El presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció que prevé reunirse muy pronto con el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y calificó de “muy malo” el arresto preventivo del ex presidente Jair Bolsonaro.
El líder republicano se pronunció horas después de que la Policía Federal de Brasil detuviera a Bolsonaro en su residencia de Brasilia, cumpliendo una orden de la Corte Suprema que justificó la medida para “garantizar el orden público” ante el riesgo de fuga del exmandatario, condenado a 27 años y tres meses de prisión por intento de golpe de Estado.
Trump, al referirse a la situación política en Brasil, subrayó su intención de dialogar con Lula da Silva en un futuro cercano y manifestó su descontento con la detención de Bolsonaro, quien fue su aliado político durante su mandato.
El arresto del exjefe de Estado brasileño se produjo a las 6:00, cuando agentes federales ejecutaron la orden judicial y trasladaron a Bolsonaro a dependencias policiales. El exmandatario se encontraba bajo arresto domiciliario desde el 4 de agosto, tras incumplir medidas cautelares en el marco de la causa por intento de golpe de Estado.
La decisión de la Corte Suprema de Brasil, adoptada por mayoría de cuatro votos a uno, respondió a la necesidad de evitar una posible fuga y preservar el orden público. El juez Alexandre de Moraes, relator del proceso, fundamentó la prisión preventiva en la existencia de indicios graves de que Bolsonaro intentaba evadir la justicia, especialmente ante la convocatoria de una manifestación frente a su domicilio promovida por su hijo, el senador Flávio Bolsonaro. Según el tribunal, la confusión generada por la vigilia podría haber facilitado la huida del exmandatario, quien portaba una tobillera electrónica y se encontraba bajo vigilancia policial.
La defensa de Bolsonaro, encabezada por los abogados Celso Vilardi y Paulo da Cunha Bueno, expresó su “profunda perplejidad” ante la medida y anunció la presentación de un recurso ante la Corte Suprema. Los letrados argumentaron que la prisión preventiva “pone en riesgo la vida” de su cliente debido a su delicado estado de salud, agravado por secuelas de una agresión sufrida en 2018 y por problemas médicos recientes. Además, cuestionaron que la detención se base en la convocatoria de una vigilia de oraciones, defendiendo el derecho de reunión y la libertad religiosa garantizados por la Constitución brasileña.
El arresto preventivo de Bolsonaro no implica el inicio inmediato de la ejecución de la condena, que se esperaba para las próximas semanas tras el rechazo de los primeros recursos de apelación. El ex mandatario, de 70 años, fue sentenciado el 11 de septiembre por la Primera Sala del Supremo Tribunal Federal, que lo consideró líder de una organización criminal armada que intentó impedir la toma de posesión de Lula da Silva tras las elecciones de 2022. La acusación, respaldada por la Fiscalía General y aceptada por cuatro de los cinco jueces, sostiene que la conspiración comenzó en junio de 2021 con una campaña de descrédito contra las instituciones y el sistema electoral, y culminó en enero de 2023 con el asalto violento a las sedes de los tres poderes en Brasilia.
Junto a Bolsonaro, otros altos cargos y aliados, como el diputado Alexandre Ramagem, exdirector de la Agencia Brasileña de Inteligencia, también recibieron condenas y órdenes de detención. Ramagem fue sentenciado a 16 años de prisión por delitos de organización criminal, golpe de Estado y abolición violenta del Estado Democrático de Derecho, tras supuestamente haber huido a Estados Unidos. Otros exministros y jefes militares enfrentan penas que oscilan entre 19 y 26 años de prisión por su participación en la trama golpista.
El juez Alexandre de Moraes fundamentó la prisión preventiva señalando que existía información sobre la intención de Bolsonaro de manipular su dispositivo de monitoreo electrónico para facilitar una fuga, aprovechando la confusión generada por la manifestación convocada por su hijo.
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