos vinculados al bienestar emocional, la prevención del acoso digital y la reducción de distracciones que pueden tener un impacto acumulativo negativo en el desarrollo de los estudiantes.

El consenso científico sobre la afectación cognitiva generada por la presencia constante del teléfono móvil ha sido clave para que las autoridades educativas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos impulsen estas iniciativas, aunque lo hayan hecho por vías distintas.

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