LA HABANA.- Tres automóviles BMW cruzan raudo por la carretera que conduce al poblado de Managua, al sur de La Habana. Rachel, 56 años, campesina, levanta su vista, se seca el sudor con la manga de su desteñida camisa y vuelve a su rutina de preparar mazos de lechugas y acelgas frescas.
“Esos carros son de la comitiva de Díaz-Canel que anda por la zona. Antier pasó por aquí el delegado municipal de Agricultura y nos dijo que el presidente podría visitar nuestra cooperativa. En los últimos cinco años han pasado dos o tres veces. Siempre es igual. Los panzudos te preguntan por las cosechas, cómo nos llevan los apagones y cuánto ganamos de salario. Antes de irse, sus ayudantes cargan con cajas de frutas, tomates y verduras. Las visitas de los mandamases son frecuentes, aunque no resuelven nada”, subrayó Rachel.
Sergio, trabajador de una cooperativa pesquera, coincidió que “cada vez que los mayimbes vienen se llevan cubetas con pescado fresco y mariscos. Actúan como los dueños del país. Los obreros en la indigencia y los dirigentes gordísimos, diciendo mentiras. La mayor parte de la escasa producción que producimos es para el turismo, la exportación y el consumo de los dirigentes. El pueblo ni la huele”.
Estado fallido
En Cuba, el socialismo marxista es una puesta en escena destinada a esa mayoría de cubanos que dependen del Estado y reciben miserables subsidios. El relato de la dictadura siempre ha sido más político que económico. Pero la propaganda no puede remozar los edificios a punto de colapsar, las calles repletas de basura o personas fajándose en la cola del pan. Un manicomio donde no funciona ningún servicio básico. Un Estado fallido.
Magdiel trabajó más de tres décadas cortando caña, estuvo movilizado durante la crisis de los misiles en 1962 y participó en la invasión de Cuba a Angola. “En todas las locuras de Fidel estuve yo. ¿Al final de mi vida qué tengo?", se preguntó y ella misma contestó: "Nada. Para quedarse con la casa, mis hijos me tiraron, como si fuera un tareco en un asilo de ancianos”, confesó, y siguió pidiendo cigarros a los transeúntes que pasaban por el lugar.
Desde que cayó el Muro de Berlín en noviembre de 1989 y dos años después desapareciera la antigua URSS, el castrismo mantuvo su apuesta por la ideología comunista, con una adaptación en su guion: “la revolución de los humildes”, por los humildes y para los humildes había muerto.
Ahora la narrativa es otra. La teoría de Robín Hood. Aprovechar que tres millones de cubanos residen en el ‘aterrador capitalismo’, según nos dijo Fidel Castro, donde 'el hombre era el lobo del hombre, tipos con capuchas del KKK perseguían con perros a los negros y la ‘escoria’ inmigrante tenía tres empleos para poder pagar la renta'. La estrategia del dictador fue fomentar la entrada de dólares con los cuales, supuestamente, ‘encadenar a las empresas estatales y luego redistribuir esas riquezas al pueblo’.
Sara, profesora de marxismo jubilada, hasta hace poco creyó que “el socialismo era infinitamente superior al capitalismo y que el imperialismo yanqui tenía sus días contados. Me da vergüenza decirlo, pero me tragué el cuento de que Moscú era una ciudad más desarrollada que Nueva York. Cuando se cayó el campo socialista, pensaba que la dolarización sería para mejorar la calidad de vida del pueblo cubano, no para que la clase dirigente se enriqueciera de forma escandalosa usurpando el patrimonio del país”.
Corrupción
Cuando usted conversa con personas que alguna vez creyeron en el modelo comunista, percibe que el profundo adoctrinamiento y la falta de información contrastada los mantuvo como rehenes de la autocracia verde olivo. “Me indigno cuando pienso cómo me utilizaron. Me fastidia saber que he perdido mi vida en nombre de una utopía, de una mentira. Una existencia que ya no puedo recuperar. Vivimos como indigentes mientras se implementa el peor de los capitalismos posibles, donde solo se beneficia la camarilla en el poder”, manifiesta Sara.
