
Jane Goodall supo reflejar la valentía y la independencia de quienes se animan a romper moldes y entregan su vida a causas más grandes que sí mismas. Hoy, a los 91 años, esta mujer brillante, falleció por causas naturales. Su recorrido como investigadora de chimpancés y referente ambiental ha inspirado a millones, y recientemente recibió el Premio Templeton 2021, una distinción que reconoce a quienes logran unir la búsqueda científica con la dimensión espiritual.
La noticia de la muerte la informó el Instituto Jane Goodall en un comunicado. El comunicado destacó que sus descubrimientos en el campo de la etología transformaron la ciencia y subrayó su dedicación a la protección y recuperación del entorno natural. Goodall falleció en California durante una gira de conferencias, según detalló la entidad.
“Cuando yo comencé, no se hablaba de conservacionismo, no era necesario. Los chimpancés vivían en un bosque que atravesaba la costa oeste. Y la palabra ‘ambientalista’ no existía. Todo lo que queríamos hacer era aprender acerca de los chimpancés, lograr que confíen en mí y llevarle aLouis Leakeylo que descubriéramos, esos eran mis únicos objetivos. El conservacionismo no apareció hasta mucho después. De mi parte, todo el tiempo quería hacer cosas que los hombres hacían y las mujeres no", le decía a Infobae en una nota de mayo de 2021.

Habia nacido en Londres el 3 de abril de 1934 y tuvo su primer acercamiento a los chimpancés con solo dos años cuando recibió un peluche de la especie. Su conexión personal y profesional con África comenzó a los 23 años, durante un viaje a Kenia. Allí conoció al antropólogo Louis Leakey, quien la sumó a su equipo como asistente en la garganta de Olduvai. Poco después, en 1960, Leakey la envió al Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, donde realizó investigaciones pioneras sobre chimpancés.
En esa etapa, Goodall identificó comportamientos que cuestionaron el consenso científico de la época, como el uso de herramientas por parte de los chimpancés y su consumo de carne, hechos que llevaron a revisar varias nociones sobre la especie humana y su vínculo con otros primates. Su trabajo de campo se convirtió en la base para la creación de un equipo científico en Gombe, la obtención de un doctorado honorario por la Universidad de Cambridge y la fundación del Instituto Jane Goodall en 1977.
En 1987, Goodall delegó el trabajo de campo a su equipo y se instaló temporalmente en Bournemouth, Inglaterra, desde donde inició un activismo internacional centrado en la defensa de la biodiversidad. Fue partidaria de una aproximación empática a la investigación y la conservación animal, como lo reflejan sus declaraciones sobre la importancia del afecto y la empatía hacia los chimpancés.

Durante su carrera, recibió numerosos doctorados honoris causa y distinciones internacionales, incluyendo el título de Comandante de la Orden del Imperio Británico, la medalla Hubbard de la National Geographic Society, los premios de Kioto, Caring y Gandhi/King de la No Violencia, la Medalla de Tanzania y la Medalla Benjamin Franklin. También fue reconocida en España con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica y el Premio Internacional de Catalunya. En años recientes obtuvo el Premio Templeton y la medalla Stephen Hawking a la comunicación científica.
Además de sus contribuciones académicas, su figura ha llegado al público general a través de producciones como la serie infantil ‘Jane’ en Apple TV. Goodall extendió su labor a la divulgación y la defensa de los derechos de los animales en foros internacionales, consolidando un legado que trasciende el ámbito científico.
“Usted revolucionó la manera en la que nosotros pensábamos a los chimpancés, que eran seres sociables, cariñosos y otras particularidades. ¿Cómo fue ese proceso de investigación?“, preguntaba Infobae en la mencionada nota
“Toda la primera etapa del trabajo, ellos se escapaban de mí. Luego, perdieron el miedo, pero por un tiempo se volvieron agresivos, trataban de alejarme como si yo fuera u fuese un depredador. Y finalmente me aceptaron y eventualmente confiaron en mí. Tomó un año que todos los chimps de esa comunidad confiaran en mí. Luego de 5 meses, me dejaron acercarme pero que todos estuvieran relajados con mi presencia tomó un año. Fue muy importante que National Geographic decidiera financiar el proyecto para que yo me quedara. Y fue hasta que los conocí como individuos que realmente entendí la naturaleza compleja de su comunidad", sostenia la mujer
A la hora de Hugo Van Lawick, su esposo, agregaba: “Su rol fue inmensamente importante, porque los científicos decían por qué le deberíamos creer a esta joven mujer que no tenía ningún título, que no había finalizado la universidad y Hugo capturó lo que hacían los chimpancés, consiguió evidencias. Y consiguió firmar un acuerdo con National Geographic. En el ámbito personal se convirtió en mi marido y más tarde en la razón por la cual yo pude ser madre".
Tuvo también palabras sentidas para su hijo, Grub, quien creció en Tanzania en una etapa de su vida “tironeada” entre su bebé y los chimpancés salvajes. “Fue un época maravillosa. Estaba con él -Grub- todo el tiempo. Había observado a las chimpancés madres divertirse con sus hijos, y yo estaba haciendo los mismo. Jugué mucho con él y cuando estaba en Gombe conmigo, por la mañana lo dejaba con su cuidador africano y yo me iba trabajar con los chimpancés, pero luego de eso todas las tardes estuve con él. Los primeros tres años de su vida no estuve alejada de él, ni siquiera por una noche. Y cuando habitábamos lugares más seguros para el bebé como Serengeti -el Parque Nacional Serengeti, Tanzania- era increíble. Yo estudiaba a las hienas y recorría la zona en una camioneta con Grub atrás y observábamos a las hienas salvajes juntos", sostenía.

En otro tramo de la entrevista, recordó: “Cuando comencé a vivir la vida salvaje todo era muy simple. Me despertaba muy temprano antes de que saliera el sol, comía un pedazo de pan y bebía una taza de café, me encontraba con los chimpancés y los esperaba a que despertaran. Luego escribía lo que observaba y volvía a la noche y eso era todo. Cuando vivís tu vida en la civilización no podría ser más distinta. Me despierto depende cual sea mi primer trabajo, busco desesperadamente encontrar un hueco para revisar los e-mails y agradecerle a la gente, a los gobiernos; veo si ese día tengo que tomar un vuelo y como siempre lo hago apurada. Tomo un taxi, viajo a dar otro seminario y así sin parar…"
Goodall decia que no tengo vida personal en absoluto. “En la vida salvaje era maravilloso, todos los días eran distintos. Nunca sabías con qué te ibas a encontrar, y eso es lo que busco hacer con mi vida: todos los días quiero saber algo nuevo o conocer alguien interesante", explicó
A la hora de cerrar la nota, Infobae le preguntó si era consciente del legado enorme que dejaba con el Jane Goodall Institute a los niños y a las futuras generaciones en un momento de profunda crisis medioambiental
“Mi objetivo es que los logros de mi vida beneficien a futuras generaciones y ayuden a conservar el medio ambiente. Mucha, pero mucha gente cree que si te preocupas por el planeta y los animales estás en cosas menores o banales. Y no sólo que no es así, sino que es todo lo contrario. Necesitamos del medio ambiente, necesitamos agua limpia, aire limpio y estamos destruyendo todo. Necesitamos salvarlo para las generaciones futuras y debemos parar de tomar decisiones basadas en cómo beneficiar a las campañas políticas Hay que comenzar a pensar de verdad cómo beneficiar a las próximas generaciones. Tenemos que atar el cerebro humano al corazón y a la compasión", cerró.
(Con información de EFE)