El regreso, meses atrás, de Kate Middleton a la vida pública, luego de atravesar un cáncer, generó atención y con el correr de los días fue acompañado por una transformación estética, al marcar un completo cambio respecto de la imagen de la princesa de Gales.
A comienzos de este mes, la esposa del heredero al trono británico se presentó junto al príncipe Guillermo en el Museo de Historia Natural de Londres, atrayendo todas las miradas con su nueva melena rubia.
Durante años, Middleton mantuvo una identidad visual ligada al castaño oscuro, de modo que el salto a un rubio dorado y brillante redefinió por completo su silueta característica.
El rubio fue interpretado por analistas de imagen como un mensaje visual de superación personal y revitalización, como un “refresh otoñal”. El rubio transmite confianza, optimismo y un deseo de renovación, asociado a la superación de procesos difíciles como la enfermedad que atravesó la princesa. Detalles como ondas suaves, peinado voluminoso y la longitud del cabello aumentaron el efecto revitalizante de su nueva imagen.
Figuras del entorno de la moda defendieron su transformación. Sam McKnight, quien colaboró con Diana de Gales, remarcó el valor simbólico y psicológico del cabello para quienes atraviesan enfermedades graves, defendiendo el derecho de la princesa a reconstruirse y expresar su identidad por medio de la imagen.
La princesa fue vista también en el estadio American Express Community de Brighton el 6 de septiembre de 2025 durante el partido Inglaterra-Australia por la Copa del Mundo de Rugby Femenino. Allí, acompañada por el príncipe Guillermo, la futura reina sorprendió al público y a los medios internacionales con su nuevo estilo de cabello.
También en esa ocasión, un detalle que acaparó comentarios fue que el peinado de Middleton, con ondas marcadas y volumen, evocaba el estilo glamuroso de los años 70, popularizado por las protagonistas de Los Ángeles de Charlie.
Este guiño estilístico aportó un aire lúdico y retro, al mostrar cómo la princesa puede recurrir a referencias icónicas de la cultura pop para resignificar su presencia.
La renovación estética de Kate Middleton incluyó también el vestuario. Otro de los atuendos elegidos para sus apariciones fue uno de los más emblemáticos, y ocurrió durante una cena de estado en el Castillo de Windsor el 17 de septiembre de 2025, con motivo de la visita del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a Reino Unido.
La princesa vistió un diseño de Phillipa Lepley con sello británico: vestido de crepe de seda blanco, escote palabra de honor o “strapless”, y silueta entallada, acompañado por un sobreabrigo de encaje Chantilly dorado, bordado a mano. Ambas piezas configuraron una imagen de autoridad y distinción, acorde al protocolo real.
El gesto más destacado fue la elección de la tiara Cambridge Lover’s Knot, joya de 1914 con perlas y diamantes y favorita de Diana de Gales. Kate ya la había lucido en ocasiones anteriores, pero su selección como complemento en esta aparición pública funcionó como un tributo explícito a Lady Di, reforzando el mensaje de pertenencia, respeto por la tradición y voluntad de actualizar los códigos visuales de la monarquía.
La imagen resultante proyectó a una reina en funciones, capaz de destacar en escenarios de alto perfil.
La transformación de la princesa de Gales propició paralelismos y comparaciones inevitables con Diana de Gales, tanto por el simbolismo de la tiara como por la narrativa mediática en torno a ella.
Usuarios de redes sociales la compararon con princesas Disney como Anastasia. A esto se sumó la referencia constante al estilo de Los Ángeles de Charlie, que aportó una capa extra de carisma y conexión pop.
Estas asociaciones potenciaron el estatus de Middleton como referente de elegancia ícono de moda. Así, cada gesto de su imagen, del rubio renovador al tributo a Lady Di y el guiño setentero, se transformó en tema de conversación y en símbolo de resiliencia, renovación y poder visual.