Del desastre del huracán Melissa en Cuba a la maquiavélica acusación contra el ex ministro Gil

hace 5 horas 3

Por la ventanilla del viejo helicóptero MI-8 de la era soviética se observa un caserío bajo agua. En el techo de algunas casas varias personas piden auxilio mientras agitan al aire camisas y pañuelos. Joel Queipo Ruíz, primer secretario del partido comunista en Holguín (según rumores en las alcantarillas del poder ha subido en las quinielas como probable sucesor del mediocre gobernante Miguel Díaz-Canel), se acomoda sus gafas sentado a un lateral del helicóptero y a través de un vetusto walkie talkie de color negro, da órdenes para que un BTR, equipo militar anfibio, pase a rescatar a esas personas.

A la propaganda partidista le gusta mostrar en sus medios que las fuerzas armadas y funcionarios de la dictadura trabajan sin descanso en el rescate de familias en comunidades sumergidas bajo el agua o en la solución de los dramáticos problemas que afectan al país. En el noticiero de televisión mostraron un par de helicópteros y soldados guiando sus vehículos anfibios en misiones de rescate en intricados caseríos de la región oriental.

La intención es vender el relato optimista de que el gobierno está enfocado en buscar soluciones y administrar con transparencia las donaciones que van llegando desde el exterior. El objetivo concreto es camuflar la dura realidad: en la región oriental sus pobladores llevan casi una semana sin electricidad, agua potable, alimentos y medicinas.

La lentitud en las labores de rescate no es por indolencia. Es por falta de equipos, combustible y otros recursos. Un ex funcionario de la Defensa Civil revela a DLA que “hace quince años se podían movilizar un centenar de BTR y anfibios de las fuerzas armadas. Ahora, por falta de combustible o porque ya están obsoletos, es imposible conseguir una veintena de esos equipos. Otro problema es el vasto territorio que afectó el ciclón Melissa. Hubo inundaciones y daños en un radio de hasta 200 kilómetros. En comunidades lejanas, los deslaves en carreteras y los puentes dañados dificultan el acceso y resulta muy complicado llegar a ellos. Cuatro días después del paso de Melissa, todavía hay docenas de comunidades bajo agua y cientos de pobladores que esperan ser rescatadas”.

En el municipio Río Cauto, provincia Granma, a poco más de 800 kilómetros al sureste de La Habana, las inundaciones alcanzan niveles críticos. Al menos seis comunidades se encontraban atrapadas por las aguas turbias generadas por la crecida de ríos, arroyos y vertimiento de presas. “Mi pueblo está bajo el agua y el nivel sigue subiendo. Varias personas lograron llegar hasta el quinto piso de los edificios para decirme que pidiera ayuda en las redes sociales”, relató una residente de la comunidad Grito de Yara, una de las más afectadas, a la publicación digital El Toque.

Desde el lunes 27 de octubre a las dos de la tarde están sin electricidad. Numerosas personas no comen desde hace días. Según residentes de la zona, la presa Cauto del Paso, una de las más grandes de Cuba, con capacidad para 330 millones de metros cúbicos, se encuentra al 98 por ciento de su capacidad. Y aunque las compuertas están abiertas para aliviar la crecida, los vertimientos resultan insuficientes ante la enorme cantidad de agua que recibe desde la Sierra Maestra y provincias cercanas.

El panorama es igualmente desolador en otras zonas. Más de 700 mil personas fueron evacuadas por las autoridades, "pero las condiciones de vida en los albergues eran muy malas, los baños estaban hediondos y la comida intragable. El viernes por el mediodía varias familias decidimos marcharnos. Tuvimos que caminar varios kilómetros hasta la casa, pues no había transporte”, cuenta Elianne, vecina de Santiago de Cuba y madre de dos hijos.

Gran parte de la región oriental, la más pobre del país, está colapsada. En los hospitales faltan médicos, enfermeras, técnicos sanitarios y medicamentos. Los servicios básicos no funcionan. Es un verdadero drama humanitario. El resto de los cubanos en las provincias centrales y occidentales también está viviendo en condiciones precarias, miserables. A los apagones prolongados, escasez de agua y gas licuado, se suma una espantosa inflación que ha ido empobreciendo cada vez más a la gente. El régimen poco o nada hace para darle solución a una extensa lista de problemas y quejas.

En vez de sostener un diálogo franco con los ciudadanos, dar un paso a un lado y encabezar un proceso auténtico de reformas económicas, políticas y sociales, la dictadura castrista sigue apostando al voluntarismo para seguir afincándose en el poder. Entre tanta frustración, que ha dejado en evidencia al partido comunista por la pésima administración de la nación, tal vez en un intento de distracción, el régimen acaba de lanzar una cortina de humo al anunciar un proceso judicial contra el exministro de economía Alejandro Gil.

Un segmento amplio de cubanos se pregunta de qué trata el nuevo culebrón político. La fiscalía acusa a Gil de una extensa lista de delitos que van desde malversación, tráfico de influencias, lavado de activos, hasta espionaje, probablemente la más grave acusación por tratarse de una figura central del aparato político y económico del Estado.

Ginés, emprendedora privada, considera que “en el actual contexto de crisis total, abrir un capítulo de la Guerra Fría es cuando menos una jugada sorprendente. ¿Alejandro Gil para quién trabajaba? No me queda claro. Sospecho que se trata de otro caso de pugna por el poder, como cuando durante la enfermedad de Fidel acusaron a Carlos Valenciaga, Felipe Pérez Roque y Carlos Lage también de espionaje y otros cargos. Al final no fueron juzgados y pasaron al plan payama. Habrá que ver si el gobierno quiere un circo y arma un juicio televisado. O se decanta por un juicio discreto. El objetivo es desviar la atención del actual desastre económico, entretener a la población e intentar pasar de puntillas el nuevo paquetazo económico que va a generar un amplio descontento social”.

Emmanuel, profesor de historia, opina que “el proceso contra Gil forma parte de las típicas purgas ocurridas en los últimos 66 años en Cuba. A partir del juicio a Sosa Blanco, Huber Matos, Marquitos, la Microfacción y las Causas número uno y número dos a Ochoa y Abrantes, se han montado varios shows políticos con el objetivo de desviar la atención a determinados problemas. Ahora el interés se centra en ver hasta dónde va a llegar el poder profundo en esa estrategia. ¿Solo utilizarán de chivo expiatorio a Gil?"

"¿O se les unirán otros miembros del gobierno ya apartados con anterioridad? ¿Los culparán por el fracaso de la Tarea Ordenamiento y otros desastres? ¿O se soslayarán esos temas? ¿Afectará ese juicio al actual mandatario Díaz-Canel y otros ministros? Veremos el alcance que tendrá este nuevo proceso político-judicial. Pero si el gobierno quiere recuperar una pizca de credibilidad entre la población, tendrá que ser muy creativo y jugar al duro. Lo ideal sería sacrificar a la actual lacra gobernante, culparlos de todos los males posibles y comenzar de cero”, asevera Emmanuel.

De momento, la mayoría de la gente está centrada en llevar comida a la mesa e intentar sobrevivir en las extremas condiciones implementadas por la dictadura militar, que en debatir sobre teorías y conspiraciones. Cambiar los muebles de lugar es una forma de no cambiar nada.

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