Cuba, día de las madres con apagones, penurias y represión

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Tres días antes del día de las madres, Yeris Curbelo Aguilera, 40 años, activista y periodista independiente, en una llamada desde la prisión le pidió a su esposa que contactara con algunos amigos e intentara conseguir 7 mil pesos, poco más de 18 dólares al cambio en el mercado informal, y poder comprarle el antibiótico que necesita su hijo para tratar la neumonía. Residente en el municipio Caimanera, provincia Guantánamo, a más de mil kilómetros al este de La Habana, Yeris cumple dos años de cárcel por una injusta sanción impuesta por la dictadura en septiembre de 2024.

El poblado es un fortín militar. Para llegar a Caimanera, colindante con la base naval de Estados Unidos, un trayecto de poco más de 22 kilómetros desde la ciudad de Guantánamo, hay que pasar por tres puntos de control y varios retenes policiales. Curbelo Aguilera se atrevió a cruzar una línea roja en el peor lugar de Cuba para ser opositor. Un municipio donde la vigilancia y represión de la Seguridad del Estado es aún más efectiva que en cualquier otra región de la isla.

Gracias a Yeris, los cubanos conocieron de la protesta del 6 de mayo de 2023 en Caimanera. Además de la información y audiovisuales que se publicaron en las redes sociales, ofreció cobertura los días posteriores a la marcha. Sus notas describen el dolor familiar de una madre por su hijo preso solo por reclamar un país diferente. Sus textos desmontaron el escarnio y la difamación de la prensa estatal que pretendió acusar a los líderes de aquella protesta como ‘vagos y borrachos’.

Yeris vive en una zona donde la Guerra Fría no ha concluido. A un lado de la frontera minada, carteles de socialismo y muerte y al otro lado de la cerca, una fragata anclada en la bahía y en la lejanía, el símbolo de McDonalds en una cafetería ubicada en la base militar.

Ya en 2005 Curbelo había cumplido dos años de prisión por el supuesto delito de 'peligrosidad social'. A partir de su ingreso en la disidencia en 2007, ha sufrido detenciones arbitrarias y represión sistemática. En junio de 2023, hace dos años, en una entrevista para Diario Las Américs, contaba cómo el acoso y la persecución de la policía política ha afectado a su madre, a su esposa y a su hijo.

“A mi esposa, a la cual admiro por su valor, a pesar de la persecución del régimen, la han querido amedrentar. Llevamos dieciséis años juntos. Mi hijo menor tiene 13 años. Cuando me han llevado a prisión, ha tenido que vender pudín de pan para sobrevivir. Cuando en 2007 la conocí era trabajadora social. Y por apoyarme fue expulsada de su trabajo con un documento donde la acusan de 'traición a la patria y cobardía política por tener un marido contrarrevolucionario'. Ella no ha podido trabajar más, yo tampoco, por culpa de un gobierno totalitario que busca la manera de asfixiarme para que desista de mi labor como comunicador y de mi activismo en favor de la democracia”.

“Mi esposa ha sufrido mucho cuando he estado preso, con el niño pequeño en brazos, levantarlo a las cinco de la mañana para ir a la cárcel pues no ha tenido con quien dejarlo. Sin dinero, para comprar galletas y cigarros y llevarme una jaba a la prisión, tampoco para coger un carro. Todo muy difícil porque al régimen no le importa que haya un niño, que haya una madre de por medio. No le importa absolutamente nada ni nadie por tal de mantenerse en el poder y de doblegar a quien se le enfrenta”, relataba Curbelo Aguilera en aquella entrevista.

Para Odalis, su esposa, vecina de Caimanera, el domingo 11 de mayo, día de las madres en Cuba, nada celebró. Sin dinero, con las cazuelas vacías y apagones de veinte horas diarias, tiene que cuidar a su hijo sin su padre." Gracias a Dios, dice, amigos de Yeris reunieron el dinero y pude comprarle al niño el antibiótico".

A 104 kilómetros de Caimanera, en Santiago de Cuba, Nelva Ortega, esposa del líder opositor José Daniel Ferrer, también pasó un triste día. El pasado 29 de abril, en un allanamiento, fuerzas policiales se robaron alimentos, muebles, ropas, medicamentos, dinero y pertenencias de la familia. Y regresaron a prisión a José Daniel. Dos semanas después, Nelva todavía no ha podido verlo. El ‘delito’ cometido por Ferrer fue organizar comedores comunitarios y prestar asistencia médica a cientos de personas necesitadas.

“Lo que hacemos aquí es alimentar a las personas, brindar salud, apoyo emocional, eso que debería hacer el partido comunista, el mismo gobierno, que no lo es, es una dictadura, un sistema dictatorial. Lo que debería hacer salud pública lo hacemos aquí en la UNPACU. En una simple casa, gracias a colaboradores que nos ayudan y a cubanos exiliados que nos apoyan en la labor que hacemos”, dijo Nelva.

En Perico, Matanzas, a 700 kilómetros al oeste de Santiago de Cuba, por tercer año consecutivo Sonia Álvarez pasó el día de las madres sin su hija Sayli Navarro, quien fue condenada a nueve años de cárcel por participar en las protestas del 11 de julio de 2021 y sin su esposo Félix Navarro, veterano opositor de 72 años, al cual la dictadura le revocó su libertad condicional.

Una semana antes del día de las madres falleció Zoila Esther Chávez Pérez, 84 años, madre del periodista independiente José Gabriel Barrenechea, encarcelado desde el 8 de noviembre de 2024 luego de participar en una protesta pacífica en el municipio Encrucijada, provincia Villa Clara, junto a decenas de personas, molestas por la falta de comida y los maratónicos apagones.

La crueldad de la dictadura castrista fue terrible. Barrenechea cuidaba y alimentaba a su madre aquejada de un cáncer de vejiga con metástasis en la uretra y los riñones. La señora suplicó a las autoridades que lo liberaran. Nadie le respondió. El lunes 5 de mayo José Gabriel fue conducido desde la prisión La Pendiente hasta la funeraria municipal del Encrucijada donde velaron a Zoila.

Según testimonios de familiares, en el poco tiempo que le dejaron estar en el velorio estuvo bajo una fuerte custodia policial, entre ellos el director del penal, quien días antes le había negado la posibilidad de visitar a su madre con vida.

El domingo 11 de mayo los más de mil presos políticos existentes en Cuba no pudieron pasarlo con sus madres y algunos ni siquiera pudieron llamarlas para felicitarlas. Debido a las penurias cotidianas provocadas por la pésima gestión del régimen, muchas madres no recibieron regalos ni pudieron compartir un almuerzo con sus hijos. “Imagínate, el huevo volvió a perderse y ahora el cartón cuesta 2,700 pesos. Mis dos hijos viniero a la casa. Comimos arroz amarillo con perritos (salchichas). Tuve que cocinar con leña”, desde Matanzas cuenta Luisa, maestra jubilada.

Como Luisa, miles de cubanas están cocinando con leña o carbón: hace más de dos meses que no hay gas licuado en el país. Y lo peor, las autoridades desconocen cuándo de nuevo lo habrá.

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