El papa Francisco rompió con siglos de tradición al ordenar que, tras su fallecimiento, su cuerpo fuera expuesto en un ataúd abierto para que los fieles puedan despedirse sin barreras. Ya no habrá plataformas elevadas ni símbolos que marquen poder: su despedida fue pensada como la de un pastor cercano a su pueblo, no como la de un monarca.
Este gesto marca el tono de una serie de decisiones que el pontífice dejó por escrito, todas con un mismo propósito: simplificar el ritual, reducir formalidades y reflejar una espiritualidad humilde, coherente con su vida.
El sumo pontífice, el primero de origen latinoamericano, murió este lunes 21 de abril, a los 88 años. La noticia fue anunciada desde el Vaticano por el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrel, a través de un video.
Horas más tarde, se reveló que el papa Francisco murió a causa de un ictus cerebral, según indicó su acta de defunción. El ictus le causó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible.
Adiós al catafalco y a los tres féretros: los cambios del Papa para su funeral
Tradicionalmente, los papas eran colocados sobre un catafalco en la Basílica de San Pedro y sepultados dentro de tres ataúdes sucesivos: uno de ciprés, uno de plomo y otro de roble. El papa Francisco desechó esa estructura y su cuerpo ahora será colocado directamente en un ataúd simple de madera, expuesto sin elevaciones ni adornos.
Este cambio no solo reduce el simbolismo de poder que rodeaba las exequias papales, sino que también facilita un acceso más cercano y directo por parte de los fieles, en sintonía con su visión pastoral.
La capilla privada y el lugar de descanso
Otra modificación relevante es el lugar donde se certificará oficialmente la muerte del pontífice. En lugar de hacerlo en su habitación, como marcaba la costumbre, será en la capilla privada del Vaticano. Este cambio tiene un profundo significado litúrgico y espiritual, pues sitúa el momento final de vida en un espacio de oración.
Pero quizás el cambio más simbólico y personal sea su decisión de no ser enterrado en la Basílica de San Pedro, como lo hicieron muchos de sus predecesores, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma. Así lo expresó en 2023, durante una entrevista con la periodista Valentina Alazraki: “Ya está preparado el lugar”.
Este templo tiene un valor especial para él, por su devoción al ícono bizantino de la Virgen Salus Populi Romani, al que visitaba con frecuencia antes y después de sus viajes apostólicos.
Cambios en los títulos y en el tono del ritual
La nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, publicada en noviembre de 2024 y actualizada bajo la Constitución Prædicate Evangelium, también incluyó una simplificación en los títulos pontificios y una revisión del orden litúrgico.
El arzobispo Diego Ravelli, encargado de las Celebraciones Litúrgicas del Vaticano, explicó que el objetivo fue enfatizar el papel del Papa como discípulo de Cristo, no como un jefe de Estado. En esa línea, también se adaptaron las estaciones del ritual a sensibilidades teológicas actuales, alejándose de formalismos excesivos y acercándose más al lenguaje de la comunidad.
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