
Se sabe que la música contribuye a la salud mental y emocional. “Escucharla libera dopamina, una sustancia que está asociada al placer, por eso sentimos satisfacción al escuchar nuestra música de preferencia”, explicó en una nota reciente, la licenciada Jorgelina Benavídez, musicoterapeuta, M.N.269, coordinadora del Equipo Musicoterapia INECO, directora del Departamento de Terapias basadas en las Artes de INECO.
Además, si se suma el canto “se van a estar liberando las hormonas de la felicidad, como son la oxitocina y las endorfinas”, añadió la especialista.
Sin embargo, los mecanismos cerebrales que subyacen al disfrute musical aún no se comprenden del todo.
Un estudio reciente del Centro PET de Turku (Finlandia) demostró que escuchar nuestra música favorita activa los receptores opioides del cerebro, lo que influye en la función del sistema opioide, responsable de experiencias placenteras relacionadas con la supervivencia, como la alimentación y el sexo y alivia el dolor. Este hallazgo, publicado en la Revista Europea de Medicina Nuclear, proporciona una nueva perspectiva sobre cómo la música puede generar placer intenso.

El estudio utilizó tomografía por emisión de positrones (TEP) para medir la liberación de opioides en el cerebro mientras los participantes escuchaban su música favorita. También se empleó resonancia magnética funcional (RMf) para examinar cómo la densidad de los receptores opioides influye en la activación cerebral durante la experiencia musical.
La música puede evocar un placer intenso, a veces incluso experimentado físicamente como escalofríos placenteros. Los resultados indicaron que la liberación de opioides se relacionó directamente con la intensidad de los escalofríos placenteros experimentados por los participantes y con la cantidad de receptores opioides en sus cerebros.
Vesa Putkinen, investigador de la Universidad de Turku explicó: “Estos resultados demuestran por primera vez que escuchar música activa el sistema opioide del cerebro. La liberación de opioides explica por qué la música puede producir sensaciones de placer tan intensas, aunque no sea una recompensa primaria necesaria para la supervivencia o la reproducción, como la comida o el placer sexual”, señaló.
Además, el profesor Lauri Nummenmaa sugirió que los efectos analgésicos podrían estar relacionados con las respuestas opioides producidas por la música: “El sistema opioide del cerebro también participa en el alivio del dolor. Según nuestros hallazgos, los efectos analgésicos de la música observados anteriormente podrían deberse a las respuestas opioides inducidas por la música en el cerebro”, destacó.

El estudio proporciona una nueva perspectiva sobre cómo los sistemas químicos del cerebro regulan el placer que produce la música. Este avance tiene implicaciones para futuras intervenciones basadas en la música, especialmente en el tratamiento del dolor y trastornos mentales.
Además de placer, la música puede beneficiar a la estimulación de la memoria y de las demás funciones cognitivas. Un estudio de 2023 realizado por psicólogos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) reveló que las emociones fluctuantes provocadas por la música desempeñan un papel crucial en la formación de recuerdos intensos y duraderos. Los investigadores utilizaron melodías para manipular las emociones de voluntarios mientras realizaban tareas simples en una computadora y descubrieron que estas variaciones emocionales transformaban experiencias aparentemente neutras en eventos memorables. Este hallazgo, publicado en la revista Nature Communications, podría abrir nuevas posibilidades para abordar trastornos como el estrés postraumático y la depresión.
El trabajo de investigación se centró en cómo las emociones moldean la memoria, un proceso que hasta ahora sigue siendo un enigma para la ciencia. Los recuerdos, que se dividen en episodios individuales, forman parte de la narrativa personal de cada individuo. Según los investigadores, la música tiene la capacidad de influir en este proceso al generar cambios emocionales que separan y destacan ciertos momentos, haciéndolos más vívidos y perdurables en el tiempo.

La licenciada Benavidez explicó: “Aprender un instrumento musical requiere mucha exigencia de nuestro cerebro porque va a estar en juego particularmente la coordinación motora, o sea, todo lo que es la motricidad fina. Específicamente la corteza visual. Hay muchos estudios que pudieron comprobar cómo el estudiar un instrumento musical es realmente una gimnasia para nuestro cerebro como si nos propusiéramos a estudiar un nuevo idioma, favoreciendo el mejor desempeño y funcionamiento de las funciones cognitivas en particular de la atención y de la memoria”, concluyó la musicoterapeuta.
El conocimiento sobre vínculo entre la música y la memoria no es nuevo, pero este estudio aportó evidencia científica sobre cómo las emociones inducidas por las melodías pueden influir directamente en la forma en que se almacenan y recuerdan los eventos. Los investigadores de la UCLA observaron que las dinámicas emocionales generadas por la música no solo intensificaban los recuerdos, sino que también los separaban en episodios distintos, facilitando su recuperación posterior.