
A más de una década del inicio de su pontificado, el Papa Francisco se ha convertido en una figura clave no solo para el catolicismo, sino también para el diálogo global en temas de derechos humanos, medio ambiente, inclusión y justicia. Con gestos concretos y decisiones audaces, le devolvió a la Iglesia una imagen de humildad y compasión. Estas son ocho de las transformaciones más significativas que impulsó desde el Vaticano.
1. Un nuevo tono sobre la homosexualidad
Una de las frases más recordadas de su papado ocurrió cuando, al ser consultado por un periodista sobre los sacerdotes homosexuales, respondió: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. Con estas cinco palabras, Francisco no cambió la doctrina, pero sí el tono. En lugar de hablar de “desorden”, eligió hablar de compasión, abriendo así un nuevo camino para la inclusión en la Iglesia.
2. El gesto del lavado de pies
Rompiendo con una tradición que reservaba el rito del Jueves Santo a sacerdotes, Francisco comenzó a celebrarlo en cárceles y centros de refugiados, lavando los pies de católicos y no católicos, hombres y mujeres. En 2024, marcó un nuevo hito al lavar exclusivamente los pies de 12 mujeres en una prisión de Roma, reafirmando el mensaje de humildad y servicio del cristianismo.
3. Tolerancia cero frente a los abusos
Francisco enfrentó de lleno uno de los capítulos más oscuros de la Iglesia: los abusos sexuales y sus encubrimientos. Emitió la respuesta más contundente en décadas, obligando a los funcionarios eclesiásticos a reportar los casos y sus intentos de ocultamiento. También se reunió con víctimas, buscando reparar, aunque sea en parte, el daño causado.
4. Inclusión hacia las personas trans
En un documental donde dialogó con jóvenes, Francisco reafirmó su postura inclusiva frente a la identidad de género. Ante el testimonio de Celia, una persona católica no binaria, el Papa respondió: “Toda persona es hijo de Dios. Dios no rechaza a nadie, Dios es padre. Yo no tengo derecho a echar a nadie de la Iglesia”. También fue contundente al rechazar los discursos de odio basados en la fe: “Son infiltrados que usan la Iglesia para sus pasiones personales”.
5. Más mujeres en puestos de poder
Francisco ha sido un firme defensor de los derechos de las mujeres y su inclusión en espacios de decisión dentro de la Iglesia. Bajo su liderazgo, el número de empleadas en el Vaticano alcanzó niveles récord: una de cada cuatro personas en la Santa Sede es mujer. En 2021, nombró a Alessandra Smerilli como Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cargo más alto ocupado por una mujer hasta hoy.
6. Apertura hacia los divorciados
El Papa también impulsó una mirada pastoral más flexible hacia las personas divorciadas y vueltas a casar. En respuesta a un cardenal checo, Francisco sostuvo que en ciertos casos pueden recibir los sacramentos incluso si no cumplen la “continencia” sexual. La clave, afirmó, es el acompañamiento pastoral y el ejercicio de la conciencia individual frente a Dios.
7. Defensa del medio ambiente
Con su encíclica Laudato Sí: sobre el cuidado de la casa común, Francisco se posicionó como una de las voces más influyentes a nivel mundial en la lucha contra la crisis climática. Además, creó la plataforma de acción Laudato Sí, que permite a fieles de todo el mundo comprometerse con acciones personales o comunitarias para proteger el planeta. Desde el reciclaje hasta la incidencia política, el Papa ha hecho de la ecología una prioridad espiritual y ética.
8. Acercamiento con otras religiones
El pontífice argentino ha impulsado un diálogo interreligioso sin precedentes. Viajó a países musulmanes como Baréin, Irak y Emiratos Árabes Unidos, donde visitó a comunidades cristianas minoritarias y buscó tender puentes con el islam. También se reunió con líderes judíos, fortaleciendo el vínculo histórico entre ambas religiones y promoviendo acciones conjuntas por la paz.
9. Una vida de austeridad
Desde antes de llegar al Vaticano, Jorge Bergoglio dio señales de su estilo austero: mientras otros obispos vivían en residencias amplias, él eligió un modesto departamento de dos ambientes en la Curia Metropolitana, junto a la Catedral de la Santísima Trinidad, en Buenos Aires. Ya como Papa, rechazó instalarse en el suntuoso Palacio Apostólico y optó por vivir en la Domus Sanctae Marthae —la Casa de Santa Marta—, una residencia sencilla dentro del Vaticano, con una historia ligada a la asistencia de enfermos y refugiados. También rompió con una tradición de más de 400 años al no pasar los veranos en Castel Gandolfo, la residencia de descanso papal. Con estas decisiones, Francisco reafirmó que el poder en la Iglesia no está ligado al lujo, sino al servicio.