Restaurantes de comida rápida (Adobe Stock)En la localidad francesa de Fère-en-Tardenois, donde residen 2.900 habitantes, la proliferación de restaurantes de comida rápida ha generado un debate entre los vecinos, una conversación sobre la identidad gastronómica y el equilibrio comercial del pueblo que ha llevado, incluso, a una prohibición. La presencia de tantos establecimientos de este tipo en un entorno tan reducido ha motivado la intervención de las autoridades locales, más concretamente de su alcalde, que ha querido tomar medidas para preservar la diversidad culinaria y proteger la tradición frente a la homogeneización de la oferta propia de los fast food.
La rutina de los vecinos es una clara ilustración de este fenómeno como también lo es el tejido comercial del centro de este pueblo francés, en cuya calle principal, según Google Maps, encontramos hasta cinco establecimientos de comida rápida, y solo un restaurante de cocina francesa tradicional. En vez de quesos franceses, guisos contundentes de carne como el Carbonade Flamande o postres a base de mantequilla, como es tradición en esta zona al norte de París, allí proliferan hamburguesas, pizzas y kebabs.
Jean-Paul Roseleux, alcalde de Fère-en-Tardenois, lamentó la desaparición de comercios tradicionales: El detonante, cuenta en Le Figaro fue el cierre de un pequeño y buen restaurante, el último que ofrecía cocina elaborada con productos locales, inmediatamente sustituido por un restaurante de comida rápida. “En un pueblo como el nuestro, los negocios tradicionales luchan por sobrevivir. Ya no tenemos librería, muy pocos restaurantes clásicos, mientras que ya tenemos varios establecimientos de comida rápida”, explica, antes de cuestionar la rentabilidad de este tipo de negocios. “La gente piensa que es una bendición, que ganarán mucho dinero con ello, pero con tanta competencia, el local cierra y se queda desesperadamente vacío”.
Una de las calles principales de Fère-en-Tardenois, en FRancia (Google Maps)Ante lo que considera una saturación, el alcalde ha decidido actuar. Mediante un decreto municipal, trató de prohibir la apertura de nuevos restaurantes de comida rápida en el municipio. “Cuando uno visita Francia, generalmente busca un lugar donde pueda comer comida local, donde pueda probar especialidades. No me veo yendo a Bretaña y comiendo chucrut. Y menos un kebab”, argumentó Jean-Paul Roseleux en declaraciones recogidas por TF1info.
La medida, sin embargo, no convence a todos los habitantes, y algunos han mostrado su desacuerdo: “Es una pena, la verdad. Creo que todos merecen una oportunidad. Es el cliente quien elige, y eso significa que algunos se quedarán y otros se irán”, afirmó una de las vecinas a TF1Info. Los precios baratos y la amplia disponibilidad de este tipo de establecimientos son también, por supuesto, un factor determinante para muchos de sus clientes.
Tampoco está de acuerdo con la medida la prefectura de Aisne, donde se encuentra este pequeño municipio, que ha declarado inadmisible el decreto impulsado por el alcalde. Aunque Jean-Paul Roseleux asegura que se esperaba esta negativa, se alegra por una reacción que ha ido mucho más allá de las fronteras de Aisne. “Recibí cartas de alcaldes de toda Francia, interesados en la iniciativa y dispuestos a adoptar este tipo de texto“, afirma. Incluso algunos comerciantes locales le dieron su apoyo: “Los primeros en felicitarme fueron los dueños de los kebabs. Ellos también saben que multiplicar las marcas está arruinando el negocio”.
hace 13 horas
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