Retrasos en migraciones del Jorge Chávez - X @AnnieLeePeruA lo largo de la historia, los seres humanos se han desplazado en busca de mejores condiciones de vida, de oportunidades, de seguridad o simplemente para sobrevivir. En los últimos años, la migración venezolana ha sido el ejemplo más cercano y visible de este proceso. Cerca de 7,9 millones de venezolanos salieron de su país buscando protección y una vida mejor, según ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.
Este fenómeno, de gran magnitud en la región, nos recuerda que las migraciones no son solo cifras o desplazamientos, sino también historias humanas marcadas por la necesidad, la pérdida y la esperanza.
Estos desplazamientos generan efectos complejos: por un lado, la pérdida de capital humano, porque quienes migran suelen ser jóvenes en edad productiva; y por otro, la pérdida de capital financiero, ya que muchas familias deben usar parte de sus ingresos para cubrir los costos del viaje o la instalación. En ambos casos, los lugares de destino —sean ciudades dentro del país o en el extranjero— se benefician de la fuerza de trabajo y de la energía social de quienes parten.
Para las personas migrantes y sus familias, el desplazamiento puede significar una mejora en sus condiciones de vida, sobre todo en épocas de crecimiento económico. Pero en contextos de sobrepoblación, pobreza urbana o violencia, la migración se convierte en una experiencia difícil, marcada por la incertidumbre, la precariedad y la exclusión.
Las migraciones generan impactos múltiples. Están las llamadas “migraciones no climáticas”, motivadas por el trabajo, los ingresos, la educación o la salud; y también las migraciones provocadas por el cambio climático y la contaminación ambiental: sequías, incendios forestales, inundaciones, tormentas tropicales o inseguridad alimentaria.
A todo esto se suman los efectos sociales y culturales. Las ciudades viven nuevos procesos de reordenamiento territorial y de convivencia desigual, donde las brechas de segregación aún persisten. Aunque existe una lenta movilidad social para los migrantes que llegaron antes, las generaciones más recientes enfrentan mayores barreras para integrarse. Todo ello ocurre en un contexto de creciente presión sobre los recursos naturales, contaminación y cambio climático, especialmente el estrés hídrico, que redefine las posibilidades de vida urbana.
Las migraciones son un fenómeno estructural y transformador. Cambian no solo la economía y la demografía, sino también las costumbres, los valores y las formas de relacionarnos. Reflejan cómo las personas y las familias buscan adaptarse a un mundo en constante cambio, muchas veces hostil, pero también lleno de oportunidades.
Migrar no es simplemente moverse de un lugar a otro. Es, en el fondo, una expresión de esperanza, una búsqueda de dignidad y de futuro. En tiempos de incertidumbre global, las migraciones nos recuerdan que la movilidad humana es parte esencial de nuestra historia y, probablemente, de nuestra supervivencia colectiva.

hace 3 horas
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