Incluso los que reciben dólares o ganan mucho dinero por ser dueños de negocios privados, consideran que, en la Isla, en el actual escenario es imposible progresar. “Demasiada corrupción. No hay un marco jurídico que proteja a los emprendedores privados. Cuando al gobierno le da la gana, cambia las reglas de juego. Si quieres salir adelante tienes que aliarte a funcionarios del partido, ignorantes y sin escrúpulos, que solo piensan en ganar dinero fácil chupándote como una sanguijuela. Si te opones, te mandan a una tropa de inspectores que a golpes de multas te obligan a cerrar el negocio. Se está gestando una mafia oligárquica en los estamentos gubernamentales”, aseguró el dueño de un bodegón.
Juan José, 42 años de experiencia en una empresa estatal, comenta que "en este país, para vivir con un poco de dignidad, obligatoriamente tienes que recibir dólares. De lo contrario te mueres de hambre. Y no es una metáfora. Esta gente (el gobierno) se pasó toda la vida criticando al capitalismo, satanizando a los cubanos que emigraban y alardeando que el socialismo era lo más cercano al paraíso. Pero 66 años después, lo que queda, es un clan de bandoleros que utilizan el poder como un medio de enriquecimiento. El barco se está hundiendo, pero ellos no van a renunciar por voluntad propia al jamón. Seguirán robando y lucrando hasta que alguien los detenga. Cuba no tiene arreglo”.
Un año y seis meses estuvo Juan José intentando conseguir un local para instalar una minifábrica de cerveza al oeste de La Habana. “Mojamos con billetes (dieron dinero) a varios funcionarios del gobierno en el municipio, quienes les iban a acelerar los trámites. Pero nada. Las cosas nunca se destrabaron. La corrupción es tremenda. Todo el mundo quiere una mordida”, aclaró un socio en el malogrado negocio.
Quién da más
Hace cuatro años, el 21 de febrero de 2021, el periódico estatal Juventud Rebelde publicó esta noticia: “Empresas de China y Cuba firman acuerdo en pos de instalar minifábrica de cerveza en La Habana”. Según la prensa oficial, el embajador cubano en Pekín, Carlos Miguel Pereira, dijo que el convenio lo suscribieron la compañía Jinan China-Germany Co LTD y la empresa cubana Maquimport. “Se trata de la primera importación de este tipo que realiza el Grupo Empresarial del Comercio Exterior en el Estado asiático, para apoyar a una forma de gestión no estatal. Explicó Pereira que los equipos adquiridos irán a un local abandonado del gobierno municipal de Playa que se convertirá en un complejo gastronómico”, señaló el reporte.
El 5 de abril de ese año, Cubadebate publicó un extenso reportaje titulado "Proyecto Local sin local o el sueño que se va como la espuma de cerveza", para mostrar el extenso catálogo del absurdo económico que funciona en la Isla. Lo que ha vivido el emprendedor Juan José y su grupo es un auténtico sainete. Invirtieron una suma considerable de dólares para importar la maquinaria, siguiendo al pie de la letra el macarrónico reglamento instituido para las “formas de gestión no estatal”, como pomposamente denomina el régimen a los negocios privados.
Para obtener una licencia que le permitiera producir malta y cerveza de primera calidad, Juan José pasó por todos los vericuetos burocráticos locales. Pero el monopolio de la burocracia estatal no la aprobó. Adiós al sueño de abrir un negocio que generaría 30 nuevos empleos y podría llegar a producir 4,500 litros diarios de malta y cerveza. ¿Por qué no fue aprobado? “Apareció un tipo con más dinero y mejor conectado. Así de simple”, confirmó un exfuncionario del partido comunista en la capital.
Yamila, dueña de una peluquería, expresó que “para sobrevivir en la Cuba actual, en plena crisis económica y con una profunda pérdida de valores, hay que ser un lince. Para lograr tus objetivos no puedes tener compasión. Tienes que ser capaz de pisotear a cualquiera. Y saber lidiar con los capos del partido en el municipio donde está enclavado tu negocio. Es desgastante. Una pelea de león a mono y el mono amarrado”. Por eso, dijo, decenas de negocios están en venta o piensan cerrar. En su opinión, “la mejor decisión es emigrar. Mientras más lejos, mejor. en Cuba nada funciona”.
DESDE LA HABANA